Cada Navidad las consolas y los videojuegos se cuelan entre los regalos más pedidos en las cartas de Papá Noel y Reyes. Según una encuesta realizada por Novakid, el 48% de los niños piden videojuegos y consolas para Navidad. Aunque este tipo de juegos pueden ser educativos y ayudar a desarrollar ciertas habilidades como la creatividad, la organización, la toma de decisiones, la tolerancia a la frustración o la gestión del estrés, lo cierto es que su uso excesivo puede llevar a causar conductas adictivas con consecuencias desastrosas para su infancia y adolescencia.
En 2018, el 2% de niños y adolescentes era adicto
En 2018, la OMS reconoció oficialmente la adicción a los videojuegos como trastorno de salud mental. En el mismo año, un estudio llevado a cabo por investigadores alemanes concluyó que un 2% de niños y adolescentes padece este trastorno. Ahora, un estudio de la Universidad de Seúl y de Yale señala el tiempo de exposición como determinante en el aumento de riesgo de adicción. Según este estudio, los menores que pasan más de cuatro horas diarias jugando a videojuegos tienen un riesgo mucho mayor de desarrollar una adicción.
La edad, factor decisivo para indicar el tiempo de uso razonable
Eduardo Cruz, CEO de Qustodio, plataforma de seguridad y bienestar digital para familias, considera la edad como un factor decisivo para indicar el tiempo de uso razonable de los videojuegos. Así, sostiene, entre los 9 y los 11 años, la exposición a videojuegos debería ser progresiva y siempre bajo control paternal. A partir de los 12 años la situación se vuelve más complicada.
“Los menores tienen una mayor independencia y autonomía, por lo que la supervisión y el acompañamiento se vuelven más complejos”. Por ello, recomienda a los padres “seleccionar videojuegos apropiados y limitar el tiempo de uso”. Esto último, destaca, “es la clave”.
Pero para supervisarlos y acompañarlos es necesario un cierto conocimiento. Sin embargo, uno de los errores más comunes entre los padres es el de menospreciar las aficiones digitales de sus hijos sin ni siquiera conocerlas, algo que, al final, ante los ojos de sus hijos, los desacredita para opinar. Por esa razón, Eduardo Cruz aconseja hablar con ellos sobre sus videojuegos y dedicar tiempo a jugar juntos. “Es una experiencia satisfactoria que fortalece los vínculos familiares y que dota a los padres de cierta autoridad moral para opinar sobre este campo”.
Enseñarles a autogestionarse
Es importante también mostrarles cómo administrar su propio tiempo dividiéndolo entre el estudio, el deporte, los videojuegos y el ocio no digital, “lo que les ayudará a tener una vida más enriquecedora y equilibrada”, consideran desde Qustodio. Aún enseñándoles a autogestionarse, es fundamental fijar unos límites de tiempo, pues los juegos están concebidos para superar continuos retos, por eso a los menores les cuesta trabajo decidir cuando es el momento de parar.
Otra de las recomendaciones de Qustodio es mantener los dispositivos digitales fuera de la habitación y utilizarla únicamente en las zonas comunes de la casa. “Esto evitará que el menor se aísle --los adolescentes tienen tendencia a ello--, facilitará el control de los tiempos de uso y, además, mejorará su descanso”, explica Eduardo Cruz.
Proponerles otras opciones de ocio offline, especialmente si se trata de una actividad física, contribuirá, según esta plataforma de bienestar digital, a reducir el estrés, mejorar sus hábitos de descanso y evitar malas posturas. La lectura también es otra de las opciones más recomendables como alternativa al tiempo ante pantallas. Y, por último, predicar con el ejemplo. “De nada sirve decirle al niño que apague la videoconsola si sus padres no despegan los ojos del móvil”, concluye.