En los últimos días se han conocido varios episodios de agresiones sexuales perpetradas por adolescentes --algunos inimputables por tener menos de 14 años-- hacia otros menores. Después del caso de Badalona, en el que cinco chavales presuntamente violaron a una niña de 11 años en los lavabos de un centro comercial, el miércoles trascendió otro suceso de parecida índole, esta vez en Esparreguera, que se publicó apenas un día después de que viese la luz un tercer pasaje: el posible abuso sufrido por dos jóvenes en el patio de un instituto de Tarragona. Aunque los factores de estos comportamientos delictivos son diversos, los expertos alertan de que el consumo masivo de porno en la adolescencia tiene relación directa con los abusos sexuales en tan tempranas edades.
El mismo fiscal de Sala Coordinador de Menores, Eduardo Esteban, ha comparecido en las últimas horas para señalar que, desde 2015, se ha registrado un aumento de los delitos contra la libertad sexual y que la pornografía tiene “un efecto criminógeno”, relacionando ambos factores por primera vez. En la misma línea, el investigador y doctor en Sociología y Filosofía en la Universitat de les Illes Balears Lluís Ballester alerta de que el consumo masivo de porno a tan pronta edad “desactiva los mecanismos de empatía cognitiva” y “normaliza la violencia”.
Un 25% hace un consumo masivo
El sociólogo denuncia que entre el 15% y el 20% de los niños españoles tienen su primer contacto con la pornografía a la edad de ocho o nueve años. “No lo buscan, se lo encuentran porque las grandes compañías se han encargado de colonizar las redes sociales, los videojuegos y han comprado los dominios”, de forma que si buscan cualquier término sexual lo que encontrarán serán sus webs. El consumo no se normaliza hasta los 12 o 13 años, para acabar estableciéndose como un hábito a los 14 años. Estas cifras, además, coinciden con otros estudios efectuados en países como Estados Unidos, lo que señala que se trata de una tendencia global.
El asunto radica en que entre un 25% y un 31% de los adolescentes (de 13 a 20 años) están en niveles de consumo “problemáticos”, lo que se traduce en una hora diaria de visualización de estos contenidos o, lo que es lo mismo, entre cinco y siete horas semanales, mientras que son un 3% los espectadores llamados compulsivos. Como ejemplo gráfico, el experto expresa que, para adquirir una habilidad de complejidad media --como hacerse entender en una lengua--, se necesitan de 400 a 500 horas, mientras que el 25% de los jóvenes españoles ven más de 1.000 horas de porno desde los 13 a los 20 años, según estudios realizados en 2019 y 2022. La situación es más preocupante para el grupo (entre el 3,5% y el 5%) que llega a la edad adulta con 4.000 horas de adicción a sus espaldas, el tiempo equivalente a una carrera universitaria. “Ni siquiera, porque en asistencia real solo se exige en algunos grados como Medicina o Ingeniería”, asegura Ballester.
Normalización del lenguaje denigrante hacia la mujer
Los efectos nocivos de este consumo masivo, alerta el doctor, son múltiples. Por un lado, se produce un “riesgo por consumo” que afecta a este 25% de los jóvenes. La visualización descontrolada, explica el experto, altera sus percepciones, y fija el lenguaje del porno en el que se categoriza a las mujeres como “putas”, “zorras” o “guarras” frente a la imagen "heroica" que se proyecta de los hombres. Se asume el rol de la mujer sumisa, que no frustra el deseo del varón, aunque sea violento, y la ritualización del sexo, que siempre empieza con una erección y acaba con una eyaculación. Asimismo, denuncia, los menores asimilan la erotización de la violencia.
Todos estos inputs tienen un impacto en las actitudes de los jóvenes. “Se reduce la cultura de la protección, por ejemplo, porque en el porno no hay preservativos”, señala Ballester. Pero también se produce una clara aceptación y tolerancia de la violencia y, por consiguiente, una reducción de la empatía. “Muchos chavales manifiestan que el porno estándar les aburre, que les pone algo más violento. Pero hay que recordar que en el porno la representación de la violencia implica que se ha tenido que ejercer la violencia. No hay un ‘como sí’”. Además, estas actitudes son un precursor de la conducta, es decir, las trasladan a sus relaciones sexoafectivas. “Estamos viendo que llevan esta violencia a sus relaciones, así como a ejecutar prácticas de riesgo. Otro efecto es que el sexo convencional con su pareja les aburre porque han estado expuestos a superestímulos”. Esta desconexión de los mecanismos de la empatía cognitiva deriva en una escalada de violencia, de “buscar cada vez más”.
