Un abuelo, Pere, denuncia en un medio nacionalista subvencionado por la Generalitat que su nieto, de 7 años, se relaciona "en castellano" con unas compañeras en el parque porque en esa lengua les habla la profesora en clase. "Inmersión lingüística, sí, pero en castellano", protesta.
Este ciudadano añade que, según su nieto, "la gran mayoría del tiempo de la clase [la maestra] habla en castellano". Y las monitoras del comedor lo hacen "siempre en castellano". El niño cursa segundo de primaria en un colegio público de Sant Feliu de Llobregat, aunque no se desvelan más detalles al respecto.
"Los monitores, en castellano"
Pero este hombre va más allá, y le pregunta "a un chico refugiado ucraniano de 16 años" que ha acogido en casa en qué lengua hacen las clases: "Más de la mitad, en castellano. Y los monitores del comedor solo usan esa lengua". En este caso, el muchacho estudia cuarto de ESO en una "escuela de alta categoría" de la Bonanova de Barcelona.
"Seguro que en la memoria escrita de estos centros consta que todo se hace en catalán; quienes hemos trabajado en la enseñanza ya sabemos el nulo control que hacen los inspectores", concluye, pero la historia no termina ahí.
"Lengua predominante"
Jordi, otro lector del mismo medio, le responde días después en otra carta y asegura que "lo que explica no es un caso aislado, sino generalizado y totalmente creíble", pues él, dice, conoce "casos muy cercanos de niños y adolescentes que, pese a tener padres catalanohablantes, los niños se les dirigen muchas veces en castellano": esa es la "lengua predominante" en la escuela y los medios de comunicación.
"No solo eso, sino que la mayoría de la juventud, sobre todo del área de influencia de Barcelona, solo sabe chapurrear el catalán", prosigue. En su caso, pone el dedo sobre Educación, sobre los inspectores y sobre la dirección de los centros: "Todos lo saben, pero les importa un bledo". Hace extensiva su protesta al ámbito del comercio y la restauración.