En España, casi un 6% de los menores y adolescentes y cerca de un 3% de los adultos tienen Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), según datos de la Federación Española de Asociaciones de TDAH (FEAADAH). Sin embargo, muchos especialistas coinciden en que la cifra real podría ser mucho mayor, especialmente entre los adultos, donde el trastorno pasa desapercibido en numerosas ocasiones hasta que las dificultades comienzan a manifestarse en el entorno laboral.
Durante años, etiquetas como "este no sirve para estudiar" eran la respuesta fácil ante los problemas académicos, pero hoy, gracias al acceso a más información y a un creciente interés de las familias en el bienestar de sus hijos, el diagnóstico en la infancia es mucho más común que hace tres o cuatro décadas. Sin embargo, la realidad del TDAH sigue siendo compleja y afecta a un número significativo de la población.
Manuel Antonio Fernández, más conocido como el neuropediatra y especializado en trastornos del neurodesarrollo, confirma que el TDAH es un trastorno neurológico que impacta profundamente los mecanismos de autocontrol. "Clásicamente, se habla de tres síntomas nucleares: déficit de atención, hiperactividad y/o impulsividad", explica. No obstante, añade que la visión actual debe ampliarse, considerando el eje central como alteraciones del autocontrol que también afectan las emociones y respuestas sensoriales. Estas alteraciones, además de influir en el rendimiento académico, generan dificultades en la interacción social, la conducta y la autoestima.
El desafío del diagnóstico
Una de las principales barreras en el tratamiento del TDAH es el diagnóstico. "Dada la variedad de síntomas, el trastorno puede confundirse fácilmente con otros problemas del neurodesarrollo como los trastornos de la comunicación o incluso con cuadros de ansiedad y depresión", señala el doctor Fernández. Los síntomas pueden variar en intensidad y, en muchos casos, el trastorno pasa desapercibido hasta la adultez.
Detectar el TDAH de manera temprana es crucial para mejorar la calidad de vida de los afectados. Según Fernández, un diagnóstico fiable puede realizarse a partir de los seis años, aunque en algunos casos se puede identificar con precisión desde los tres. Este diagnóstico debe ser realizado por un profesional especializado, idealmente un neuropediatra, y apoyarse en herramientas neuropsicológicas como la realidad virtual para obtener información objetiva.
Diferencias entre niños y niñas
El TDAH no se presenta de la misma manera en niños y niñas, lo que puede complicar aún más su detección. Fernández destaca que, mientras los niños tienden a mostrar síntomas más físicos y conductuales, las niñas suelen manifestar el trastorno de manera más emocional. "La hiperactividad en los chicos suele ser física, mientras que en las chicas puede ser más cognitiva y verbal", indica. Estas diferencias en los síntomas pueden llevar a que las niñas sean diagnosticadas con menor frecuencia, ya que su comportamiento no siempre es visto como disruptivo.
Tratamiento multimodal: más allá de la medicación
El tratamiento del TDAH es un proceso complejo que debe adaptarse a las necesidades individuales de cada paciente. Fernández subraya que el tratamiento recomendado es el denominado "multimodal", que combina diferentes herramientas terapéuticas. "El tratamiento farmacológico es solo una de estas herramientas, pero es muy eficaz, alcanzando un 70% de éxito en la mayoría de los casos", asegura el experto. Este tratamiento, añade, puede generar cambios significativos en pocos días y es seguro, incluso en personas de todas las edades.
Sin embargo, la medicación no debe considerarse como la única solución. “El TDAH es como un cubo con un agujero y la medicación es el tapón. Debe ser de la forma y el tamaño correcto, pero es la solución”, compara Fernández. La medicación debe ser del tipo y de la dosis correcta para cada caso, pero -considera este doctor- es una magnífica herramienta terapéutica. Además, la intervención temprana, tanto a nivel conductual como emocional, puede marcar la diferencia entre una vida llena de dificultades y una vida plena y exitosa.
El impacto social
Uno de los aspectos más desafiantes para las personas con TDAH es la percepción negativa que desarrollan sobre sí mismas. "A menudo, deben esforzarse más que los demás para obtener los mismos resultados, lo que les genera frustración e inseguridad", comenta Fernández. Esta acumulación de emociones negativas puede llevar a problemas de autoestima, ansiedad e irritabilidad, afectando gravemente sus relaciones sociales y personales. De hecho, muchos niños con TDAH son víctimas de acoso escolar debido a sus dificultades para encajar socialmente.
El futuro del TDAH: ¿se puede superar?
Fernández asegura que, con el tratamiento adecuado, es posible que una persona con TDAH logre llevar una vida completamente normal e incluso "superar" el trastorno. "He visto casos en los que, tras años de tratamiento, los pacientes alcanzan grandes logros en su vida académica y profesional", relata. El experto insiste en que el TDAH no es una condena, sino una condición que puede ser gestionada con éxito.
En definitiva, el TDAH sigue siendo un trastorno complejo y en muchos casos, malentendido, pero con los avances en su diagnóstico y tratamiento, y el creciente interés de las familias en el bienestar de sus hijos, el futuro de quienes lo padecen es cada vez más prometedor. "Queda mucho por hacer, pero estamos en el camino correcto", concluye Fernández.