Los campos de fútbol perdidos de Barcelona
Conforme la ciudad y los clubes han crecido o desaparecido, también lo han hecho los recintos deportivos destinados al balompié
11 diciembre, 2022 00:00Hubo un tiempo –largo, por cierto– en el que el fútbol no existía y, por lo tanto, no había recintos destinados a la práctica de este deporte. De hecho, el balompié llegó a España desde Inglaterra en los años finales del siglo XIX y no era apto para todo el mundo. Pero ello obligó a improvisar los primeros campos de juego, a menudo descampados irregulares en los que se plantaban unas maderas a modo de porterías. Uno de esos estadios primigenios en Barcelona fue el Velódromo de la Bonanova, ubicado en la parcela comprendida entre lo que hoy son las calles Vallmajor, Reina Victòria, Valero y Modolell, en Sant Gervasi. Allí, donde ahora se levantan varios bloques de viviendas, se iniciaron el Català y el FC Barcelona, dos de los primeros clubes de la ciudad, ambos creados a finales de 1899.
Ellos marcaron el camino y, pronto, el foot-ball fue ganando adeptos, si bien seguía bastante asociado a ciertas clases, pero se popularizó. Así que no solo empezaron a formarse más equipos, sino que estos requerían de mejores instalaciones para desarrollar la actividad. De este modo, y en paralelo al desarrollo urbanístico de la ciudad, fueron adaptándose terrenos cerrados para este deporte. He aquí un dato llamativo: en 1900, la capital catalana contaba ya con cinco campos públicos y seis conjuntos; 100 años después, los recintos eran 31 y los clubes se habían multiplicado por 29, hasta los 175. Esto refleja que el balompié perdió su carácter de distinción social para ser considerado un medio de regeneración social, primero, y un espectáculo, después. Todo se transformó a su alrededor. Y hoy es un gran negocio.
Los siete campos del Barça
Pero no solo el crecimiento del fútbol y la necesidad de rentabilizarlo es la causa de la desaparición de tantos campos y el cambio de sede de numerosos clubes a lugares cada vez más alejados del centro de la ciudad. Se da la circunstancia de que el balompié promueve el entorno y, cuando este se urbaniza, se encarece el suelo y ello motiva la construcción en los solares donde antes se marcaban goles. No obstante, en las décadas de 1960 y 1970, mientras en los barrios consolidados se produjo este fenómeno de expulsión, en los barrios nuevos, con grandes explanadas libres, ocurría todo lo contrario. El deporte se convirtió en cohesionador de los vecinos recién llegados de otros puntos de España.
Aun así, muchos campos se han quedado por el camino. Sin ir más lejos, el Barça ha pasado hasta el momento por siete terrenos en la ciudad; el primero fue el mencionado velódromo y, el último, el Camp Nou, su feudo actual. Pero se pueden buscar los restos o los emplazamientos de los otros cinco. Por ejemplo, su segundo y efímero recinto fue el del Mas Casanovas, en los terrenos hoy ocupados por el Hospital de Sant Pau, que la entidad tuvo que abandonar ante la construcción del complejo médico. Aterrizó entonces en Can Sabadell, entre las actuales calles Garcilaso y Acàcies, y tres años más tarde se trasladó a la calle Muntaner –Muntaner, París, Casanova y Londres–, junto al Hospital Clínic. Ese era un descampado privado, por el que pagaba un alquiler, y también fue la casa del Hispania y del Espanyol en otros momentos de las dos primeras décadas del siglo XX.
Placas de recuerdo
En 1909, el Barça compró su primer campo, el de la calle Indústria (actualmente París), situado en el terreno encajado entre Urgell, Villarroel, Londres y la mencionada vía. Para los curiosos, en la fachada del 252 de Comte Borrell una placa recuerda el lugar donde se erigía el emblemático recinto, que fue la casa azulgrana hasta que, en 1922, y por motivo del crecimiento de la entidad, el equipo se marchó a Les Corts –Numància, Travessera de les Corts, Vallespir y Marquès de Sentmenat–, el último y recordado estadio antes del Camp Nou. Por cierto, en el 123 de la calle Numància se puede encontrar otro letrero que hace referencia en este caso a este conocido templo barcelonista.
El otro gran equipo de Barcelona, el Espanyol, también pasó por distintos campos en diversos puntos de la ciudad, como Can Grassot, delante de la Sagrada Família; un descampado colindante a la plaza de toros de Las Arenas, y el antecitado de la calle Muntaner, entre otros. Pero entonces también dio un paso al frente y compró los terrenos para construir el estadio de Sarrià (1923-97). Sin embargo, tuvo que vender la parcela 70 años después para sanear sus cuentas y en su lugar hoy hay pisos y un parque que se llama precisamente Jardines del Campo de Sarrià.
Mapa deportivo de Barcelona de 1911
Los campos de Barça y Espanyol son solo algunos de los que han desaparecido, aunque hay muchos más. Un mapa publicado en la revista Stadium en 1911 informaba de los recintos deportivos de Barcelona en aquel momento, con numerosos terrenos balompédicos, si bien ya no queda ninguno de aquellos. Pero había incluso más equipos que terrenos.
Aun así, se aprecia una gran concentración de descampados en los que se practicaba este deporte. De hecho, los campos del Barça (calle Indústria), del Espanyol, del Català, del Universitary y del Continental estaban uno al lado del otro, muy cerca de la Escuela Industrial y del Hospital Clínic, debajo de la Diagonal. No muy lejos se ubicaban los terrenos del Internacional, del Numancia y del Provenzal y, algo más alejados, los del Franco Español, el España, el Europa y el Hispania, entre otros. En esos lugares ahora solo hay pisos y asfalto.