En un contexto en el que Cataluña está remontando una de las peores sequías jamás registradas, y en el que las temperaturas siguen aumentando fruto del vertido de CO2 y otros gases de efecto invernadero a la atmósfera, la tecnología puede ser una aliada para garantizar el suministro del agua. ¿Pero hasta qué punto?
La Generalitat tiene competencias en el suministro de agua, y por tanto, potestad para aplicar medidas restrictivas en los diferentes escenarios que se establecen en el llamado “semáforo de la sequía”. Ante la salida de la fase de excepcionalidad del sistema Ter-Llobregat y el paso a alerta, estas se han relajado y ya se pueden consumir 250 litros de agua por persona y día.
“Agua tecnológica”
En Cataluña se consume, diariamente y en situación de normalidad, un hectómetro cúbico de agua. Si se tiene en cuenta que las reservas totales son de 700 hm3, y que no están a los mismos niveles que hace cinco o diez años, toca echar mano de la tecnología para poder asegurar que el grifo abierto nos brinde el preciado líquido.
En la agenda hay varios horizontes y propuestas para poder depender menos de las lluvias y dar más circularidad al agua. Desde ingenieros que proponen hacer trasvases de agua del Ebro, con infraestructuras, hasta las desalinizadoras, pasando por el agua regenerada. No obstante, los expertos hablan claro: las desalinizadoras, en el momento en el que estamos, son “una distopía perfecta”.
Este medio ha contactado con un ingeniero agrónomo, Pedro Orfila Crespí, quien ha arrojado luz al este asunto con dos mensajes claros: hay que reducir el consumo de agua; y si se echa mano de la tecnología, el agua regenerada es mejor que la desalinizada. ¿Por qué? Hay muchos aspectos a tener en cuenta.
Qué ocurre con las depuradoras
La depuración del agua para su posterior regeneración es algo que se está implantando de forma paulatina. A grandes rasgos es una técnica que consiste en limpiar, filtrar y desinfectar el agua residual para volver a ponerla en circulación y darle una segunda vida. No obstante, esto es un ciclo que se puede alargar más de lo que parece a simple vista. Y aunque no se trata de un sistema perfecto, es mejor que la desalinización.
Orfila Crespí, ingeniero agrónomo, destaca el papel de las depuradoras más allá del consumo humano. Si bien empresas como Aigües de Barcelona están llevando a cabo tratamientos punteros para hacer que el consumo de este tipo de agua sea seguro, el ciclo de vida va más allá que abrir el grifo y dejar que fluya. El foco no está en casa, sino en el campo.
Ciclo sin fin
“Cuando se utiliza el agua regenerada en instalaciones de riego, esta cumple una doble función: además del propio riego, después se vuelve a filtrar en la tierra. De esta manera, la vida útil del agua no sólo se alarga, sino que completa un ciclo natural. El agua que cae en la tierra se depura todavía más por el propio proceso de filtración y vuelve a los acuíferos, y estos se vuelven a rellenar. Lo que se quita de las lluvias, vuelve gracias a la regeneración y a su posterior uso en riego”, destaca.
De esta manera se establece la regeneración del ciclo del agua, ya que el aporte que llega a las cuencas subterráneas está ahí. Después, ese agua está disponible y se puede volver a extraer. Y el proceso se repite: el agua sale, se usa una vez, se regenera, se vuelve a usar para riego y se vuelve a filtrar. Aunque aquí hay un matiz: “la clave está en la política de consumo”.
El principal impedimento
El uso práctico termina incluso antes de que empiece debido a las regulaciones y a los procesos que son necesarios aplicar. Para que el agua regenerada, a gran escala, sea apta para consumo humano, "necesita sistemas de filtrado muy potentes, caros y pioneros, además de mucho mantenimiento. La finalidad es cumplir con la estricta normativa para consumo humano. No obstante, de cara al uso agrícula, esta es más laxa, por lo que es más fácil asumir el objetivo de uso", explica Orfila Crespí.
No obstante, “el agua que llega para riego necesita un segundo proceso de depurado, y eso requiere instalaciones sofisticadas. Quien está interesado en usar agua regenerada para riego agrícola, es quien ha de instalar este segundo sistema de filtración”. Y eso supone un coste que, en ocasiones, es disparado, lamenta.
Del mismo modo, también explica que este sistema de filtraciones terciarias “se está implantando en España, pero de una forma pionera”. No obstante, en su conjunto, es una alternativa mejor que las desalinizadoras.
La “distopía perfecta”
“Para cosas puntuales, funcionan”, destaca Orfila Crespí. No obstante, la primera piedra en el camino es que “se trata del sistema de obtención más caro”, por varios motivos. El primero de ellos es la propia osmosis de membrana, que es un sistema nuevo (y más eficiente energéticamente), pero que requiere grandes instalaciones, así como un mantenimiento exhaustivo y constante.
Segundo problema: “Por un litro de agua producida, se han de desechar muchos otros”, recalca. Al ser un sistema de agua salada reconvertida en potable, esa parte apta para consumo humano no tiene sal. Pero el agua desechada se vuelve a tirar al mar. “Esto, de forma puntual, puede producir desequilibrios en el ecosistema, ya que, de forma localizada, hay un exceso de nivel de sal en el agua que se vuelve a verter”, explica.
Otro problema añadido: el alto coste energético. En un contexto en el que el sector energético (y todos, en general) necesitan reducir emisiones de CO2, se necesitan fuentes que estén las 24 horas conectadas para alimentar las infraestructuras. Pero en el caso español o catalán hay una buena noticia, que también se puede aplicar a las depuradoras, aunque a una escala diferente, ya que el consumo de energía no es el mismo.
Adiós al CO2 de forma paulatina
Entre los meses de enero y abril del 2024, las renovables en España copan el 59,5% del sistema eléctrico. Las no renovables, el 40,5%. Pero en este último grupo, la nuclear tiene un peso del 18,8% y, a pesar de que genera residuos radiactivos, no emite gases de efecto invernadero, según los datos aportados por Redeia.
Por lo tanto, si se centra el problema energético de las desalinizadoras, a medida que se vaya descarbonizando el sector, “la emisión de CO2 es algo que acabará por no ser un problema”, aunque con una condición. “Siempre y cuando una planta desalinizadora acredite que el 100% de la energía que usa es renovable durante todo el día”, los gases ya no serán el punto caliente, sino que será la propia cantidad de energía que se consuma, a pesar de que sea verde.
Menos consumo
Por una parte, el cambio climático que altera las dinámicas atmosféricas. Por otro, la tecnología. Pero el consumo de agua “es la clave”, afirma Orfila Crespí. ¿Por qué? Dada la tecnología y la situación actual, “poder suministrar agua va a ser más caro”, básicamente, porque no cae tanto del cielo como lo hacía antes.
Junto con las depuradoras y las desalinizadoras (cuyas inversiones son millonarias), también hay otras técnicas como la de excavar pozos a mayores profundidades para conseguir agua en buen estado, con los costes asociados que conlleva. Por ello, Orfila Crespí aboga por “reducir el ritmo de consumo actual para ampliar el tiempo de vida del agua, haciendo a la par que su regeneración sea más barata”.
No obstante, a pesar del espejismo, hay una idea clara: “Todo esto no nos ha de incitar a consumir más agua, sino a consumir menos. El sistema de abastecimiento, aunque de momento garantice suministro, está en la cuerda floja. Hay que reducir, por el planeta, y porque todo esto cuesta mucho, económica y energéticamente”, sentencia.