La sequía que asola Cataluña pasa de puntillas por el Delta de l’Ebre. Buena noticia para los cientos de agricultores que cultivan arroz en estos humedales y que perdieron, de media, el 30% de sus cosechas en la temporada pasada por las restricciones de agua. Este año, sin embargo, no prevén déficit hídrico para poder empezar a inundar sus campos a finales de abril.
La temporada pasada no fue buena por la sequía y el calor y las tres anteriores se vieron afectadas por las sequelas del temporal Gloria que azotó la costa catalana en enero de 2020 y causó la entrada de una lengua de mar hasta siete kilómetros hacia dentro. Para este 2024, los agricultores esperan ver en sus cosechas los datos 'normales' de años atrás, situados sobre los 140 mil kilos de este cereal.
Inundación del campo
“La Confederación Hidrográfica del Ebro está hasta arriba”, sonríe Albert Pons, responsable de la sectorial del arroz del sindicato Unió de Pagesos. Hace referencia a la anomalía de la que goza la cuenca de este río, respecto a la sequía que atormenta al resto de agricultores de Cataluña. Si en las próximas semanas los pantanos del Ebro mantienen los buenos niveles de capacidad, casi al 100%, “y las hidroeléctricas hacen desembalses normales”, la previsión es que las parcelas de arroz del Delta se puedan mantener inundadas toda la temporada.
La inundación de los arrozales, prevista entre los días 20 y 25 de abril, es especialmente esperada este año por la alta salinidad que concentran los suelos de cultivo. La única manera de deshacerse de ella es garantizar el abastecimiento de agua para que la tierra no se seque hasta el final de la cosecha.
Salinidad en el suelo
Por primera vez desde que se cultiva arroz en el Delta de l’Ebre, documentado a partir de 1859, en primavera y verano de 2023, los agricultores sólo pudieron acceder al 50% del volumen de agua de un año habitual. Este hecho histórico causó que los campos sólo pudieran inundarse de manera intermitente y no por completo. Entre el calor y la falta de suministro hídrico, el agua se evaporaba con facilidad, aumentando la salinidad de la tierra fértil. Las parcelas más cercanas al mar llegaron a perder la cosecha entera por la muerte de las espigas, mientas, en cómputos totales, desde Unió de Pagesos calculan que la merma superó el 30% de la producción.
“La sal es el enemigo de la payesía”, sentencia firmemente Dani Forcadell, arrocero asociado a la Càmara Arrossera del Montsià. Sin embargo, confían en poder mantener buenos niveles de agua durante toda la temporada y que esta diluya la sal: “En el Delta sabemos gestionar la sal”, asegura el agricultor, sobre un sector acostumbrado a trabajar entre el mar y la tierra.
Sin embargo, Pons reconoce que “la sal se queda fijada en el terreno, sobretodo en los suelos más arcillosos”, por lo que serán necesarias “un par de buenas temporadas” para recuperar los niveles salinos óptimos.
El fantasma del trasvase
Pese a confiar en que será una buena temporada en la que se prevé poder recuperar una cosecha “normal”, de alrededor de 140 mil kilos de arroz, hay una mosca que los agricultores no se quitan de la oreja: un hipotético trasvase de agua que podría disminuir el caudal que termina llegando a la desembocadura del Ebro.
Algunos actores han puesto sobre la mesa la posibilidad de conectar las redes catalanas de abastecimiento de agua, como una medida de “solidaridad” de cuencas bien dotadas como la del Ebro, hacia aquellas aque ha arrasado la sequía, como la del Ter-Llobregat, de la que bebe Barcelona, su Área Metropolitana (AMB) y buena parte del cuerpo industrial de la provincia.
Pero, en el Delta, aun temen a “los fantasmas de los 90 y Aznar”, dice Forcadell. Asegura que un posible trasvalse a día de hoy significa poner al turismo como sector económico prioritario por su alto consumo de agua de boca: “Pasa por delante de todo”, asegura el agricultor.