
Los Servicios funerarios de Mémora abandonan el Hotel Meliá de Pedralbes tras el fallecimiento de Carles Miñarro, doctor del FC Barcelona
Muerte del doctor Miñarro en la planta 7 del Meliá Pedralbes: "Vi policía corriendo y no sabía qué pasaba"
La tragedia golpea la concentración del FC Barcelona: "Tuvieron que llamar a seguridad para abrir la habitación del doctor"
Exclusiva: Muere un médico del Barça en el Meliá Pedralbes
"De golpe, vi que llegaba una ambulancia con sanitarios a toda prisa y la policía también. No sabía qué pasaba". Quien habla es un testimonio del trágico fallecimiento del doctor Carles Miñarro, médico del FC Barcelona, que se ha desplomado en el hotel Gran Meliá Torre Melina durante la concentración previa al partido de LaLiga contra el Osasuna, como ha avanzado Crónica Global en exclusiva.
¿Qué ha pasado? Lo detallan fuentes cercanas al Barça bajo condición de estricto anonimato. "Todo marchaba bien, los jugadores se han ido primero, y parte del staff técnico se ha quedado en el alojamiento. Hasta que ha llegado la hora --poco después de las 19:30 horas-- de ir a Montjuïc para preparar el partido", explica una voz cercana al incidente.
Antes de recorrer los cinco kilómetros que separan el Gran Meliá del Estadio Olímpico de Barcelona, en el grupete previo del hall del hotel, alguien ha reparado en la ausencia del doctor Carles Miñarro.
"Han tenido que llamar a seguridad"
Siguen las mismas voces. "Tocaron la puerta de su habitación y no abría. Tras ello, han llamado a seguridad, que ha subido y ha abierto la suite de la séptima planta".
Allí yacía el cuerpo sin vida del doctor Miñarro, de 50 años de edad. Su aspecto delataba que había fallecido solo, sin intervención ni injerencia ajena.

El Gran Meliá Barcelona, con la furgoneta de Mémora llevándose los restos del doctor Miñarro
Caos
El trágico descubrimiento ha prendido el caos en la concentración. "Alguien ha llamado a emergencias, que no ha tardado en llegar. Han acudido prácticamente al mismo tiempo la ambulancia y la policía", siguen.
"Estaba en la planta baja y, de golpe, vi que subían corriendo sanitarios y policías, no sabía qué ocurría", explica otra fuente que ha presenciado los instantes siguientes al óbito.
"Traía a gente al hotel y, en la barrera, me han hecho apartar para dejar paso a ambulancia y policía, que venían con las luces", ha relatado un taxista.
Carles Naval coge el mando
Los sanitarios no han podido hacer nada para reanimar al finado. Mientras, la incertidumbre se ha apoderado de la expedición culé. "No sabíamos qué iba a pasar. Finalmente, Carles Naval --delegado del FC Barcelona desde hace 36 años--, ha cogido el timón y ha ejecutado la suspensión".
Dicho y hecho. Ha sido el propio presidente azulgrana, Joan Laporta, quien ha bajado al vestidor a informar a los jugadores de que el partido se suspendía. Oficialmente, por megafonía, se ha informado de que las causas eran de "fuerza mayor".

El marcador de Montjuïc, explicando el fallecimiento del galeno
Escasos minutos después, el FC Barcelona ha emitido un comunicado confirmado la peor de las noticias.
Blindado
Al mismo tiempo, en el Gran Meliá se conducía la operativa de levantamiento de cadáver. Ha ocurrido "después de las 21 horas", y finalmente, la furgoneta de Serveis Funeraris de Barcelona (Sfb) ha salido del resort con los restos mortales del facultativo poco después.
A su vez, el alojamiento blindaba la entrada para evitar a los curiosos y a la prensa, y una dotación Seguridad Ciudadana (USC) de los Mossos d'Esquadra permanecía en la puerta. Se ha marchado al poco rato, pues a la espera de la autopsia, no hay indicio alguno de sospecha en el fallecimiento del doctor.
Conmoción
Da la casualidad que en el Gran Meliá se alojaban jugadores, parte del cuerpo técnico y, también, aficionados turistas del Barça. "Han salido hacia el partido en mi taxi y han tenido que volver, sin saber que la causa de la suspensión era una muerte a escasos metros de su habitación", detallaba uno de los conductores que da servicio al establecimiento.
Y eso que la gerencia ha guardado la discreción y la paz interna en todo momento. "Entro a trabajar y lo que ha pasado lo escuché por la radio", ha detallado un empleado del rascacielos.
Después de la desgracia, el elegante hotel ha recuperado la normalidad. Rubén, un repartidor de comida, ha traído comida para una huésped, de nombre Katerine, a quien la desdicha no le ha quitado el hambre. "No me dejan pasar del hall", ha admitido.
A pocos metros, una avenida Diagonal más cargada de coches que de costumbre hacía de vaciadero: los culés ponían rumbo a sus municipios, ajenos a la desgracia vivida unos metros más abajo.