La obesidad se ha convertido en uno de los principales problemas de salud en las sociedades occidentales. La propia Organización Mundial de la Salud señala en su último informe que esta enfermedad ha alcanzado ya proporciones epidémicas en Europa. Cerca del 60% de los adultos y uno de cada tres niños en edad escolar presenta exceso de peso u obesidad en el continente.
Marc Schneeberger, investigador y doctor en Biomedicina por la Universidad de Barcelona, trabaja cada día para entender mejor cómo el cerebro controla el balance energético y el metabolismo con el fin de encontrar nuevas terapias para controlar la obesidad. Su trabajo y su brillante trayectoria le han convertido en el ganador del Premio Princesa de Girona de Investigación Científica 2023. Actualmente lidera un grupo de investigación en la prestigiosa Universidad de Yale, en Estados Unidos.
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España se encuentra entre los países europeos con mayor prevalencia de obesidad infantil. ¿Qué estamos haciendo mal?
- El problema reside en la manera en la que estamos educando a los niños. La dieta, el sedentarismo, el aumento del aislamiento social tras la pandemia... están cogiendo malos hábitos en un momento en el que su cerebro todavía se está desarrollando, está en plena formación. Estas costumbres afectan directamente a su metabolismo.
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¿Por qué todavía hay mucha gente que no reconoce la obesidad como una enfermedad?
- Al tratarse de una enfermedad progresiva --uno no se convierte en obeso de un día para otro--, pasa a ser un hábito y no se ve como un problema. Mucha gente cree que la obesidad no es mortal, pero se equivocan. Esta enfermedad está relacionada con otras muchas patologías como la diabetes, el cáncer, el alzhéimer, enfermedades cardíacas... entre otras muchas. Falta más concienciación al respecto. Puede tener consecuencias graves, es más que una apariencia.
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Su investigación sugiere que no sólo influye lo que comemos o el deporte que hacemos en nuestro peso corporal. ¿Qué otros factores existen?
- Sabemos que hay otros factores, pero todavía no sabemos exactamente cuáles son. Eso es lo que estamos investigando. Por ejemplo, hemos visto que la interacción social activa los circuitos cerebrales que controlan el peso corporal. También el estado emocional de la persona hace que coma más o menos. La genética también influye, pero en esos casos hay poco que podamos hacer.
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Los fármacos que existen para tratar la obesidad ¿funcionan?
- Funcionan, el problema son los efectos secundarios. El fármaco más común provoca una sensación artificial de náusea para no tener ganas de comer. Pero, claro, ¿no es mejor mantener una dieta balanceada y hacer ejercicio que estar con la constante sensación de tener ganas de vomitar? El problema de estos medicamentos es que, una vez los dejas, vuelves a recuperar el peso. De ahí la importancia de cambiar los hábitos para mantener un peso corporal más bajo a lo largo de la vida.
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¿Qué impacto puede llegar a tener su investigación?
- En mi laboratorio queremos entender cómo funciona nuestro cerebro y ser capaces de describir de qué manera el sistema nervioso controla el balance energético y el metabolismo. Conocer mejor estos procesos es fundamental para resolver enfermedades como la obesidad. Es cierto que algunos medicamentos consiguen rebajar el peso de personas con esta patología, pero hay que ir más allá y, sobre todo, hacer más hincapié en la prevención en las escuelas para reducir la obesidad infantil y, en consecuencia, la adulta.
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Estudió en Barcelona, pero ha trabajado como investigador en algunas de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos. ¿Es necesario salir de España para hacer ciencia?
- Sí y no. Creo que siempre es bueno salir de tu país. Te nutres de otras maneras de trabajar e investigar. Y, por supuesto, en Estados Unidos se invierte mucho más en general, sobre todo, en las ideas de riesgo. Se pueden investigar cosas "más grandes". Pero en España la ciencia es muy buena. Somos referentes en muchos ámbitos de investigación. A nivel formativo somos mucho mejor que otros países. Lo ideal sería que la gente marche para aprender, pero que vuelva. A mí, evidentemente, me gustaría volver a Barcelona en algún momento. Si me he formado aquí, quiero poder tener un impacto aquí.