
Entrada al restaurante del Casal de Catalunya de Buenos Aires
El Casal de Cataluña de Buenos Aires, el último recuerdo de la emigración catalana a Argentina
Esta institución tiene casi 140 años de historia, forjada sobre la memoria de bisabuelos y abuelos que quisieron leer a Verdaguer, bailar sardanas o comer 'escudella' lejos de su patria perdida
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Del éxodo de miles de catalanes a Argentina en los siglos XIX y XX hoy queda apenas el bello recuerdo de los sueños olvidados. Porque el pasado -esas cosas que pudieron no haber sido, escribía Borges- no es fácil de enterrar. Lo saben en el Casal de Cataluña de Buenos Aires, donde aún flota el pesado aire del exilio y la emigración de tantos abuelos y bisabuelos catalanes que hoy son un nombre y un apellido pero que otrora soñaron con una vida mejor al otro lado del mundo.
Aquellos catalanes que desde el siglo XVIII llegaron a Buenos Aires dieron nombre al barrio de Montserrat, donde levantaron una iglesia dedicada a La Moreneta. Muy cerca, en el barrio de San Telmo, organizaron un casal en el que podían reunirse y mantener vivo el recuerdo de su lejana patria. Leer a Verdaguer -i a algun fill quan se t'allunya se'l coneix pel renegar-, bailar sardanas o comer escudella.
Más de 130 años después de su apertura, la organización aún reúne a 300 socios, en su mayoría nietos, bisnietos y tataranietos de aquellos emigrantes.

Fachada del Casal de Catalunya de Buenos Aires
Aunque el esplendor se ha perdido -llegaron a contar con 5.000 afiliados- y el Casal lucha día a día por atraer a más socios, la pasión por la cultura catalana se mantiene intacta. La fachada de estilo modernista lo atestigua: el amor por Cataluña impregna cada rincón de esta institución.
Ariel Vives, presidente y nieto de un emigrante
Ariel Vives, presidente de la entidad y nieto de emigrantes, atiende la llamada de Crónica Global a través de Zoom y habla todo el rato en un precioso catalán con acento argentino.
Su abuelo Joan Vives huyó de España en 1928 debido a la dictadura de Primo de Rivera. Desde entonces han mantenido el catalán, y su nieto Jordi es hoy el socio más joven de toda la organización.
Coral, baile y deportes
La actividad más importante del Casal es la enseñanza del catalán, que articulan en las más diversas formas: desde una coral, clases de ballet o conciertos de violín de compositores catalanes.
Pero la falta de socios jóvenes les obliga a reinventarse, con deportes en equipo, exposiciones de cuadros, presentaciones, conferencias y celebraciones para todos los públicos. "Vivimos en una pugna entre la tradición y modernidad: si queremos que los jóvenes se nos acerquen, tenemos que seducirlos, que les guste ser catalanes. No podemos hacer sólo sardanas", explica Vives.

Interior del Casal de Catalunya
Un restaurante, un teatro y 12.000 libros
Uno de los rincones más famosos del Casal es su restaurante, donde se elabora crema catalana, butifarra, sobrasada, fricandó o fideuá. Y, por supuesto, pan con tomate con embutidos por encima. Aunque no es para todos los bolsillos, acumula excelentes opiniones en Google Maps.
Junto al restaurante hay otros dos rincones especiales anexos al local: la biblioteca Pompeu Fabra, con 12.000 tomos de un incalculable valor histórico, y el Teatro Margarita Xirgu, con capacidad para medio millar de asistentes, y uno de los puntos neurálgicos de la cultura bonaerense.
El sueño de Ariel Vives
Antes de acabar su mandato, a Ariel Vives le gustaría cumplir un sueño: poder ver representada una obra en catalán en su teatro.
Desde aquí, hace una llamada a las compañías catalanas a acudir a Buenos Aires y ayudarle a cumplir el objetivo. Años antes, pasaron por ese tablón Federico García Lorca, Víctor Jara o Joan Manuel Serrat.