El escándalo de la niña olvidada en un bus escolar aflora la precariedad de los monitores
Los sindicatos educativos lamentan que las dos acompañantes sean "las únicas que paguen los platos rotos", cuando la escuela y el conductor "también son culpables"
22 septiembre, 2022 00:00El escándalo de la niña de tres años olvidada en un bus escolar durante siete horas ha dado mucho que hablar. Sin embargo, a los sindicatos representativos en el ámbito del ocio educativo no les sorprende que alguna vez sucedan este tipo de desgracias teniendo en cuenta la precariedad del sector. Si para algo ha servido este suceso es para que afloren las malas condiciones laborales de unas monitoras que "están desmotivadas por sus bajos salarios y poco preparadas" para ejercer de cuidadoras de grupos numerosos de menores.
El descuido de las dos que tenían a la pequeña Lucía a su cargo "es injustificable", porque ninguna se aseguró de que la niña bajó del vehículo para entrar al colegio. No obstante, las fuentes consultadas por Crónica Global lamentan que sean ellas "las únicas que paguen los platos rotos". Señalan que la escuela y el chófer del autocar "también tienen su parte de responsabilidad al no haber cumplido cada uno la parte del protocolo que le corresponde" para asegurarse que todos los alumnos llegan a sus respectivas clases.
Una cadena de errores
Lucía subió al bus escolar que la llevaría a la escuela Maria Ossó de Sitges como cada mañana junto a su hermano Lucas, de seis años. Cuando llegó al centro, la pequeña no bajó y nadie se dio cuenta. El conductor regresó a la cochera, apagó el motor y salió del vehículo, dejándola dentro. Fue siete horas más tarde cuando el trabajador que iniciaba el turno de vuelta a casa se la encontró. Durante ese tiempo, la escuela tampoco extrañó a la menor, lo que evidencia que se trata de una "responsabilidad colectiva" según los representantes de los trabajadores del ámbito educativo.
"Se produjo un efecto cadena", aseguran las mismas voces. Pues lo correcto --pese al "error" de las monitoras--, por un lado, es que el chófer hubiese "tenido que echar un último vistazo al interior del vehículo" y, por otro, que el centro escolar se hubiese puesto en contacto con los padres para justificar la ausencia de su hija. "Si alguna de esas variables se hubiese producido, el error humano de las monitoras hubiese sido grave igualmente, pero la niña no hubiese estado siete horas encerrada en un autobús", apuntan.
En este sentido, consideran que la escuela ha incumplido el protocolo de ausentismo, que regula que, cuando un menor falta al centro, éste debe ponerse en contacto con la familia para aclarar qué ha sucedido y justificar la falta. De hecho, el documento destaca que la escuela debe "notificar la situación de ausentismo leve que se ha producido". El centro no ha querido responder a las preguntas de este medio.
Nadie asume las culpas
El gerente de Autobusos Plana --responsable de la ruta del bus escolar-- culpa a las acompañantes porque considera que la función de controlar que los alumnos bajen del bus "recae" en ellas. En declaraciones a los medios, Josep Albert Vallcorba se refirió al decreto 161/1996 del Govern que regula el servicio escolar de transporte: el artículo 6.4 atribuye a los acompañantes vigilar al alumno, controlar la subida y bajada en las paradas establecidas y procurar que el estudiante entre en el recinto escolar.
Mientras tanto, desde la Fundación Pere Tarrés --que gestiona el monitoraje-- responsabilizan al chófer por no cumplir el reglamento del Consejo Comarcal del Garraf. Según el documento consultado por este medio, el artículo 9.3 indica que "el conductor no tiene que iniciar la marcha hasta que todos los alumnos que estén dentro del vehículo se encuentren correctamente sentados y el acompañante así lo indique. Antes de abandonar el vehículo, el conductor tiene que revisar que no ha quedado nadie".
Así pues, se echan las culpas los unos a los otros, mientras las monitoras han sido apartadas de forma cautelar hasta que el Consejo Comarcal aclare las causas de lo ocurrido. Fuentes cercanas a las trabajadoras aseguran que todavía están "impactadas", aunque hacen autocrítica. No entienden cómo ha podido suceder y temen perder sus puestos de trabajo. Según la fundación, se trata de profesionales con 20 y tres años de experiencia, respectivamente.
Un trabajo precario
Sin embargo, el susto ha llevado a los sindicatos a volver a exigir a la Generalitat que el ocio educativo "debe estar regularizado y mejor cuidado". Se deben cambiar muchas cosas, entre ellas las condiciones laborales. El sueldo bajo --ronda los 360 euros mensuales-- hace que, muchas de ellas, tengan que "compaginar con otros trabajos para tener un salario que no llega a ser ni digno", alertan. También deben hacer frente a las elevadas ratios. En este caso, las dos monitoras debían hacerse cargo de 60 alumnos --30 para cada una--, una cantidad "desorbitada".
"Que dos personas tengan que cuidar de 60 niños es una vergüenza y la Administración tiene la culpa de eso, porque han dado vía libre a las empresas que deciden no contratar a más personal", apunta Xavier Reboso, de UGT.
Poca formación
Pero la formación tampoco es la mejor. Y es que el único requisito que se exige a una persona que quiere ser monitora de actividades de tiempo libre infantil y juvenil es tener 18 años. En tres meses --lo que equivale a 300 horas de teoría y 150 de prácticas-- se logra el título, sin tener que acreditar experiencia ni titulación previa. Los expertos tildan de "imprudencia" este proceso de acreditación si se tiene en cuenta que también realizan "un servicio pedagógico" y que están al cuidado de menores de edad.
"No queremos criminalizar a nadie porque hay gente muy válida, pero se tendría que mejorar la formación para que el ocio educativo no sea un cajón de sastre, como lo es ahora", añade Cristina Broto, portavoz de CCOO en Cataluña.
"Las personas que cuiden de nuestros hijos tienen que tener una buena formación. Se las tiene que seleccionar mejor y pagar mejor", apunta el secretario de organización de la Federación de Servicios Públicos del Garraf, Jesús Martín. También Iolanda Segura, portavoz de Ustec y docente infantil, se ha mostrado muy crítica con las exigencias para lograr el título: "Para estar con niños hay que tener una mínima formación. Como mínimo, el graduado escolar". En este sentido, considera que el ámbito lúdico es una parte muy importante en la educación. "Educan valores, principios y autoconocimiento", sentencia.
"¿Y si hubiese sido peor?"
En la misma línea se posiciona Broto, que reclama "dignificar el sector". "Con estas condiciones laborales es imposible retener talento, por eso es tan fácil encontrar trabajo, ya que hay mucha rotación", apunta.
Aun así, lamentan que tenga que llegarse a estos extremos para que la Administración tome cartas en el asunto. "¿Y si hubiese sido peor, de qué sirve una investigación?". Mientras tanto, la pequeña Lucía todavía pregunta a su familia por qué se olvidaron de ella.