John, condenado a 95 años de cárcel por el triple crimen de Barcelona

Han pasado más de tres años, pero al fin se ha hecho justicia. La Audiencia de Barcelona ha condenado a 95 años de prisión al sueco John M. W., el hombre que mató a tres personas en Barcelona en la tarde del 20 de enero del 2020 en apenas una hora. Se le atribuyen dos asesinatos, un homicidio, un incendio, cuatro robos con violencia, lesiones y amenazas, ha enumerado el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). El jurado popular lo declaró culpable por unanimidad.

Además de la pena de privación de libertad, el magistrado le ha impuesto a John una indemnización de entre 50.000 y 300.000 euros a los familiares de las víctimas. La última de ellas fue el periodista y trabajador municipal David Caminada en los alrededores de la plaza Sant Jaume de Barcelona.

John Musetescu, durante unas vacaciones / CG

Gran brutalidad

Antes, el acusado accedió sobre las tres de la tarde al piso de un hombre y, sin que se conozca el motivo, le asestó 249 puñaladas para después degollarlo y asfixiarlo con una bolsa atada a la cabeza. Acto seguido, incendió el piso para borrar sus huellas y las pistas, lo que provocó el desalojo de los vecinos del inmueble. Asimismo, salió de ese edificio descolgándose por la ventana.

Minutos después, mató a una mujer de 66 años que salía de un portal cercano. Para ello, volvió a emplear la fuerza bruta: le golpeó la cabeza con “gran brutalidad” contra la pared. Y, de inmediato, robó una moto a un repartidor, intentó atracar una tienda con un cuchillo de grandes dimensiones y, finalmente, terminó en la plaza Sant Jaume, donde asestó dos puñaladas a Caminada e hirió a un compañero del fallecido.

Buscó causar sufrimiento

A tenor del veredicto del jurado, la sala sostiene en su sentencia que el acusado acometió el primero de sus asesinatos con un “sufrimiento innecesario” para la víctima, ya que “se ensañó” con ella. Y en el segundo de los crímenes hubo una “gran brutalidad”. Sea como sea, en los tres casos tenía intención de matar; las víctimas en “ningún momento” pudieron defenderse, puesto que los ataques se produjeron de forma “súbita, sorpresiva e inesperada”.

La sentencia destaca la circunstancia del ensañamiento, la cual supone una “agravación del reproche que merece la conducta” del acusado, en la medida en que con la manera de acometer los crímenes se vio “aumentando deliberada e inhumanamente el dolor del ofendido”, es decir, de la víctima. Dicho de otro modo, buscó el sufrimiento. El tribunal así le impone la pena máxima solicitada por la fiscalía dada la “gravedad” de los hechos y por la “intensidad del dolo”.