Ingerir alimentos frescos de temporada crudos, y cambiar los snacks de entre horas por fruta, siguiendo una rutina horaria de las comidas son algunas de las recomendaciones para combatir la falta de apetito durante los meses de calor y mantener un buen estado de salud.
Así, la fruta fresca es, sin duda, uno de los postres o tentempiés preferidos para muchas personas. Entre ellas, el melón, uno de los alimentos estivales más demandados, tanto por su sabor dulzón como por su alto contenido en agua y poco aporte calórico. Sin embargo, existen algunos trucos para hacerse con el fruto ideal, y no acabar con una pieza excesivamente madura o, que por el contrario, carezca de sabor.
Atención al tacto y al olor
Uno de los trucos infalibles para saber si un melón está listo para comer consiste en apoyar la pieza por el lado que se une a la mata y apretar por el lado contrario. Si cede, el fruto está listo para consumir. De lo contrario, significa que todavía le falta tiempo para madurar.
Pero, no solo el tacto nos dirá si un melón está en su punto para ser consumido. También su olor nos dará una pista de si es idóneo para llevarlo a nuestra mesa.
Un olor dulce en su justa medida
Un melón debe desprender un olor dulce, pero sin llegar a ser empalagoso, o con cierto aroma a medicamento, ya que ese aroma indica que podríamos estar ante una pieza algo pasada.
También hay otro truco que nos ayudará a elegir mejor. En este caso, a través del oído. Según la OCU, si agitamos un melón y suena una especie de chapoteo en su interior, muy probablemente estaremos ante una pieza pasada o demasiado madura.