Miles de medusas han llegado las dos primeras semanas de abril a Cataluña, principalmente a la Costa Brava y en menor medida a las costas barcelonesas. Los expertos advierten de que llegan antes de lo habitual y en cantidades mayores por la sequía y las altas temperaturas y que, como los efectos del cambio climático, “no es algo reversible a corto plazo”.
El primer avistamiento de Velella velella, Velas de mar o Barquitas de San Pedro, que aunque lo parezcan no son medusas, sino una colonia de pólipos, se dio en febrero en las playas de Begur, Pals y l’Estartit en el Empordà, o en Blanes, más al sur.
Siete centímetros de longitud
El investigador del Instituto de Ciencias del Mar (ICM) y uno de los mayores expertos en medusas, Josep Maria Gili, ha explicado que “esta especie en unas semanas ya no se verá más porque tiene un mes de vida”.
Estas colonias ya están envejecidas al llegar a la costa y antes de morir generan unas pequeñas medusas que viajan mar adentro y que el año que viene volverán a la costa como las vistas ahora, de unos siete centímetros de longitud.
"Se han avanzado un mes"
Este abril también se ha vuelto a ver la Velella velella, y además en grandes cantidades la Pelagia noctiluca, medusa luminiscente o Clavel de mar, dos especies oceánicas cuya presencia es normal en primavera “pero se han avanzado un mes”, ha apuntado Gili, que ha augurado que llegarán antes cada vez y en mayor abundancia por diversos factores.
Entre ellos el aumento de la temperatura del agua -que les permite reproducirse más de una vez-, la falta de depredadores naturales -tortugas, aves y peces luna-; las brisas o vientos de mar a tierra y que en el agua de la costa, con la sequía, ha disminuido la presencia de agua continental o dulce -lluvias, ríos o pantanos-, por lo que ya no es una barrera natural para estas especies.
Una decena de especies
Existen dos tipos de medusas: las oceánicas, que hacen todo su ciclo de vida en mar abierto, que son las dos que hemos visto este abril y se pueden encontrar todo el año; y las costeras, como el Rhizostoma pulmo, o la Cotylorhiza tuberculata, que todavía no se han visto porque están en época de crecimiento, pero aparecerán.
En la costa catalana hay una decena de especies de medusas, de las que media docena son las más comunes. El Clavel de mar, de tonos rosados y de hasta unos 20 centímetros de diámetro con tentáculos de casi dos metros de largo, es la que ha llegado a millares este abril entre el sur de Cadaqués y el norte de Roses (Alt Empordà) y según Gili “seguirá apareciendo todo el verano”.
Riesgos
“Nos tendremos que acostumbrar a compartir la playa con ellas”, apunta el científico, que advierte que “es la más frecuente en el Mediterráneo y la causante del 70% de las picaduras a bañistas en verano, la más urticante de nuestra costa” y alerta del peligro que puede representar sufrir dos picaduras de esta especie cuyo veneno es neurotóxico y cardiotoxico.
“A pesar que inyecta el veneno en pequeñas dosis el cuerpo se sensibiliza frente a él y si hay una segunda picadura puede dar un shock anafiláctico, más grave en gente que padezca alergias o sufra cardiopatías”, detalla.
La Pelagia noctiluca, que en la oscuridad es un poco luminiscente, vive a varias millas de la costa, a 100 o 200 metros de profundidad en bancos o enjambres de varios miles de ejemplares.
Por la noche sube a la superficie para alimentarse –come plancton-, y si las brisas marinas soplan hacia la costa antes que vuelva a sumergirse, las lleva a tierra, donde acaban muriendo porque no pueden regresar.
Esta especie suele aparecer entre mayo y junio, pero este año se ha adelantado y los vientos la han acercado a tierra en la época que llegan grandes cantidades de plancton, por esto este abril los biólogos y buzos que se han sumergido en las aguas del Cap de Creus en Roses han inmortalizado una gran masa de mar llena de plancton, noctiluca y otras especies de medusas.