Cada vez cuesta más encontrar a gente que quiera trabajar en la hostelería. Un sector al que la pandemia ha castigado duramente, provocando que haya menos formación, menos captación de talento y, por ende, peor calidad del servicio. Empresarios, sindicatos y preparadores coinciden: la falta de personal cualificado es uno de los mayores problemas del colectivo.
“Nos contentamos con cubrir las vacantes más allá de que estén preparados”, aseguran en declaraciones a Crónica Global. Y es que las restricciones del Covid, que obligaron al cierre de los establecimientos durante largos periodos de tiempo, llevaron a que los empleados tuvieran que buscarse la vida en otros ámbitos como la logística, el reparto, el transporte y el comercio. Profesiones donde los horarios son “más estables y facilitan la conciliación”.
Gente "con ganas de trabajar"
El problema número uno del sector es la falta de personal. Desde la Asociación de Empresarios de la Hostelería de Tarragona (AEHT), su presidente Francesc Pintado tilda de “imposible” optar por personal cualificado a raíz del virus: “Nos conformamos con gente con ganas de trabajar”, responde a preguntas de este medio.
Asimismo, culpa a la pandemia de esta situación porque ha hecho “perder talento”. “La hostelería fue un sector que se señaló con más énfasis que ningún otro, culpándolo de la proliferación del virus y los contagios”. Con el tiempo se ha demostrado que eso no era así, pero las personas que antes formaban parte de él “se han tenido que buscar la vida” fuera.
De hecho, reconoce que este verano han tenido que optar por estudiantes que querían "sacarse un dinero extra" para poder cubrir todos los servicios. Algo que ve preocupante y que les obliga a hacer autocrítica: “El sector debe ser más atractivo para que la gente quiera venir a trabajar”, manifiesta.
La precariedad laboral como un freno
Y para seducir es clave acabar con la precariedad laboral, aseguran desde la parte social. En este sentido, el responsable del sector de la hostelería en CCOO Cataluña, Paco Galván, cree que “se debe apostar por la formación y por unas condiciones y salarios dignos que permitan un proyecto de vida”. En la misma línea opina Igor Abascal, de UGT: “Muchas personas de la hostelería trabajaban a tiempo parcial y cobrando en negro”.
Pero si algo echa para atrás a la hora de adentrarse en esta profesión son los horarios. Y es que cabe recordar que los establecimientos van más desbordados durante los fines de semana, festivos y periodos de vacaciones, “cuando la mayoría de la población descansa”, añade Pintado.
Un servicio de peor calidad
A la falta de personal se le suman otros problemas, como la debacle de la calidad del servicio. De hecho, algunos camareros consultados por este medio aseguran que "cada vez son más los clientes que piden la hoja de reclamaciones por un mal servicio". Lo corrobora Cristina Cusí, directora de restauración de la Escuela Superior de Hostelería de Barcelona (ESHOB): “Cada vez es más difícil encontrar un buen servicio en espacios no tan gastronómicos donde quieras felicitar a la sala”. “Es como buscar una aguja en un pajar”, lamenta.
La baja remuneración, los horarios irregulares y la carga de trabajo incitan al desinterés de la población y a la falta de formación. En este sentido, Galván considera que la precariedad laboral hace que “no se lleguen a cubrir ni las plazas educativas ofertadas en los ciclos reglados de escuelas”.
¿Cómo prestigiar la profesión?
El vacío en las aulas se traduce en una peor calidad en las salas: “Está bajando el nivel de los trabajadores porque no hay personal en las plantillas que puedan enseñar”, añade Abascal, que reconoce que, si en una cocina solo hay un experto, es imposible que enseñe a otras 10 personas. Así pues, la figura del mentor se está perdiendo.
Es evidente que la sensibilidad de una persona formada “en un ramo que quiere” no tiene nada que ver con alguien que, por necesidad económica, se adentra en el sector. Por eso, Cusí pide prestigiar la profesión optando por personas que demuestren los atributos que requiere. “Paciencia, discreción, agilidad de mente, formación continua y cultura, sacrificio, idiomas, presencia y ganas de estar y atender a la gente”, enumera.
Y más allá del listado de cualidades, recuerda que la vocación es esencial en la sala y no todo el mundo es válido para ella.