La empresa de ambulancias Falck ha prohibido a uno de sus trabajadores que acceda al interior del Hospital de Bellvitge de Barcelona. Está investigado por presuntamente acosar a una enfermera de Urgencias del centro hospitalario. Así lo ha confirmado a Crónica Global la compañía, que precisa que a hoy por hoy, en aplicación de los protocolos internos, mantiene vigente esta “medida preventiva”.
Asimismo, corrobora que sobre este trabajador hay una “investigación abierta”, un proceso “confidencial” con el que se pretende esclarecer si el ambulanciero acosó a una enfermera de Urgencias con la que mantuvo una relación sentimental en el pasado.
“Me hace sentir incómoda cómo te mira”
El periplo de la sanitaria comenzó en verano de 2022. Después de tres años de idas y venidas con este técnico de emergencias sanitarias, a quien conoció en el Hospital de Bellvitge, ella decidió poner punto final a una relación que describe como “tóxica”.
Tras comunicárselo, inmediatamente decidió bloquearlo de todas las apps de mensajería instantánea y redes sociales e irse de vacaciones previendo ya en aquel momento que él no encajaría bien el fin de la relación. “Quería que hubiese espacio porque sabía que se enfadaría”, explica la enfermera, que prefiere mantener su anonimato.
Tras romper la relación estuvieron sin verse ni tener ningún tipo de contacto hasta enero de 2023. A partir de ese momento, la enfermera asegura que comenzó a sentirse “acosada” ante la insistencia de él por coincidir con ella en las instalaciones hospitalarias, intimidándola, según ella, con miradas desafiantes. “Una compañera me dijo: ‘Me hace sentir incómoda hasta a mí por la forma en la que te mira’”, sostiene que le dijo otra sanitaria. En ese momento se dio cuenta de que no era una sensación únicamente suya.
“Ya se le pasará”
El 9 de febrero de 2023 la enfermera relata que tuvieron el primer encontronazo: “Él se alejó del paciente que trasladaba en el control y empezó a ir y venir hacia mí diciendo que si no lo hubiese bloqueado no haría eso”, recuerda. Siempre según su versión, la escena la vio un compañero de él, otro técnico de emergencias sanitarias, que le confesó que habían pasado cerca de su casa con la ambulancia y que él había preguntado por ella.
A partir de ese momento ella comenzó a sentir miedo y pidió ayuda a supervisión. “Me miraba de forma que me daba miedo, me generaba ansiedad, mis compañeros me avisaban cuando lo veían para que yo no saliera del office y no coincidiese con él. Llegué a esconderme en el baño”, relata. Aun así, se negaba a dar el paso de denunciar. “Ya se le pasará, pensaba”, intentando restarle importancia.
El caso fue archivado
Sin embargo, la situación se fue agravando hasta que el 29 de julio de 2023 se produjo un segundo episodio que motivó que ella acabase pidiendo una baja laboral. Según explica la sanitaria, ella se encontraba en triaje cuando él llegó con una camilla. Al verlo, decidió meterse en un despacho. “Se metió dentro sin mi consentimiento, se apoyó en la mesa con una pose intimidante y me dijo que le había arruinado la vida, que soy una mala persona y que me merezco lo peor”.
Tras este episodio la compañera de la presunta víctima lo puso en conocimiento de su supervisora. Él, por su parte, avisó a los suyos, de la empresa Falck. Ella, que sufrió un fuerte ataque de ansiedad, fue atendida por el Servicio de Igualdad de Bellvitge, con quien dice estar “muy agradecida” y decidió tomarse unas vacaciones.
Fue en este periodo de descanso cuando se dio cuenta de que estaba “rota” y que necesitaba atención psicológica. “Me volví súper irascible, veía cualquier persona de amarillo y me ponía a temblar, sentía mucha ansiedad”, narra. Finalmente, tuvo que solicitar una baja laboral, que arrastra hasta hoy, y decidió denunciar ante los Mossos d’Esquadra. Tras un juicio rápido, el caso fue archivado.
Pide reincorporarse a su puesto en Urgencias
“Para mí, ahí empezó el calvario”, sostiene. Tras presentar un recurso de apelación, ahora espera a que la causa se reabra. Mientras tanto, explica, el Hospital de Bellvitge sólo le ofrece la opción de reincorporarse como enfermera de planta, pero no en el puesto que ocupaba en Urgencias. “Nos animan a denunciar, pero la que se va es la víctima”, se queja. Sostiene que desde Recursos Humanos consideran que estará más protegida en este nuevo destino, algo que ella pone en duda.
Preguntado al respecto, desde el centro hospitalario se limitan a decir “se han tomado todas las acciones pertinentes para proteger a la profesional y se le han ofrecido opciones de retorno protegiendo al máximo su seguridad”.
Sin embargo, ella sostiene que se sentiría más segura en su puesto, pues allí hay agentes de seguridad privada encargados de controlar que él no acceda a las instalaciones y también hay un botón del pánico. “Ya se me ha machacado mucho, no voy a permitir que el hospital en el que pensé que me iba a jubilar también me dé la espalda”, denuncia.
“Yo no soy la que tengo que irme”
La denunciante reitera que lo único que quiere es tomar las riendas de su vida y que, para eso, necesita reincorporarse en el mismo puesto de trabajo que ocupaba cuando interpuso la denuncia. Esto, además, le permitiría recuperar la confianza en sí misma dado que, a diferencia que en planta, tiene años de experiencia en Urgencias y se desenvuelve con soltura atendiendo emergencias. “Yo no soy la que tengo que irme”, reitera.
Además, mantiene que el Departamento de Igualtat i Feminismes de la Generalitat ha instado a Falck a que cambie a su trabajador de zona, una medida que garantizaría que denunciante e investigado no se cruzasen en las inmediaciones del centro hospitalario. Sin embargo, desde la compañía de traslados sanitarios niegan que se les haya solicitado esta medida. “No nos consta haber recibido oficio del departament. Estamos y hemos estado en comunicación y colaboración tanto con el propio Hospital de Bellvitge como con el Departament de Presidencia, Àrea de Bon Govern, a quienes hemos facilitado la información que nos han solicitado”, responden.
Mientras esto se resuelve, la enfermera denuncia la dificultad para demostrar un caso de acoso en una sociedad que, según ella, ha normalizado actitudes que son inadmisibles. “El acoso tiene las mismas consecuencias para quien lo sufre que una agresión física, aunque no se vea”, zanja.