
Un trabajador de Renfe intenta coordinar el tráfico de pasajeros en la estación de Sants, en Barcelona. Barcelona
Esta es la situación en Sants: hasta tres horas de cola para recibir información
Los pasajeros piden más información en vistas que han perdido vuelos internacionales u hospedajes en otras capitales españolas: "Estamos perdidos"
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Un trabajador de Renfe se coloca entre los tornos de la estación de Barcelona-Sants. Alza el walkie-talkie a modo de megáfono y va dictando las indicaciones: “Pasajeros de las 7.55 vayan pasando por salida central”.
Entre la multitud de cabezas, su voz alcanza al final de pelotón de milagro. A su derecha, la cola para la oficina de información se alarga indefinidamente con pasajeros que ya llevan hasta tres horas esperando a que les aclaren qué va a pasar con sus trayectos tras el apagón que ha sufrido toda España.
Alejandra no sabe qué va a pasar, ni siquiera tiene opciones para quedarse esta noche en la ciudad catalana si su tren hacia Valencia finalmente no sale. “Mis amigas se fueron a Madrid a primera hora, después de pasar la noche aquí, pero yo sigo aquí sin saber. Esto es una mierda”, dice.
A su lado, Carmen y Jose, madre e hijo, se quejan también de la falta de actualización del estado del servicio, ya que no hay información por los altavoces de la estación ni alertas actualizadas en sus móviles.
"Estamos perdidos"
“Estamos perdidos”, afirma Carmen, que está desde las siete de la mañana en cola en mitad del trajín de las maletas. El cero eléctrico les pilló en un restaurante y tuvieron que salir a la calle para comprobar que no eran los únicos incomunicados en un mundo que, de repente, se apagó. Sin luz, sin información, esperan a que, como muy tarde, mañana se restablezca con normalidad el transporte. Sin embargo, para familias como las de Juan ya quedan pocas opciones.

La familia de Juan espera en Sants a que su tren salga para Sevilla. Barcelona
De Barcelona a Sevilla. El plan era hacer un viaje familiar entre este martes y el sábado a la capital andaluza. Es más, su suegro, con 91 años, espera en esa misma cola junto a su esposa, y se queja de que no hay una atención especial para las personas con movilidad reducida o algún contratiempo de calado mayor.
Con dolencias en la rodilla, ha decidido sentarse en el suelo de Sants para pasar las horas, que se vuelven eternas. “Lo que pido es que me digan si hay garantías o no, que si van a decir algo en dos horas o que nos volvamos a casa”, molesto. “Imagínate que nos vamos ahora a casa, porque mi suegro está muy mayor y necesita cuidados, y de repente, ponen un tren”, comenta, exasperado.
Sus hijos, Marc y Joel, guardan las maletas, los bolsos, y hacen una especie de fuerte a un lado de la nave. “Perderemos todo el dinero del hotel, de los transportes, nada”, comentan, ya que, dado el delicado estado de salud de algunos miembros de familia, no contemplan el autobús o el coche para viajar. De lejos, el mismo trabajador de Renfe le suelta a un pasajero que intenta colarse "que te esperes, coño". Los nervios están a flor de piel.

Gente esperando en la estación de Sants, la mañana después del apagón Barcelona
Sin fecha de vuelta para México
En la estación de Sants se agolpan cientos de personas, es más, unas 200 durmieron de la noche del lunes al martes ante la inviabilidad de volver a sus hostales. En el caso de las hermanas Diana y Sara Castillo hubo un poco más de suerte: “En el hotel nos dieron las llaves sin siquiera hacer el check-in, y de buena fe nos dijeron que ya arreglaríamos”. Vienen de México y han perdido el vuelo que salía este martes desde Madrid a las diez de la mañana.

Las hermanas Diana y Sara Castillo, procedentes de México, esperan en Sants a que salga su tren destino Madrid. Barcelona
Tendrían que haber salido a las 15.30 de Barcelona en dirección al aeropuerto de Barajas, pero ahora se encuentran guardando el equipaje mientras sus padres gestionan el contratiempo. Un caos inédito que les ha afectado de distintas formas. Lo que más temen perder son las clases de la universidad, “¡voy a perder materias!”, pero a su madre le dio un ataque de ansiedad durante la madrugada. Tras pasar dos semanas en Barcelona de vacaciones, ahora no tienen fecha de regreso.
En su país natal nunca han pasado un cero energético similar, aunque llevan ventaja en eso del kit de emergencia que tanto ha promovido la Unión Europea últimamente. “Tenemos velas en la casa, cosas así, las estufas son de gas, por ejemplo, o el agua va distinta a la luz, así que no pasa nada si se va”, confirman.
Turismo, ocio, reencuentros, son tantas las razones para viajar que cada pasajero tendría una historia única por contar, como la de la familia de Corcoveanu Adelina y Corcoveanu Valerika, nuera y suegra.

Usuarios esperando en la estación de Sants, la mañana después del apagón Barcelona
Parada antes de una nueva vida
Cuatro criaturas de entre 13 y 6 años danzan a su alrededor. Juegan mientras las mayores intentan aguantar con paciencia el paso de las horas tras este largo viaje que tiene como puente hacia su destino Barcelona. Proceden de Rumanía y viajan a España por trabajo. Tienen que incorporarse en unos días en Badajoz, donde se dedicarán a la explotación agraria, pero su periplo ha tenido varios tropiezos.
Primero, llegaron a Francia, lugar en el que el coche las dejó tiradas sin gasolina, por lo que tuvieron que coger un tren que las llevaría a Sants, lugar en el que el apagón eléctrico las dejó incomunicadas. Sin saber en qué lugar guarecerse, les indicaron que el refugio que había habilitado Cruz Roja podría acogerlas para pasar la noche con los cuatro menores.
“Nos trataron muy bien, estamos tranquilas ahora”, apuntan. Ahora, están a la espera de que el seguro les facilite otro coche para llegar a su destino final y comenzar una nueva vida. Al fondo, los trabajadores de Renfe llaman para los trenes a Madrid y Zaragoza.