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José Antonio Sierra Lumbreras nació en Villanueva de Gómez (Ávila) en el seno de una España dividida que empezaba a tomar las armas. A los 18 años ya ejercía de profesor en la provincia abulense. Y, a los 26, se marchó a trabajar a Francia, a Lyon, a un centro cuyo director era especializado en lenguas minoritarias, con especial interés en el catalán y el occitano. Él fue quien le inculcó el interés por los idiomas menos extendidos. 

Tras esta experiencia, Sierra se marchó a Brighton, Inglaterra, y con 30 años se instaló en Dublín para seguir desarrollando su carrera docente. Pasaría allí la mayor parte de su vida. Y sería en la capital irlandesa donde, en 1974, fue uno de los impulsores del Instituto Cultural Español, hoy Instituto Cervantes. Con todo lo aprendido y los intereses que tenía, tuvo claro que la institución debía ofrecer cursos de catalán, gallego y euskera. No había nada igual por aquel entonces. Aquello “levantó ampollas”. Se granjeó “enemigos”.

“Falta voluntad política”

Hoy aún es defensor del multilingüismo, pues “las lenguas cooficiales son tan españolas como el español mientras esas comunidades formen parte de España”. Sin embargo, lamenta que, en el ámbito idiomático, está todo “muy politizado” y por todas partes. “En Andalucía [él reside en Málaga], no se pueden estudiar lenguas cooficiales en ningún instituto oficial de idiomas”, denuncia. Es algo que lleva dos décadas reclamando, desde 2004. “Falta voluntad política”, afirma.

Los Institutos Cervantes del mundo sí dan esa posibilidad. Habla con conocimiento de causa. Y pone a los políticos frente al espejo: “En el Cervantes de Dublín se facilitan esos tres idiomas, pero en Málaga no se pueden estudiar en la escuela oficial de idiomas; un malagueño que vaya a Dublín puede estudiar catalán, pero no podrá hacerlo en Málaga”. Además, considera que la normalización del estudio de las lenguas cooficiales en toda España “contribuiría a un mejor diálogo entre los españoles”.

“Se asocia al independentismo”

Sierra lamenta que haya “prejuicios” que levanten barreras entre los españoles. Porque, en el caso del catalán, “se asocia al independentismo”, un movimiento que ha hecho de una “lengua diferente” su “seña de identidad”. Pero también hay un “desconocimiento generalizado” de la riqueza cultural del país, porque la enseñanza orilla esta pluralidad lingüística: “Debería existir el día de las lenguas de España en cualquier centro escolar”.

También critica a quienes se amparan en que “no hay demanda” para ni siquiera ofrecer la posibilidad de dar clases en estos idiomas. Lo que él propone es que se dé la opción y, después, ya se verá si se desarrolla en función de un número mínimo de alumnos. O a los que dicen que el catalán “no vale para nada”. Según Sierra, todo sirve, aunque sea para la “convivencia”, para tener unos “conocimientos básicos” para el día de mañana, o para facilitar la integración en caso de movilidad geográfica. Aun así, hoy “es muy difícil hacer nada” porque está todo “politizado”, se resigna.

Que en Cataluña no “se discrimine” el castellano

Asimismo, la apertura de mentes debe ser recíproca. “Mientras Cataluña forme parte de España, el español es la lengua de España en su conjunto”, recuerda. Y añade que es la obligación de todos “saberlo”, de modo que la Administración debe “facilitar” que todo el mundo lo conozca, y garantizar que los niños lo puedan estudiar. Además, “no porque se vaya a enseñar catalán hay que eliminar el español”. En esta línea, concluye que hay que trabajar para que el catalán se pueda estudiar en todo el país, y para que en Cataluña no “se discrimine” el castellano. Hay mucho trabajo para lograrlo.