
Fernando Fernández Bueno, cirujano oncólogo del Hospital Gómez Ulla y portavoz de la Plataforma para la Reducción del Daño por Tabaquismo
"El cigarrillo electrónico es un 95% menos dañino que el tabaco de combustión convencional, según estudios científicos"
Fernando Fernández Bueno, cirujano oncológo, reclama un modelo basado en la ciencia, como en Reino Unido y Suecia y abrir todas las vías posibles para ayudar a los fumadores a dejar de fumar y no demonizar opciones menos dañinas como el vapeo, el tabaco calentado o los productos orales de nicotina
"En algunos países, los médicos prescriben cigarrillos electrónicos como alternativa para dejar de fumar", señala
Más información: Los expertos piden financiación para las alternativas sin humo
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La lucha contra el tabaquismo continúa resultando una de las más difíciles de ganar en el ámbito de la salud pública. Aunque se han logrado avances significativos en las últimas décadas, estos no han sido suficientes si se atiende a los datos estadísticos actuales. Las cifras siguen siendo alarmantes y exigen un replanteamiento de las estrategias empleadas hasta el momento.
España dio un gran salto con la ley antitabaco de 2005, reduciendo una inquietante tasa del 35-40% al 22%. Pero, a pesar de los esfuerzos destinados a reducir el consumo de tabaco, el porcentaje de fumadores sigue siendo demasiado alto –entre los diez países con más fumadores de Europa–, y es innegable que esta situación provoca una carga desmesurada de enfermedades prevenibles que podrían mitigarse con políticas legislativas más severas.
La controvertida posición del Gobierno
Aunque el Ministerio de Sanidad quiere aprobar el Plan Integral de Tabaquismo, orientado a reducir la tasa de consumo de tabaco, las medidas adoptadas no parecen estar alineadas con la mejor evidencia científica disponible. Un aspecto particularmente polémico es la postura del Gobierno frente a los productos alternativos al tabaco, como los cigarrillos electrónicos, el tabaco calentado o las bolsas de nicotina, que científicamente se han mostrado menos nocivos que los cigarrillos de toda la vida.
Una de estas voces disconformes con la posición gubernamental es la de Fernando Fernández Bueno, cirujano oncólogo del Hospital Gómez Ulla y portavoz de la Plataforma para la Reducción del Daño por Tabaquismo. Aunque admite que la Administración hace bien en establecer la lucha contra el tabaquismo como una de sus prioridades, este reputado médico se muestra reticente con el nuevo Real Decreto, que prohíbe los sabores y reduce hasta el mínimo los niveles de nicotina de los cigarrillos electrónicos y las bolsas.

El doctor Fernández Bueno, delante de la facha del Hospital Gómez Ulla de Madrid
"Esta prohibición de facto es un grave error en términos de salud, ya que la ciencia ha demostrado que ambos productos son sustancialmente menos dañinos, y contribuyen a la cesación tabáquica”, defiende el experto. “La prohibición de sabores en los cigarrillos electrónicos puede dificultar que los fumadores abandonen el tabaco”, advierte el especialista.
Su argumento se basa en la experiencia de países que han implementado estrategias de reducción del daño con éxito. “En algunos, incluso los médicos prescriben cigarrillos electrónicos como alternativa para dejar de fumar”, señala, subrayando que la evidencia sugiere que estos dispositivos pueden desempeñar un papel fundamental en la cesación tabáquica.
El cigarrillo electrónico reduce el daño
Medidas como el empaquetado genérico, la ampliación de restricciones y, sobre todo, el aumento del precio, han sido implementadas con la esperanza de reducir el consumo. No obstante, algunos expertos advierten que estos mecanismos podrían no ser tan efectivos como se pretende y proponen estrategias alternativas para abordar el problema de manera más eficiente.
El cigarrillo electrónico se presenta como una opción prometedora frente al tabaco de combustión convencional. "Es un 95% menos dañino que el tabaco de combustión convencional, según avalan estudios científicos”, asegura el doctor Fernández Bueno. Este dato es clave, ya que demuestra que los productos alternativos representan una opción considerablemente menos peligrosa para la salud en comparación con los cigarrillos tradicionales. “El cigarrillo electrónico ayuda a dejar de fumar, no incentiva el tabaquismo”, enfatiza el especialista.
"La nicotina no mata"
En un movimiento que ha generado mucho debate, las autoridades sanitarias españolas han decidido equiparar estos productos alternativos a los cigarrillos convencionales, a pesar de que numerosos estudios internacionales han demostrado que su riesgo para la salud es considerablemente menor. Según los expertos, esta postura podría ser perjudicial en la lucha contra el tabaquismo, ya que priva a los fumadores de opciones más seguras que podrían ayudarles a abandonar el hábito. "El 60% de los fumadores que desean abandonar el hábito no cuentan con una alternativa verdaderamente efectiva", evidencia el cirujano oncólogo.

