Los jóvenes cada vez son más conformistas en el amor y tienen mayor miedo a quedarse solos. Son las conclusiones de un estudio de Swen Seebach, vicerrector y experto en sociología de las emociones de la Universidad Abat Oliba CEU. En una conversación con Crónica Global, el profesor asegura que se ha acabado el modelo romántico de relación que predominaba hace años. La juventud tiene una mentalidad más práctica, más racional y estratega a la hora de mantener sus relaciones amorosas. En definitiva, tienen en cuenta los costes y beneficios antes de romper con su pareja. "Cada vez son más los que deciden mantenerla por comodidad".
Seebach nació en Alemania, pero vivió en Bangkok (Tailandia) durante muchos años. Algo que le permitió estudiar las diferencias de las relaciones entre Europa y el continente asiático. Llegó a Barcelona en 2007 y, entre risas nerviosas, recuerda que fue el amor lo que le trajo hasta la capital catalana, donde vive con su mujer y sus cuatros hijos.
-- PREGUNTA: ¿Es el amor lo que sigue moviendo el mundo?
-- RESPUESTA: Yo creo que sí y mi investigación dice que sí. El amor todavía es uno de los temas esenciales, tanto para las personas más jóvenes como para las más mayores. En momentos de crisis, cuando estamos superados en el trabajo o en contextos como el Covid, el amor es la salida que nos queda. Es un mito que nos da sentido.
-- En tu investigación has detectado que los jóvenes han cambiado su concepto del amor. ¿Cómo lo entienden?
-- En las investigaciones hemos visto que hay una negociación interna entre los costes y los beneficios de una relación. Una toma de decisión que, a lo mejor, es menos romántica. Los jóvenes no se quedan en una relación porque haya una sensación profunda de la emoción del amor, sino porque muchas veces es cómodo y se ha invertido bastante tiempo. Por otro lado, hay miedo de quedarse solo, especialmente después de la pandemia. Por ejemplo, el miedo a quedarse sin trabajo y no tener a nadie con quien compartir estos momentos emocionales profundos. Piensan que es mejor quedarse con una persona que no te provoca una sensación profunda de amor, pero que te permite participar en el amor de alguna forma.
-- ¿El apego a la relación amorosa es una consecuencia de un cambio en las amistades también?
-- Las amistades son más liquidas. O sea, orientadas a lo que me va bien ahora, no me va bien mañana. Es verdad que sucede esto, que es conocido como amor líquido, pero yo no diría que las relaciones de amistad son menos profundas y, como consecuencia, las relaciones amorosas aumentan. Es más bien que las relaciones amorosas tienen un papel importante en nuestras vidas, así que muchas veces los jóvenes piensan me quedo con el mal menor antes que arriesgarme y quedarme sin nada.
-- ¿Qué es el concepto de amor líquido?
-- Nosotros, como individuos en esta sociedad, somos menos estables que en otros momentos. Hay cambios de gusto, de estilos… Podemos reinventarnos mucho más que otras personas en otras épocas. Como consecuencia, las relaciones se moldean de esta transformación continua de nosotros mismos. Entonces, no hay una relación amorosa que en teoría tenga que perdurar para toda la vida. Las relaciones amorosas tienen que ajustarse a los cambios que estamos haciendo nosotros. Entonces, al final, es un tipo de amor que tiene que reinventarse continuamente, si no es con la misma persona, con otra.
-- El hecho de que ahora los jóvenes estén más desilusionados en el amor, ¿puede ser una consecuencia de la incertidumbre en otros aspectos? Por ejemplo, económicos, o del futuro...
-- Sí. Los jóvenes de hoy en día son una generación que se ha desencantado el mundo del futuro, que para la generación anterior siempre ha sido el motor de sus vidas. Antes se veía el futuro como una posibilidad de mejora y de cambio. Esta es la primera generación que ha vivido que este futuro cada vez está más cerrado y oscuro, lo que provoca un desencanto con el mundo. Creen menos en los grandes mitos y en la mejora de sus vidas. Obviamente, el amor es uno de los mitos más importantes de nuestra sociedad y, por tanto, se ha visto perjudicado.