¿Cuánto tardó el porno en llegar a 50 millones de clientes?
Otro de los efectos, señala Ballester, es el “riesgo por contacto”. El sociólogo alerta de que la industria del porno ha colonizado el mundo de los videojuegos y ha comenzado a captar a chicas a través de las redes sociales, como si de un “casting” se tratara. “Están seduciendo a muchas chicas para que produzcan imágenes pornográficas. En los últimos grupos de discusión hemos detectado que hay menores con cuentas en Onlyfans, pero es que además hay influencers que les enseñan a saltarse los filtros de edad de las plataformas”. Ellas, dice, ni siquiera son conscientes de que este contenido es pornografía.
Para hacerse una idea del poder del sector pornográfico, un estudio de 2018 en Estados Unidos analizó cuánto tiempo tardaron las diferentes industrias en conseguir 50 millones de clientes con las tecnologías del siglo XX y del siglo XXI. La aeronáutica necesitó 68 años para vender el billete número 50 millones en Estados Unidos; la televisión requirió de 22 años para vender 50 millones de televisores; los primeros 50 millones de internet llegaron a los siete años... y Pornhub, una de las 11 grandes compañías del porno, tardó solo 19 días en alcanzar esa meta. “¿Cómo? Comprando los dominios de los buscadores”, de forma que consiguieron captar toda la curiosidad sexual de los usuarios, que al introducir cualquier término accedían --y acceden-- directamente a estos contenidos. “Si buscas esto con 13 años inmediatamente te saldrá porno, mucho porno”. Además, supone el salto previo al consumo de la prostitución, que paga ingentes cantidades de dinero para publicitarse en las grandes plataformas del sexo.
De la pantalla a la calle
El consumo masivo de porno, según el experto, tiene una traducción en un cambio de las actitudes de los jóvenes. “Nos encontramos con pandillas violando, como parte de las posibilidades de acción. Y además lo graban y lo distribuyen, porque la acción no termina hasta que ellos se convierten en una suerte de Rocco Siffredi o de Nacho Vidal”. Además, insiste, la influencia de esta gigante industria llega también a las víctimas: “Les enseña a victimizarse, que ser una víctima puede ser atractivo”. “El mimetismo con el porno es extremadamente importante, está educándoles en la cultura de la violación”.
Además, un informe del Parlamento Europeo que aparece en la Memoria de la Fiscalía del Estado de 2021 se hace eco de un incremento de los episodios delictivos que tienen como víctimas a menores de edad relacionados con la producción del porno o con delitos sexuales vinculados al porno. Las denuncias se han disparado en Europa de 25.000 en 2010 a 725.000 en 2019. “Ese boom de la explotación de menores vinculada a la pornografía es exponencial. Ha crecido más de un 3.000% en nueve años: no es una encuesta, son denuncias con nombres y apellidos”.
No existe un porno ético
Tras exponerse los efectos que tiene el consumo masivo del porno a largo plazo, intentar extender la idea de que existe un porno alternativo o feminista es como hablar de una industria de armamento “ética”: “Es no entender nada sobre cómo funciona la industria del porno”.
¿Por dónde pasa la solución a este problema? El experto insiste en que ha llegado el momento de "la educación de las emociones, los afectos y la sexualidad" con la participación de toda la sociedad y para todas las edades. Por otro lado, solicita a los Consejos Audiovisuales Autonómicos que si regulan el acceso a la cinematografía en televisiones y salas de cine lo hagan también con los contenidos de internet. La solución pasa por todos los ámbitos, también por la familia, ejerciendo un mayor control. "Los móviles deberían salir de fábrica con controles parentales fáciles de gestionar para los padres y madres". "En sexualidad está todo permitido mientras exista el vínculo seguro y el respeto, el consenso de prácticas y el consentimiento no viciado y el placer compartido", expresa. Y el porno se carga las tres.