Las casas de campo son refugios idílicos que ofrecen un destino perfecto para escapar del bullicio y del estrés de la vida urbana. Suelen estar ubicadas en entornos naturales y rodeadas de verdes prados, bosques frondosos o pintorescos paisajes proporcionando un ambiente tranquilo para el descanso.

Estas casas son mucho más que una simple residencia, ya que permiten desconectar del ritmo acelerado de la vida moderna y reconectar con lo esencial, brindando una experiencia de vida más simple y satisfactoria en armonía con el entorno.

La casa de campo de Lleida

Una casa de campo es ideal para desconectar, pero ¿y si te dijéramos que puedes vivir en una? Esta es, sin duda, perfecta y tiene muy buen precio. 

La finca consta de 4.000 m2 de terreno, con 50 olivos. ¡Una maravilla! La zona donde se encuentra la casa esta vallada con una superficie de 1000 m2, con zona de jardín y barbacoa, piscina desmontable y casa de dos plantas.

El inmueble consta de dos habitaciones dobles, salón comedor, cocina y un cuarto de baño completo. La casa está equipada con placas solares y calefacción con fuego a tierra. El terreno rústico está ubicado en Puigverd de Lleida, a 20 minutos del centro de la ciudad. 

Exterior de la casa Idealista

Parte del terreno de la casa Idealista

Planta baja de la vivienda Idealista

Piscina Idealista

¿Por qué vivir en Puigverd de Lleida?

Puigverd de Lleida es un municipio de Lleida, situado en la comarca del Segrià, en el límite con las comarcas de Las Garrigas y la Plana de Urgell.

Como lugares de interés se encuentran la iglesia parroquial, dedicada a San Pedro, que data del siglo XVIII. Su fachada es sencilla, sigue el estilo clásico y acaba con un campanario.

Es de los pocos pueblos del Segrià que forman parte de la catalogación paisajística de la Plana de Urgell, realizada por el Observatori del Paisatge.



Además, es un buen lugar para contemplar este tipo de paisaje desde el Mirador de la Sierra. En esta zona había una cantera de la Sierra, de origen medieval, que duró hasta el siglo XIX-XX, y de donde se sacaron las piedras para construir la iglesia del pueblo. Actualmente, no quedan muchos vestigios, más que las marcas de la roca y alguna balma que servía de refugio por los picapedreros y, después, durante la Guerra Civil.

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