La caótica organización de la macrooposición organizada por la Generalitat de Cataluña el sábado deja en el aire el futuro de los 13.000 aspirantes que se examinaban para tratar de hacerse con una de las 1.825 plazas de funcionario. Los aspirantes, en su mayoría interinos, denunciaron esperas de hasta siete horas para hacer un examen que finalmente fue aplazado, aulas masificadas, problemas de identificación e incluso falta de mobiliario, evidenciado por la imagen de una aspirante respondiendo un examen sobre una papelera.
Así las cosas la Generalitat de Cataluña ha reconocido que hubo “incidencias muy graves” y se ha disculpado con los 13.000 afectados, a los que no descarta repetir el examen. Sin embargo, la directora general de Función Pública, Alícia Corral, ha señalado como responsable última a la empresa Cegos, a la que la Administración confió por primera vez la organización de las pruebas, según El País.
La Generalitat se sacude la responsabilidad
Si bien Corral ha asegurado que “el sufrimiento” de los aspirantes “será adecuadamente reparado”, enseguida ha puesto el foco sobre Cegos, la empresa externa encargada de identificar a los afectados y organizar las pruebas. De hecho, la oficina de Selección de Personal de Función Pública analiza ya las “consecuencias jurídicas para depurar responsabilidades” y se plantea rescindir el contrato con la misma.
Con este escenario la Generalitat no descarta repetir los exámenes, aunque Corral ha insistido en que analizarán “caso a caso y aula a aula”. Además, afea a la empresa que no les haya trasladado el número de incidencias que se registraron en sábado, que las hubo “y muy graves”.
Indignación entre los aspirantes
Los aspirantes a funcionarios denunciaron problemas en la identificación y falta de anonimato en las pruebas, que debían incluir un código identificativo pero no datos como el nombre o el DNI. Además, las aulas en las que se celebraron los exámenes estaban masificadas, de forma que los aspirantes podían ver las respuestas de sus compañeros.
La peor situación se dio en un aula preparada para madres lactantes y mujeres embarazadas, que tuvieron que esperar durante horas bajo la advertencia de que si decidían irse constaría que no se habían presentado al concurso. La indignación es absoluta.