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Revés a la fiebre de los locales de sexo gay en Barcelona, la proliferación de espacios para practicar las relaciones íntimas entre socios en la Ciudad Condal. Dos riñas entre socios y el precinto temporal de un club son los primeros reveses a un fenómeno en auge. 

Ha pasado en el Gaixample, el barrio gay por antonomasia de la capital catalana. Ha sido en el quartier arcoíris donde ha llegado el primer cierre de un club de cruising --o sexo espontáneo--, Morbo, que bajó la persiana hace unas semanas, tal y como anunció en su web. 

El final del proyecto dio paso a otro que no tenía nada que ver: Elysium, unos bajos de intercambio de parejas heterosexual que dirige un grupo de expats, como avanzó este medio

Riña

El cambio de negocio esconde algo más, explican fuentes cercanas a Morbo. Los dueños del espacio, situado en la calle Diputación, "pidieron más rendimiento al local", que regentaba una asociación sin ánimo de lucro. 

"Abrimos este año, con muy buena acogida. Pese a que marchaba bien, los propietarios querían más retorno. Pidieron hasta 2.000 euros al mes cada uno, y la situación se hizo insostenible, por lo que tuvimos que cerrar", explican desde el equipo fundador. 

Facturas sin pagar

La clausura involuntaria llegó el 29 de septiembre. Fue el último día en el que Morbo "ofreció un espacio seguro de cruising entre personas adultas, en un lugar saludable y otras personas que pudieran interferir o se molestasen por ello". Este era, de hecho, el objetivo del club. "Que no se tuviera que ir a los baños de un centro comercial". 

Open Mind, que el ayuntamiento precintó en verano Cedida

El fin de la iniciativa dejó vacante unos apetitosos bajos en el Eixample de Barcelona. Ese local comercial lo ha heredado el templo del placer Elysium, que dirige la diseñadora e influencer kinky Myriel Monastic.  

Precinto de Open Mind

En paralelo, hubo otro golpe a los clubes de sexo gay en grupo. En el marco de la campaña municipal de inspecciones al ocio nocturno, el Ayuntamiento de Barcelona precintó temporalmente Open Mind el pasado verano, según avanzó El Nacional. Este lugar, situado en la calle Aragón, es uno de los decanos de la escena en la urbe. 

El club anunció que quedaba inoperativo durante 60 días porque había abusado de su licencia. Tenga relación o no, lo cierto es que el negocio recuerda ahora que es un club social, y no un pub o discoteca al uso. 

Demanda

El cierre de los bajos de Aragón 130 conllevó una demanda inatendida. "Morbo, como último club en estrenarse, recibió un alud de nuevos socios huérfanos de su espacio habitual", explican las fuentes conocedoras. ¿Cuántos? "Hasta 746 miembros en dos meses". 

Esa inyección de fieles no fue suficiente para aguantar la idea. Los dueños exigieron más dinero, se pelearon con la asociación gestora, y ésta se fue. Ahora, el bar-cuarto oscuro de cruising es Elysium para el público heterosexual y la entidad que lo llevaba "busca otro espacio" para retomar su proyecto.

'La fiebre del cruising'

Estos dos traspiés vinculados son los primeros que frenan la que es una auténtica revolución del sexo gay en grupo en Barcelona. En los últimos años, la escena ha cambiado por completo. De ofrecer apenas las tradicionales saunas LGTBI de la barcelonesa Grupo Pases y el decano fetish Berlin Dark, han florecido un crisol de opciones. 

La principal es Imperial, en Aribau, un club social que cuenta con un extensísimo laberinto en el sótano y es el primo chic de las saunas de Pases. Se le suman Night --hermano nocturno del exitoso Boyberry, del histórico empresario Joan Igual--; Boys Bar; Rectum, en Balmes y Xman Club, en Calàbria. 

En esta lista cabe situar también a Men Factory --antes Boy Factory--, que probó suerte durante unos meses en el pinyol del Gaixample, en la calle Diputació con Casanova, pero ahora languidece. Como en el caso de Morbo, hubo un segundo desacuerdo entre socios, esta vez menor, que lo ha dejado en el alambre. 

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