El cine Boliche de la Diagonal permanece cerrado a cal y canto desde el pasado marzo. La basura se acumula en su puerta, el dominio web está en venta y la línea telefónica se ha cortado. Su propietario, Alfons Mas, busca traspasar el local a algún empresario que quiera mantener el cine y volver a subir la persiana. Si no lo consigue, el Boliche estará condenado y Barcelona perderá otro cine.
Las salas Boliche están en uno de los mejores emplazamientos de la ciudad: la avenida Diagonal, entre Balmes y Tuset, flanqueado por el restaurante Cachitos. Mas mantiene conversaciones con empresarios del sector cultural para buscarle a los cines una nueva vida. De momento, sin éxito.
Sin atisbos de reapertura
Aunque en ningún momento se ha comunicado un cierre oficial, los presagios no son buenos. El pasado 5 de marzo, el Boliche informó de un cierre temporal y, desde entonces, operarios han desalojado el interior del recinto y han desmontado la cartelería, los racks de sonido y los altavoces. Nadie ha visto ni oído nada en el interior de las salas: ni los vecinos de la zona, ni los negocios colindantes.
Todas las líneas de comunicación oficiales con el cine están cerradas –web, teléfono, redes sociales–, y Alfons Mas no hace declaraciones públicas al respecto. Sin embargo, Crónica Global ha podido saber que algunos empresarios culturales catalanes se han planteado adquirir el activo, más como una “actividad romántica” que como un negocio rentable.
Adiós a la época de grandes cines
Si Mas no encuentra próximamente un comprador, se consumará la tragedia y Barcelona perderá otro cine, tras el trágico adiós del Comedia en el paseo de Gràcia, que bajó la persiana en enero tras más de 60 años de historia. En el inmueble ahora se proyecta un museo de Carmen Thyssen, con el apoyo de la gestora Stoneweg.
La clausura del Boliche deja aún más huérfano el centro de Barcelona de cines, pues sólo sobreviven el Aribau, el Renoir Floridablanca y el Maldà. Un día, los grandes bulevares de la ciudad estuvieron plagados de películas. Hoy, apenas luchan por sobrevivir unos cuantos establecimientos, mientras esperan recibir la estocada final.
Obligado a reinventarse
El cine Boliche fue impulsado por los empresarios catalanes Rafael Dalmau y Alfons Mas, quienes en 2013 apostaron por una cartelera permanente en versión original y subtitulada en catalán. Constaba de cuatro salas, dos con 105 butacas cada una y otras dos con 74 y 65 sillones, respectivamente.
Actualmente, el único propietario es Mas, pues Dalmau se desentendió del proyecto pocos años después de su reapertura. Antes de ser rescatado por esta aventura empresarial, el lugar se denominaba Cine-Bar Boliche, pero cerró en 2008 debido a la crisis. Ahora, deberá volver a reinventarse o bajar la persiana para siempre.