Adrián Molina, el ‘Vaquilla’ del siglo XXI, condenado a 36 años de cárcel
Este joven se hizo conocido entre 2017 y 2018 por mover los hilos de la delincuencia callejera en Terrassa (Barcelona)
11 abril, 2024 00:00Noticias relacionadas
Su nombre se popularizó en abril de 2022, cuando orquestó, junto con dos amigos, un plan para escapar de la cárcel de Lledoners (Sant Joan de Vilatorrada, Barcelona), donde cumplía una condena de once meses por protagonizar un alunizaje en un concesionario. Poco se sabía entonces de Adrián Molina, el protagonista de una de las huidas de prisión más sonadas de los últimos años. No obstante, al margen de la opinión pública, su nombre ya aparecía en la base de datos de todos los cuerpos policiales.
Molina empezó desde bien jovencito a mover los hilos de la delincuencia callejera de la ciudad de Terrassa (Barcelona) -especializándose en el robo de motocicletas- y su adolescencia vino marcada por las constantes entradas y salidas del centro de menores. El 'Vaquilla' del siglo XXI empezó a hacerse conocido y no quedaba choro en la zona del Vallès que no supiese de sus idas y venidas. Tras cumplir la mayoría de edad, la dinámica se repitió, pero desde prisión.
Condenado por homicidio
Ahora, con tan solo 23 años, su nombre ha vuelto a protagonizar varios titulares. Especialmente, en la prensa local de Almería, donde ha sido condenado a 36 años de prisión por matar a un hombre y herir de gravedad a otros dos, durante un narcoasalto fallido, la tarde del 30 de septiembre de 2020 en el barrio almeriense de La Cañada.
Según la sentencia, emitida recientemente por la Audiencia Provincial de Almería, Molina, junto con otros compañeros de aventuras, irrumpió en el Cortijo Vidal del Paraje Cintas con el objetivo de robar las plantas de marihuana que creían haber localizado en el invernadero de la finca. Sin embargo, su ilusión quedó hecha añicos cuando constataron que aquello, en realidad, era cáñamo industrial. A partir de ahí, todo se torció.
Sus compañeros lo delataron
Los nervios se apoderaron de la situación, pues los jóvenes asaltantes se dieron de bruces con los propietarios del cortijo. Fue entonces, cuando, según el fallo, Adrián Molina -que en 2020 tenía unos 20 años- se subió a un muro y comenzó a disparar con una pistola del calibre 22. Tal y como se pudo acreditar en sede judicial, ninguno de los otros acusados sabía que Molina escondía ese arma.
La ráfaga de balas cruzó el invernadero y uno de los agricultores falleció in situ a causa de uno de los disparos recibidos que le atravesó el tórax de una punta a otra. Los otros dos presentes, ambos hermanos, resultaron gravemente heridos: uno con un tiro en el abdomen y el otro en el muslo izquierdo. Molina, a pesar de las pruebas incriminatorias, negó haber participado en el narcoasalto y se justificó asegurando que aquel día se encontraba en el entierro de su abuelo en Barcelona. Sus compañeros de aventuras, sin embargo, lo delataron.
De los alunizajes al homicidio
Incluso el fallo se hace eco del historial delictivo de este joven criminal, que parece haber cambiado los robos y las conducciones temerarias sin carnet de conducir de adolescente por un delito de homicidio. De hecho, se hace constar que Molina es el único de los procesados que ya se encontraba en prisión por un delito anterior de robo, por el que se le impusieron nueve años de prisión.
Así son las cosas, cuando huyó de prisión la mañana del 5 de abril de 2022, Adrián Molina estaba pendiente, precisamente, de que se resolviera el recurso presentado por su abogada en contra de esta sentencia de nueve años. Entonces, estaba entre rejas por protagonizar un alunizaje en un concesionario, una de sus especialidades.
Ataque sorpresivo con extintores
Aquella mañana, la del 5 de abril, Molina fue conducido a una sucursal de Vitaldent en Terrassa para someterse a tratamiento. Días antes se había lesionado las muñecas de manera intencionada a fin de que los agentes de los Mossos d'Esquadra que lo custodiaban no le presionaran a las esposas, y de esta manera, poder escapar con mayor facilidad.
Así, en un momento del tratamiento dental, un cómplice de Molina irrumpió en la clínica, activó un extintor y roció a los agentes que custodiaban al preso. Aprovechando la confusión, el interno consiguió huir. Fuera del local, les esperaba un tercero con el coche en marcha. Horas después, Molina se jactó de su acción en su perfil de Instagram.
De hecho, fue su ego el que le delató en esta ocasión, y su actividad en redes sociales permitió a los investigadores dar con su paradero meses después de la fuga. Así, el 8 de junio de ese mismo año, los Mossos d'Esquadra pudieron detenerle cuando se encontraba en un taller clandestino de reparación de motocicletas en Montcada i Reixac (Barcelona).
"Proclive a la fuga"
No obstante, Molina, antes del episodio de abril de 2022, ya era conocido por los cuerpos policiales por su proclividad a la fuga. En este sentido, ya había tratado de eludir a los policías en 2018, durante una detención por uno de los múltiples cargos por delitos contra el patrimonio y desobediencia.
Un año más tarde, siendo todavía menor, volvió a escaparse. En esta ocasión, del centro penitenciario reeducativo L'Alzina, situado en Palau-solità i Plegamans (Barcelona). Molina aprovechó entonces una actividad en el exterior para autoliberarse, aunque acabó capturado.
Años después, en 2021, lo acusaron de otra tentativa de homicidio, pues intentó atropellar a los agentes de los Mossos d'Esquadra durante un control.