Seis, siete u ocho horas enganchados a las pantallas. Móviles, tabletas, televisión, ordenadores... Todo ello, durante más de dos meses, hasta septiembre. Más allá del correspondiente desembolso económico, la vuelta al cole es un reto anual que puede marcar el correcto desarrollo de los menores. Y los entendidos advierten: el abuso de los dispositivos electrónicos durante el verano puede echarlo todo al traste.

Las citas de psicología y psiquiatría infantil se han disparado un 65% desde 2021, según datos de Top Doctors. El grupo tecnológico especializado en salud, a su vez, destaca que el mes de octubre concentra un "importante pico" del 30% de las consultas anuales. Y el desenganche de las pantallas para volver a los libros de texto está, en parte, detrás de estas cifras.

Desengacharse de las pantallas para volver a los libros

Lo sostiene la Dra. Olga Albaladejo, psicóloga especialista en salud integrativa. "Los cambios de horarios, el encuentro o el reencuentro con sus compañeros, enfrentarse a nuevos conocimientos y rutinas son, por sí mismos, factores generadores clásicos de ansiedad", en palabras de la profesional miembro de Top Doctors, que agrega: "Desengancharse de las pantallas, como de cualquier otra “droga”, es un factor añadido que puede provocar ansiedad, frustración, dificultad para concentrarse o incluso malestar físico".

La Dra. Paloma Varelaespecialista en Psiquiatría, alerta también en declaraciones a este medio de que "cuanto más tiempo pasan nuestros menores frentre a dispositivos digitales, mayores síntomas de ansiedad y depresión, y mayor sintomatología de angustia emocional". Un cuadro clínico cada vez más común, ya que "se ha visto un incremento en el número de horas que nuestros adolescentes pasan en las redes sociales en los últimos tiempos". Y es entonces cuando se complica la vuelta a las aulas.

"No es tanto el retorno al cole lo que provoca ansiedad, sino que debemos plantearnos cuánto tempo han pasado nuestros adolescentes enganchados, que luego genera una sintomatología ansiosa de retirada".

Abuso en verano

El tiempo libre y no saber cómo llenarlo empuja a muchos padres a entregar el móvil a los más pequeños como quien les da una pelota. Por no mencionar el eterno debate sobre a qué edad un menor debe tener un smartphone. Albaladejo habla de casos de "abuso", sin dejar de recordar que "las pantallas existen y han venido para quedarse", y que estas son tan "inevitables como que el niño juegue a disparar usando sus dedos como pistola".

Un niño usando un teléfono móvil Gobierno de Canarias

Los especialistas llaman a reducir la exposición a las pantallas "antes del inicio del curso y no solo durante", además de adaptar horarios "tanto de sueño como de actividades" de forma progresiva a finales de agosto. También reforzar la idea de que volver al colegio "es sinónimo de reencontrarse con amigos y de diversión", e involucrarles en la preparación del curso escolar también ayuda, como forar libros u organizar el material escolar.

Durante el curso, el reconocimiento del esfuerzo por aprender "más que los resultados" y "que padres y educadores trabajen juntos" para identificar y apoyar las necesidades del alumno también ayudan en la tarea.

La receta contra las pantallas

¿Y cuál es la receta para evitar esos abusos, tanto en verano como el resto del año? "Reducir" el tiempo que pasan frente a las pantallas, "fomentar" las relaciones sociales cara a cara y "promover" actividades que no involucren el uso de dispositivos electrónicos, siempre según Varela, porque "retirar por retirar no tiene sentido".

Albaladejo habla en los mismos términos, que estructura en seis puntos:

  1. Normas claras porque "los límites ayudan a niños y adolescentes a sentirse seguros para afrontar los riesgos y desafíos del día a día".
  2. Organizar actividades de ocio en familia y momentos de encuentro, como comer sin televisión, cosa que fomenta la comunicación.
  3. No permitir que estén "solos y aislados" en casa durante "un tiempo continuado".
  4. Conocer a sus amigos y "qué es lo que hacen cuando están con ellos".
  5. Tratar "siempre" de generar y mantener una relación de confianza "desde que son pequeños".
  6. "Y, sobre todo, ¡predicar con el ejemplo!"

 ¿Cómo saber si mi hijo necesita ayuda?

Para identificar una vuelta al cole que no ha ido bien, las expertas recomiendan forjar una relación de confianza que permita a los padres "saber lo que sucede sin que el niño lo diga" y, a su vez, "saber que, cuando algo le suceda, tendrá la confianza necesaria para contarlo". La psicóloga especialista en salud integrativa también receta "estar en casa y disponibles para saber cuánto tiempo pasa en su habitación y qué está haciendo" porque "muchos padres descubren demasiado tarde las horas que su hijo invertía en jugar a videojuegos, por ejemplo".

Un menor juega con un móvil Annette Riedl / dpa

A su vez, prestar atención a "todo cambio de comportamiento significativo" ayuda en este objetivo. Puede tratarse de la pérdida de interés en actividades que antes disfrutaban, un rechazo a ir al colegio, cambios en el apetito o en los patrones de sueño o incluso "regresiones como mojar la cama". Eso en caso de los niños, porque en los adolescentes son más frecuentes los cambios de humor sostenidos en el tiempo o trastornos alimenticios.

"Cualquier cosa que sea poco habitual y se mantenga durante un tiempo prudencial, debe ser dialogada y si es necesario, revisada en la consulta del psicólogo", rematan.

Redes sociales y videojuegos

Un simple vistazo al dispositivo utilizado por un niño sirve para comprobar su uso: videojuegos y redes sociales. Mientras que la adicción a los primeros "está asociada con ansiedad social, depresión y soledad", afectando más a los varones por ser más propensos, plataformas como Instagram o TikTok "normalizan el fácil acceso a información dañina, contendios sobre suicidio, autolesiones e imágenes violentas".

Ambas expertas coinciden en que la conciencia sobre la salud mental a vueltas con los móviles está más extendida que antes; que "cada vez son más los papás que piden ayuda" frente a la poca resistencia a la frustración y otras consecuencias que estos provocan en los menores. No obstante, también crece la exposición a los dispositivos, por lo que dan por hecho que el número de consultas derivadas de la dependencia de las pantallas siga aumentando.

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