Acoso, intimidación, miedo. La última víctima de los ultras de la lengua catalana es una pequeña diseñadora de Olesa de Montserrat (Barcelona), Helena Mercader, que ha cometido el error de explicar en sus redes sociales por qué presenta y vende su negocio en castellano. Ha tenido que borrar la explicación.
Mercader, formada como arquitecta, descubrió durante su embarazo que era "difícil" encontrar artículos para su bebé que fueran bonitos y estuvieran bien hechos... así que decidió crearlos ella misma. Eso fue en 2015. Y de este modo nació Drapets, su marca.
Catalanohablante
Ella, catalana (de Girona) e hija y nieta de catalanes, siempre ha hablado (y estudiado) en esa lengua en su casa, pero para Drapets prefirió elegir el castellano, porque "no solo tiene clientes en Cataluña". En este sentido, para ella el castellano "es una manera de cuidarlos a todos, buscando una lengua común", una "forma de respeto".
Mercader también justificaba en su mensaje (antes de borrarlo) que se planteó en su momento utilizar el catalán y el castellano, pero era "inviable por la cantidad de tiempo, dedicación y gestión que esto implicaba para Drapets". Pero los radicales se le han tirado a la yugular.
Llamamientos al boicot
Entre quienes señalan a Drapets se encuentra el activista por la lengua Xavier Dengra, que felicita (de forma irónica) a la Agencia Catalana del Consumo, al Departamento de Empresa y Trabajo y a la Secretaría de Política Lingüística por "tantos años sin prever debates jurídicos en el Parlament que permitan ampliar la ley de política lingüística en comercio electrónico".
Como acostumbra a ocurrir en estos casos, no han tardado en aparecer otras voces que hacen un llamamiento al boicot.