La pasada semana, un error “garrafal” provocó que el líquido utilizado para la desinfección de los inodoros de los convoyes de Renfe acabara en los depósitos de agua potable de una veintena de trenes que cubrían rutas entre Madrid y diversas ciudades de la costa mediterránea. El químico, altamente tóxico, terminó fluyendo por los conductos que surten de agua los lavabos de los servicios, la misma que se usa también en la cafetería para la elaboración de cafés e infusiones para los viajeros. A pesar de la gravedad de la incidencia, desde la empresa ferroviaria confirman que ningún usuario ha presentado ninguna queja al respecto.
Antonio Carmona, portavoz de Renfe, ha confirmado los hechos a Crónica Global, pero ha precisado que se trató de un error “puntual”, que se detectó “de inmediato” y que no causó afectaciones entre los usuarios. Aunque fuentes sindicales indican que el agua contaminada acabó en "una veintena de trenes", el portavoz reduce el número de convoyes afectados a “unos pocos” --ninguno en Cataluña-- en los que la incidencia “quedó solucionada esa misma mañana”.
Un hecho "puntual"
Así lo confirman también fuentes del Sindicato Ferroviario, que aclaran que “el error garrafal” lo cometió una empresa subcontratada, no por Renfe, sino por el fabricante de los trenes. “El rellenado de los tanques corresponde a la constructora de los convoyes, como Alstom, Talgo u otras”, aseguran, quien subarrienda a una empresa externa para que se encargue del mantenimiento de sus vagones.
Las mismas voces reiteran que aunque el error fue grave, es la primera vez que ocurre un hecho de estas características. “Es algo puntual, es excepcional que esto suceda”, indican. A pesar de la equivocación, que podría haber tenido consecuencias fatales dado que se trata de un producto tóxico, ninguno de los viajeros resultó afectado.
Un producto altamente tóxico
El líquido en cuestión, de color azul, es un potente químico desinfectante que contiene fungicidas y bactericidas y que se utiliza para descomponer la materia fecal de los inodoros y evitar que emanen gases que puedan causar malos olores. Su uso es frecuente en fosas sépticas y pozos negros, así como en inodoros de aviones, trenes y caravanas y baños portátiles de festivales. Precisamente, por su potente capacidad desinfectante su ingesta es altamente dañina.
Afortunadamente, la rápida actuación de Renfe evitó que los pasajeros resultaran afectados por un error que podría haber tenido consecuencias fatales. La compaña ferroviaria informó de lo ocurrido por megafonía en cuanto detectó la incidencia para disculparse con los viajeros y pedir que no utilizaran el agua infectada.