“Me retuvieron dos mossos d’esquadra en una sala y cuando salí ya no estaba mi hijo. Mi niño ya no estaba”. Este es el desgarrador relato de una mujer fincada en Esplugues de Llobregat a la que tras un calvario por presunto acoso escolar, le quitaron a su hijo, con el pretexto de que el menor presentaba un claro caso de desamparo en su hogar.
Ahora, la justicia ha desautorizado a la DGAIA (Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia de la Generalitat) y ha ordenado la restitución inmediata del menor al seno familiar, un lugar en el que siempre se le protegió y que, obviando un aparente caso de bullying, se señaló como el origen de graves problemas en la vida de este niño.
Una “ayuda” peligrosa
Poco imaginaba esta madre que pedir ayuda de profesionales para tratar la “tristeza” de su niño iba a culminar con una orden de retirada de tutela e ingreso en un centro de menores.
El chico, al que no identificaremos por tratarse de un menor de edad, tiene ahora 13 años, y con solo 9 asumió “que no podía más”. Presuntamente, el acoso escolar se había vuelto un problema al que no veía solución, por lo que decidió “quitarse la vida, saltando desde un segundo piso, dentro de su propia escuela”.
Ajena al 'bullying'
Mientras, su madre vivía angustiada, con un niño triste y apático al que, claro estaba, algo grave le sucedía. Sin embargo, nadie informó a esta mujer de que su hijo estaba, supuestamente, siendo víctima de acoso escolar.
Llegados a este punto, se pregunta la progenitora: “¿Qué harían ustedes si su hijo les dice que si lo llevan a la escuela se quita la vida?”. Evidentemente, la escolarización es un deber que cualquier padre tiene para con sus hijos. Sin embargo, es humano que, ante todo, cualquier progenitor quiera salvaguardar la integridad física y moral de su hijo.
Desamparo
Desamparo. Tras esta palabra existen cientos de historias dramáticas que, por suerte, o desgracia, culminan con la retirada de tutela a las familias e ingreso del menor en un centro, ya sea público o privado, de la Generalitat.
Esto puede deberse a un gran espectro de situaciones y, si bien es cierto, que en muchos casos, la medida es absolutamente necesaria para proteger a los niños, en otros, es una clara amputación de derechos, libertades y bienestar para los pequeños.
Una verdad incómoda
El bullying es una realidad incómoda para los centros escolares. Evidentemente, no es plato de buen gusto vivir episodios de acoso y, mucho menos, cuando la gravedad de estos deriva en un intento de suicidio, como presuntamente, ocurrió en el caso de este menor. Así, es común, tal como se ha visto en muchos casos, la búsqueda de respuestas fuera del centro escolar.
Esto quiere decir que, por ejemplo, es más habitual de lo que parece, culpabilizar a las familias de la situación del niño: “falta a la escuela, está triste, está irritable, etc” y con esta convicción o estrategia, algunos centros dan la voz de alarma a los Servicios Sociales. ¿Posiblemente, para anticiparse por lo que pueda pasar?.
Fobia escolar
Como se ha mencionado hasta ahora, el menor sufrió, con toda probabilidad, episodios de acoso escolar cuando tenía 8 y 9 años. Sin embargo, su madre, con el claro objetivo de cuidar a su pequeño, lo cambió de centro: “estuvo feliz, empezó a sacar buenas notas. Todo iba bien”. Esto, insiste la madre, demostraría que los problemas estaban originados por la situación que vivía en la escuela. Sin embargo, al acabar primaria e ir al instituto, el infierno volvió a empezar y con él, el desasosiego del niño.
Pese a su situación, el menor hace un esfuerzo y consigue acabar 1º de ESO (curso 2021-2022). No obstante, se rompe en el primer trimestre del siguiente curso. Debido a la fobia escolar que sufre, se ve incapaz de asistir regularmente al instituto. Las faltas intermitentes facilitan, como se ha dicho, la intervención de los Servicios Sociales por presunto absentismo. Su madre sigue preocupada buscando ayuda de profesionales pero, lo que no se espera, es que un día le digan, sin que medie comunicación escrita, que le retiran la tutela del niño. ¿Motivo?, por desamparo.
NACE entra en acción
Esta madre, a la que un informe tilda de incompetente por falta de acompañamiento a su hijo, se dirige a la Asociación de No al Acoso Escolar, donde estudian su caso, se interesan por conocer la historia del menor y deciden acompañarla en el proceso que está viviendo con el niño, la escuela y la DGAIA.
En paralelo, pone el caso en manos los abogados Julián Suarez-Inclán y Montserrat Fernández, que interponen una solicitud de medidas cautelares, para que sea un juez quien decida sobre el futuro de su hijo. Hay día y hora para la entrega del niño y este “vive atemorizado pensando en que se lo van a llevar y a separar de su madre”. Cristina explica a Crónica Global cómo el menor anda por la calle, vigilante, mirando para atrás, y sin poder concentrarse por miedo a lo que parece inminente.
Medidas cautelares
Madre e hijo están en casa, asustados y sin atreverse a salir por miedo a que en cualquier lugar le quiten al niño. Entretanto, los abogados han informado a la DGAIA sobre la petición de medidas cautelares y sobre el próximo pronunciamiento de un juez sobre el particular.
"¿Me están diciendo que hay desamparo?. Yo me preocupo por mi hijo, lo cuido y ustedes dicen que le falta su madre. Sin embargo, la solución que proponen es separarlo de ella radicalmente”, expresa esta madre a una profesional que la atiende en la DGAIA. Sin embargo, las súplicas parecen no haber conmovido en absoluto a su interlocutora.
“Cuando salí ya no estaba”
De nuevo volvemos al final de la historia, o el principio, según se mire. El 23 de marzo, acude con su hijo a que lo valore un psicólogo, nuevamente, porque está preocupada por él. “Llegamos allí y lo hicieron pasar a una sala y yo me quedé en otra”, cuenta la madre entre lágrimas a este medio. Pasados unos minutos “aparecieron dos Mossos d’Esquadra donde yo estaba. No me dejaban salir y me empecé a poner muy nerviosa”.
"Cuando salí, mi hijo ya no estaba. Se habían llevado a mi niño”. Así, la persona que debía valorar al menor avisó a los Servicios Sociales y, de inmediato, se llevaron al pequeño a un centro de menores. Cristina pasó la peor noche de su vida, sin su hijo. El niño, durmió en un centro de menores sin su madre, “esa a la que acusan de desamparo y que por poco tienen que llevarse en ambulancia al ver que le habían quitado al niño”
Un juez ordena la restitución inmediata
Al día siguiente, un juez ordenó a la DGAIA restituir de inmediato a este niño al seno familiar. La historia empieza de nuevo o, al menos, así lo desea esta mujer. El niño vuelve al colegio y su madre ha notificado a todas las personas interesadas el deseo de que acuda con normalidad a la escuela, sin acosos y sin olvidar que ella es la tutora legal del menor.
La DGAIA, por su parte, ha sido preguntada por Crónica Global sobre el desenlace de esta historia, sin que, al cierre de esta edición, haya llegado ninguna respuesta. Seguiremos informando.