El verano ya se acaba. La época de ir a la playa escondida en tal rincón de Cataluña tiene los días contados con la llegada de las lluvias. Es, como dice todo catalán, temporada de bolets. De setas y de escapadas por la montaña.

Los bosques catalanes en breve van a abandonar el verde para teñirse de amarillo, rojo y otras variedades cromáticas cercanas al ocre. Es el momento de ir a explorar los senderos, los lagos y alojamientos donde quedarse para un plan relajado y en contacto con la naturaleza.

Una montaña especial

Uno de estos espacios que destaca es un cámping escondido, casi desconocido, en uno de los puntos del pre-Pirineo más recóndito, a la par que popular: el Pedraforca.

Esta montaña, que destaca por la lengua que separa sus dos picos, es casi un elemento distintivo de la catalanidad. Gracias a quedar apartado de las principales infraestructuras catalanas, esta montaña se convirtió en un refugio para los maquis y guerrilleros antifranquistas que luchaban en el bando republicano durante la Guerra Civil y, posteriormente, bajo la dictadura franquista.

El pueblo que enamoró a Picasso

Hasta allí, viajó el mismísimo Picasso. El artista malagueño se alojó en Gósol, un pequeño pueblito a los pies de esta montaña, donde muere las carreteras para coches, antes de cruzar a Francia. Sus casitas y sus paisajes fueron también retratados por el pintor vanguardista.

Si a eso se le suma que, durante el otoño, por los montes que lo rodean no dejan de aparecer setas y se convierte en el lugar perfecto para ir a buscar setas, la hacen un rincón más que digno de visitar. Lo fácil es hacer el típico turismo rural con hoteles cuyas paredes están recubiertas de piedra y tejados de madera, pero si uno quiere una experiencia de montaña auténtica, nada mejor que un buen cámping de montaña.

Qué tiene el cámping

En este entorno del Berguedà destaca precisamente el Cámping Pedraforca, un refugio escondido en los Pirineos que se ha convertido en el favorito de los buscadores de setas y del senderismo

Ubicado a medio camino de Gósol y Saldes, este cámping ofrece una experiencia de inmersión total en la montaña. Con vistas directas al macizo del Pedraforca y a tan solo 20 kilómetros del Parque Natural del Cadí-Moixeró, el cámping se convierte en la base ideal para explorar los frondosos bosques de la zona y disfrutar de una jornada de recolección de setas.

Este cámping dispone de todas las instalaciones necesarias para garantizar el descanso y el disfrute en familia. Para empezar, ofrece una variedad de alojamientos que van desde parcelas para tiendas y caravanas hasta acogedores bungalows completamente equipados con cocina, televisión y baño privado. 

La piscina de temporada, el restaurante, y el salón común se complementan con una terraza y áreas recreativas, como mesas de ping-pong, que hacen que la estancia sea más que confortable. Además, la zona de barbacoa invita a disfrutar de una buena comida al aire libre, un plan perfecto tras una jornada de senderismo y búsqueda de setas.

Qué ver en el Pedraforca

Y quien esté más interesado, puede acercarse al Centre Picasso de Gósol que busca dar al visitante una perspectiva de lo que vio y sintió el pintor durante esos días que se trasladó con todos sus bártulos hacia Francia. La Cal Tampanada, todavía en pie, fue la única taberna que existía por aquel entonces en el municipio y el lugar en el que se alojó. 

Sea por los paisajes, por la gente, por su inspiración, por la situación o todo un cúmulo de circunstancias, lo cierto es que durante su estancia a los pies del Pedraforca, Picasso cambió la paleta de colores a la que estaba habituado, así como la forma en la que dibujaba las estructuras craneales en sus pinturas. Poco a poco, las caras iban tomando una forma más poligonal, anticipando el estilo cubista que sería su seña de identidad en los años venideros.

Qué hacer

El espacio dedicado a Picasso en el pueblo recoge algunas de las obras que realizó durante aquel periodo, aunque también se pueden encontrar otros atractivos más allá de quedarse aferrado al artista. Las ruinas del castillo de Gósol, que todavía conserva para parte de la muralla, así como la ermita del Roser y la iglesia de Sant Fracesc de Sorribes, merecen una visita, completando la agenda para una escapada de un día. 

De querer alargarla, el paraje natural que rodea el entorno, a los pies del Pedroforca, es la mejor opción y el cámping Pedraforca una de las mejores opciones. Es cierto que se tarda bastante en llegar, pero las vistas, la cultura y la naturaleza bien valen la pena.

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