-- ¿Cómo ha influido la pandemia en que los jóvenes tengan esta visión del amor?
-- Ha influido mucho. A parte de los niños pequeños en contextos familiares complejos, la juventud -- de los 16 a los 23 años-- ha sido el segmento más afectado por el Covid. Hay que tener en cuenta que les ha pillado justo en el momento en que empiezan las relaciones con amigos, compañeros de la misma edad y las primeras experiencias de las relaciones amorosas. Eso de quedarse en casa, sin relación en ese momento, o quedarse con la preocupación de que a lo mejor no encuentras nunca una pareja, ha influido muchísimo en la forma en la que se plantean las relaciones amorosas y la vida en general. Es una generación que ha tenido la experiencia de que nada es seguro.
-- El hecho de que los jóvenes se queden con una pareja por comodidad contrasta con la idea de que deberían valorarse más y arriesgar para lograr la felicidad... Aunque eso implique romper o cambiar de pareja.
-- No es que no quieran a la otra persona, pero su definición de lo que es el amor y una relación incluye mucho más. Valoran los costes y los beneficios. Eso provoca que la relación sea más egoísta, es así. Sacrifican los mitos de una relación romántica, pero se quedan en la relación porque a ellos, con lo que a ellos les importa --comodidad--, les va bien.
-- Pero esto no deja de ser miedo a arriesgarse y, a la larga, estos jóvenes pueden llegar a arrepentirse. ¿Qué consecuencias podría tener a largo plazo esta visión del amor?
-- Es difícil de explicar. El amor nunca ha sido del todo estable. A lo mejor estamos simplemente viviendo el cambio en las relaciones amorosas y en la definición del amor. Pero eso no significa que acabe peor. Lo que sí es verdad es que al final, si hay una juventud mucho más orientada a negociar costes y beneficios y donde rige más la preocupación y el miedo respecto al futuro, puede tener consecuencias complicadas porque serán jóvenes que se arriesguen menos y que experimenten menos.
-- Esto podría recordar a nuestras generaciones pasadas. Nuestros abuelos se quedaban en relaciones por miedo a arriesgarse, por comodidad, por los hijos… ¿Da la sensación de que estamos volviendo al pasado?
-- Sí, pero en el contexto de nuestros abuelos la preocupación era respecto a un juicio exterior. Es decir, en el qué dirá la sociedad y el entorno sobre el hecho de que haya cambiado de pareja. En este caso no es una cosa de un juicio exterior, es un miedo de la identidad propia. Es un miedo hacia uno mismo. Los jóvenes no están preocupados de que el mundo les diga que lo han hecho muy mal o de que son poco estables, sino que es por miedo a quedarse solos.
-- ¿Este miedo a quedarse solo tiene que ver con la idea del autoamor?
-- Sí, tiene que ver. De hecho, si un concepto como el autoamor se tiene que promocionar activamente, animar y utilizar… demuestra todo lo contrario: que vivimos en un tiempo en el que falta autoamor. Creo que cuando el autoamor de las personas está bien no hace falta hacer referencia continuamente a su importancia. Las identidades en esta época son menos estables, por eso se busca una afirmación de la identidad en el exterior como redes sociales o entornos digitales. El autoamor es un concepto que nos reclama a preocuparnos otra vez por nosotros mismos.
-- ¿Cómo cambiamos esto?
-- Mejorando las condiciones sociales para que los jóvenes puedan quererse a ellos mismos y a su futuro con una cierta seguridad otra vez. ¿Cómo? Consiguiendo que no rija continuamente la preocupación sobre si encontrará un trabajo, qué posibilidades tendrá en el futuro, si su vida será mejor que la de sus padres, si podrá vivir en algun piso propio o tendrá que quedarse siempre con la familia… Hay condiciones económicas y sociales que no son positivas y que se vinculan discusivamente con el esfuerzo y las capacidades del individuo joven. Los jóvenes tienen la sensación de que tienen que cumplir con un plan, pero al mismo tiempo se les está diciendo que ese plan es difícil de cumplir.
-- En el estudio habéis detectado que el lenguaje del amor se ha incrustado en otros ámbitos como el laboral. ¿Qué significa esto?