Barcelona
"La nicotina, según la OMS, no produce cáncer ni otras alteraciones graves; es un producto similar a la cafeína”, sostiene Fernández Bueno, quien recalca que el problema del tabaco no es la nicotina en sí misma, sino el humo de combustión, cargado de sustancias tóxicas como el alquitrán y el monóxido de carbono. “No hay ningún muerto en el mundo por nicotinosis”, asegura, argumentando que si la nicotina fuera realmente el problema, no estaría aprobada ni se vendería en farmacias.
Suecia, un modelo a seguir
Varios países han adoptado un enfoque de reducción de daños que ha demostrado ser exitoso en la lucha contra el tabaquismo. En Suecia, por ejemplo, el uso de productos orales (como el snus y las bolsas de nicotina) ha permitido que el país escandinavo se convierta en el primero del mundo en alcanzar el estatus de “libre de humo”, según los estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Suecia tiene la tasa de cáncer de pulmón más baja de Europa gracias al uso del snus como alternativa al tabaco”, explica Fernández Bueno.
“El snus ha sido una estrategia de reducción del daño durante más de 50 años”, añade, señalando que países como Reino Unido han adoptado enfoques similares con resultados positivos. En efecto, Gran Bretaña ha logrado reducir la tasa de tabaquismo en un 13% respecto a la media española al integrar los vapeadores en su estrategia de salud pública.

Empaquetados genéricos de tabaco ASH WALES
El riesgo de un mercado negro
Una de las grandes preocupaciones que los expertos destacan es el riesgo de fomentar un mercado negro de productos alternativos al tabaco en caso de que se sigan imponiendo excesivas restricciones. Fernández Bueno se alinea con el razonamiento de otros cardiólogos, como el griego Konstantinos Farsalinos o el psicólogo clínico Karl Fagerström, quienes alertan de que “la prohibición de sabores y la imposición de límites estrictos en la cantidad de nicotina podría empujar a muchos a recurrir a canales no regulados, más peligrosos”.
"El mercado clandestino e ilegal no solo pone en riesgo la salud de los consumidores, sino que también complica el control sobre la calidad de los productos, lo que puede generar efectos aún más dañinos para los usuarios", advierten.
El especialista menciona el caso de México, donde se ha prohibido el cigarrillo electrónico mientras el tabaco sigue siendo legal. “México prohibió los cigarrillos electrónicos mientras mantiene legal el tabaco, lo que ha generado un mercado negro de productos alternativos dominado por mafias”, denuncia.
La necesidad de un enfoque pragmático
Los expertos coinciden en que la lucha contra el tabaco no puede limitarse a medidas punitivas, sino que debe incorporar un enfoque integral que combine prevención, cesación y reducción de daños. Esto implica la creación de políticas legislativas que no solo dificulten el acceso al tabaco tradicional, sino que también ofrezcan alternativas viables para los fumadores que no pueden o no desean dejar de consumir nicotina de manera inmediata.
El especialista, además, recuerda que España ha implementado en el pasado estrategias de reducción del daño en otros ámbitos de la salud pública, como en el caso de la metadona para tratar la adicción a la heroína en los años 80. “En los años 80, España utilizó la metadona para tratar a heroinómanos; con la nicotina debería aplicarse una lógica similar”, argumenta, destacando la necesidad de enfoques pragmáticos en la lucha contra las adicciones.
A la luz de la evidencia científica y la experiencia internacional, la Plataforma para la Reducción del Daño por Tabaquismo aboga por medidas que, en lugar de restringir opciones menos dañinas, las integren como parte de "una estrategia más amplia para combatir las secuelas del consumo de tabaco convencional".