"Era más importante un perchero que yo". Así empieza el relato de I., una joven de 16 años, víctima de acoso escolar desde la etapa de educación primaria, en una conocida escuela del área urbana de Barcelona.
La joven ha decidido compartir su historia con Crónica Global, para visibilizar un problema que azota a miles de niños, en cualquier colegio, de cualquier ciudad. "No me siento bien recordando todo el horror que viví", lamenta. Sin embargo, "creo que es importante que lo haga, para que muchos niños y niñas aprendan a identificar el problema, a contarlo y a superarlo, con ayuda de profesionales".
"Cosas de niños"
Uno de los principales retos a los que se enfrenta la sociedad ante el acoso escolar, es saber identificarlo, insiste la niña. "En mi caso, tanto yo, como mis padres pensábamos que eran cosas normales entre 'amigas', hasta que un día te das cuenta de que hay algo más, de que esas personas tienen algo contra ti, y de que si no actúa alguien, puede conducirte a un final trágico".
"Recuerdo que en el colegio nos hablaban de 'tolerancia cero' ante el acoso escolar pero, a la hora de la verdad, no hacían nada", recuerda la joven durante la entrevista con este medio. En la escuela supieron desde el principio que se sentía aislada, que la insultaban, y que tenía un problema. Sin embargo, "lo único que hicieron fue activar un 'protocolo de risa', años más tarde, pero que nunca sirvió para nada". Entre otras cosas, concluye, "porque acabaron resolviendo que no había acoso".
Según la menor, llegó a conocer castigos que el centro impuso a algunos alumnos por romper un perchero, "dejándolos sin ir de colonias, pero por el trato que me daban, nunca hubo un toque de atención".
"Yo les pedía perdón"
Una de las cosas que retrasó la identificación del bullying en su caso, reconoce, fue la insistencia con que I., pedía perdón a sus acosadoras, algo que, también confundió a sus padres durante los primeros años. "Veíamos que volvía disgustada del cole, pero luego se disculpaba con ellas, una y otra vez, y eso nos hacía pensar que no eran más que chiquilladas", reconoce la madre.
"Eran mis amigas de toda la vida, y yo intentaba entender sus actitudes hacia mi. Pensaba que tenía la culpa de que me tratasen de esa forma, pero, al final, me dí cuenta de que había algo más. No sé porqué, pero querían destruirme".
Un antes y un después
La joven ha explicado a Crónica Global, que aguantó muchos desprecios de quienes creía sus amigas, pero todo cobró una dimensión mucho mayor en 3º de la ESO. "Un día, me empezaron a increpar por whattsapp y yo estaba acostumbrada a sus ataques, pero ese día me di cuenta de que tenía un problema más gordo de lo que nunca llegué a imaginar".
"Salseo quieres, salseo tendrás. Ahora va a haber mal rollo, pero del bueno", le dijeron "sus amigas", por whattsapp. A partir de ese momento, recuerda la joven, empezó todo un horror inimaginable. Según su madre, de todos los episodios que habían pasado en primaria, algunos los habían comentado con el cole, pero "no le pusimos el nombre de bullying. Nos quejábamos de que la dejaban de lado y la aislaban, pero a partir de esos mensajes, ya nos presentamos en el centro, exigiendo que se abriera un protocolo de acoso".
Mensajes de hombres desconocidos
La noche del 17 de mayo de 2021, I. empezó a recibir mensajes de hombres desconocidos proponiéndole tener relaciones sexuales. "Recuerdo que entré en la habitación, y me encontré a mi hija con un ataque de ansiedad. Me dijo: mamá, mira lo que me está llegando al móvil. No dábamos crédito".
Alguien había suplantado su identidad en una página de citas para adultos y éstos la estaban bombardeando a mensajes "subidos de tono". Entonces, recuerdan madre e hija, el miedo se apoderó de ellas. "Mis acosadoras habían llegado muy lejos, y ahí supe que nunca se rendirán".
Tierra de por medio
La terrible experiencia de esta familia con el bullying, insisten, "tiene matices únicos, pero muchos elementos en común con la historia de miles de niños que sufren el mismo problema". Según la víctima, la forma de alejarte de ese infierno suele ser abandonar el centro. "Siempre somos las víctimas las que nos tenemos que ir", sentencia.
Sin embargo, en muchas ocasiones, "la maldad del acoso escolar te persigue". Muestra de ello, explican, es que un año después de poner tierra de por medio entre I., y sus acosadoras, "empezó a recibir mensajes de nuevo".
"Nunca se rendirán"
"Ahora sé que no era mi culpa, y gracias a la ayuda de mi familia y de los profesionales que me tratan, he dejado de sufrir ataques de pánico. Pero sé que nunca se rendirán".
I. insiste en que "es muy común infantilizar el bullying". Sobre todo, por parte de los colegios, que lo entienden como "cosa de niños", pero no lo es. "La verdad, es que cuando lo vives en primera persona, ves el verdaderlo infierno que esconde, y las pocas ganas de la sociedad, en general, por acabar con el".
Unión y ayuda
"Esta es la última vez que hablaré de mi problema, porque cada vez que lo explico, vuelvo a vivir esos desprecios que tanto daño me hacen". Sin embargo, "quiero dar un mensaje de esperanza: el bullying se supera, por muy difícil que parezca esa meta".
La joven sigue yendo a terapia para superar tantos años de sufrimiento y, según cuenta su madre, "lo está consiguiendo". Ahora, "empiezan a difuminarse algunos recuerdos, algunas fechas, y eso es buena señal".
En manos de la justicia
La familia de la joven denunció la suplantación de identidad de su hija en la web de citas y, ahora, el caso está en manos de la justicia.
"No os vamos a engañar, mi hija tardará muchos años en superar ese infierno y en aprender a relacionarse sin complejos, sin miedo y sin desconfianza". Sin embargo, nuestro objetivo es que las familias que estén pasando por lo mismo, sepan que, a pesar de las trabas que encontramos dentro de las propias escuelas, y por parte de todo el sistema, con unión, entereza y ayuda profesional, se puede superar".