El Grupo de Seguimiento Transfronterizo del Oso Pardo en el Pirineo (GSTOP) ha dado por muerto al oso Goiat, introducido en la Val d'Aran en 2016, tras no haber habido ningún avistamiento ni haber detectado rastros de su presencia durante dos años, desde abril de 2022.
El GSTOP, en el que participan diferentes administraciones de España, Francia y Andorra, ha publicado un informe en el que valoran que "un macho adulto como este, habitualmente muy activo, difícilmente puede pasar inadvertido más de un año". Goiat fue visto por última vez el 25 de abril de 2022.
Los ganaderos contra Goiat
La Generalitat catalana introdujo en el Parc Natural de l'Alt Pirineu a este oso captado en las montañas de Eslovenia, país con una población de osos pardos que se acerca al millar de ejemplares en libertad, en junio de 2016. Su objetivo era injertar una nueva genética, puesto que una gran parte de la treintena de osos que vivían en el Pirineo en ese momento eran descendientes de un mismo macho, Pyros, y la consanguinidad ponía en peligro la supervivencia de la especie. La llegada de Goiat, que significa 'chico' u 'hombre joven' en la variedad dialectal pallaresa del catalán, fue bien recibida por sus nuevos vecinos humanos, que seguían cada uno de sus movimientos.
Pronto, sin embargo, los ganaderos viraron su perspectiva en 180 grados y Goiat fue acusado de cebarse con los animales de granja, presas fáciles. De hecho, incluso denunciaron que tenía un apetito especial por la carne de caballo. Goiat y su congénere Cachou, asesinado por envenenamiento en 2020, estuvieron durante tiempo en el punto de mira de la ganadería pirenaica, que quería su expulsión.
El mismo año en que falleció Cachou, Goiat perdió el collar de geolocalización en la Ribagorza aragonesa, el cual nunca le fue colocado de nuevo. Precisamente en esa misma zona fue visto por última vez apenas un año y medio más tarde, tres días después de atacar un rebaño con la voracidad con la que despertó de la hibernación.