El Hospital Sant Joan de Déu de Esplugues de Llobregat (Barcelona) se ha avenido a pagar una indemnización de 1,5 millones de euros a la familia de un bebé de un año que quedó parapléjico tras una cirugía rutinaria. La aseguradora del Servicio Catalán de Salud (CatSalut), la francesa Reliance, se ha hecho cargo del pago, asumiendo de esta forma el error médico.
Ha informado de ello hoy la Asociación El Defensor del Paciente, precisando que la compensación se ha pactado con Reliance antes del juicio contra el CatSalut en la sala de Primera Instancia número 48 de Barcelona. La firma ha asumido que hubo una mala praxis en Sant Joan de Déu que ha terminado con el niño sufriendo una parálisis total. Su incapacidad requiere de unos cuidados que ahora se sufragarán con el dinero aportado.
Fiebre y malestar
Los hechos se remontan a julio del 2019. El pequeño L. fue intervenido de una orquidopexia derecha, una cirugía sencilla y ambulatoria que consiste en hacer descender el testículo dentro del escroto. Sin embargo, una negligencia médica en el proceso de anestesiado y el posterior cuidado desembocó en una grave infección del canal medular. Las consecuencias han sido fatales para su día a día. Ha conllevado la paraplejia del niño y otras graves secuelas que han impedido su desarrollo normal.
El Defensor del Paciente detalla, asimismo, la secuencia de lo ocurrido y la cadena de negligencias que han terminado en esta situación. Según el relato, que la defensa del hospital da por válido, L. fue intervenido y al día siguiente de la operación regresó al hospital por un cuadro de fiebre y malestar compatible con una sepsis. Ingresó en urgencias y nadie le prestó mayor atención en ese momento.
Grave infección
De hecho, el pequeño estuvo varios días interno, empeorando, pero no se relacionó esa grave infección con el proceso anestésico, una punción locorregional mediante epidural caudal que se realizó en la parte baja de la columna, muy cerca de la anatomía anal.
Así transcurrió una semana y, al séptimo día de ingreso en cuidados intensivos, el personal sanitario se dio cuenta de que el bebé tenía un bultoma en la zona donde se le había realizado la punción por anestesia. Pero sólo le realizaron una ecografía que tampoco se interpretó del modo correcto.
Aparición de la bacteria E. Coli en la médula
Al día siguiente, el 25 de julio, la familia notó al bebé muy adormecido, con ausencia de reflejos e incapaz de mover las extremidades inferiores. Avisó al personal sanitario, que, entonces sí, realizó una resonancia al bebé.
La conclusión fue fatal. L. tenía una "colección subcutánea con extensión intrarraquídea" y se determinó un "absceso epidural que desplaza anteriormente el cordón medutal dorsal con extensos cambios de mielitis". Fue sometido a una segunda intervención.
Después, el cultivo realizado de esa extracción dio positivo en E. Coli, un tipo de bacteria que vive en el intestino. Los letrados de la familia siempre han defendido que a L. le inocularon esas bacterias en el momento de la punción anestéstica en la columna como consecuencia de una deficiente técnica aséptica.
Paraplejia y déficit urinario
L. padece a consecuencia de ello una pareplejia a nivel D2-D5 completa, derivación ventrículo-peritoneal y un grave perjuicio estético, que le supone graves limitaciones funcionales con necesidad inevitablemente de silla de ruedas, absoluta dependencia de terceras personas, déficit urinario con necesidad de sondajes y déficit para defecación, entre otros.
Los padres del menor, Carla y Oscar, han aceptado la indemnización de 1,5 millones porque su hijo necesita muchos cuidados y tratamientos, que suponen un gran gasto que la economía familiar no puede seguir asumiendo. Se trata de una sanción histórica por su cuantía por un error fatal en una cirugía que debía ser ambulatoria.