-- Hay una tendencia en los puestos de trabajo orientada a tejir relaciones personales profundas. Se generan experiencias, momentos de intercambio de emociones, de cuestiones personales, se intenta crear salidas conjuntas…
-- ¿O sea, antes se era más reacio a entablar una relación intima en el trabajo y ahora menos?
-- Sí, y es una cosa que se fomenta. Es una forma de crear una nueva forma de vinculación del trabajador con la empresa. Creo que es una cuestión de liderazgo de empresas, porque una persona que quiera mucho a la empresa y a sus compañeros de trabajo, trabaja más. La generación anterior esto lo entiende mucho menos. Otra vez se podría conectar con esta inseguridad identitaria de los jóvenes. A lo mejor buscamos esta relación profunda porque necesitamos esa reafirmación sobre lo que somos.
-- ¿El amor está relacionado con el consumo?
-- Desde principios de siglo XX el consumo se ha convertido en un elemento clave para las relaciones amorosas. Por una parte, porque la relación amorosa está vinculada a una serie de experiencias que te permiten estar relacionadas con esa persona. Pueden ser experiencias tipo viajes, regalos o incluso pasar una tarde delante de una película de Netflix. Pero existe esta idea de que una forma de consumir conjuntamente es una parte importante para crear un relato de la relación amorosa. Por otro lado, vivimos en una época en la que teóricamente somos libres de elegir a nuestras parejas. El consumo, especialmente en la primera fase de la relación amorosa, es una forma de sondear si encajamos con la otra persona a nivel personal, de clase social y cultural. Por ejemplo en Tinder, una parte importante de la comunicación es sobre lo que estamos consumiendo. También es una forma de saber si encajamos con el otro.
-- ¿Qué papel juegan las redes sociales en este cambio de concepto?
-- Las redes sociales y su contenidos también son elementos de consumo que nos permiten sondear a nuestras parejas. Por ejemplo, si le gustan los memes, qué tipo de memes le gustan, qué tipo de humor tiene… Este consumo nos explica algo sobre si hay encaje o no. Los jóvenes lo usan de esta forma. Y si miramos las relaciones amorosas a nuestro alrededor, vemos que muchas veces, en el día a día de una pareja, el consumo conjunto o compartido es una práctica muy habitual, es muy importante.
-- ¿Y todo esto no nos convierte en personas superficiales?
-- Aquí hay un doble rasero. Por un lado sí, porque nos quedamos en un mundo exterior vinculándonos con determinados productos de consumo. Pero al mismo tiempo existe la preocupación sobre nuestra identidad, donde buscamos algo profundo con otra persona. Los jóvenes buscan profundidad, pero lo buscan en lugares equivocados y hacen compromisos para no quedarse sin nada.
-- En un día como hoy tampoco hay que olvidarse de quienes son anti San Valentín. ¿Por qué hay cada vez más gente reacia a esta celebración?
-- La causa es que es una fiesta que no está vinculada con ellos. En las relaciones amorosas la forma como creamos nuestros momentos significativos tiene que ver con las dos personas de la pareja. Ellos crean sus momentos mágicos. Una fiesta como San Valentín viene de fuera y te dice: hoy es el día en el que tienes que celebrar tu relación amorosa. Esto va bien para la gente que tiene mucha agenda y necesita que le digan cuándo tiene que dedicar tiempo a su pareja, le regala algo y le deja claro que la quiere. Pero la forma auténtica de tener una relación amorosa profunda no es el momento que viene dado por un momento cultural, sino una experiencia propia. San Valentín se percibe como un evento dado desde fuera y que no es auténtico. Sin embargo, la celebración no desaparecerá porque interesa como fiesta de consumo. A lo mejor aquí no juega un papel tan importante, pero por ejemplo en Bangkok San Valentín se celebra más. Como es un evento global no desparecerá completamente.
-- ¿Habéis detectado que la forma de concebir el amor en chicos y chicas es distinta?
-- Los chicos tienden más a quedarse en una relación por comodidad. Quizás se puede asociar a que tienden a tener unas identidades más vulnerables o viven de forma más activa e intensa que esta idea de quedarse solos puede ser problemática para sus vidas. Es una intuición, pero no es un resultado que pueda confirmar.