La pequeña Lucía todavía está en shock. Así lo ha reconocido su padre, Sebastián Esteban, que ha explicado que su hija todavía le pregunta por qué la dejaron durante siete horas --de nueve de la mañana a cuatro de la tarde-- encerrada en el bus que debía dejarla en la escuela. Lloró, gritó, intentó abrir las puertas y mover el volante del vehículo, que era “demasiado grande y duro” para ella.
Como cada mañana, la menor subió junto a su hermano de seis al autocar que les llevaría al colegio Maria Ossó de Sitges. Éste le desató el cinturón de seguridad antes de él abandonar el vehículo con su grupo y una monitora, pero lo sorprendente llega después: su hermana --a cargo de la otra de las monitores-- no bajó para ir a clase.
El chófer, empleado de la empresa Plana, volvió a arrancar y regresó de nuevo a las cocheras, donde apagó el motor y se marchó, sin comprobar que había una niña entre los asientos.
Apartadas de su puesto de trabajo
Como avanza La Vanguardia, la madre de la menor, Amalia Presmanes, ha presentado una denuncia por los hechos que ha recaído en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Vilanova i la Geltrú. Pide sancionar a la escuela por no cerciorarse de que su hija había entrado al aula; al Consejo Comarcal del Garraf, que presta servicio de transporte escolar; a la Fundación Pere Tarrés, que gestiona a los monitores, y a la compañía de vehículos.
Hoy por hoy, las dos monitoras que atendían el trayecto han sido apartadas de su puesto de trabajo de forma cautelar, hasta que se aclare lo sucedido.
Los padres, "indignados"
Pese a que Lucía se encuentra en un buen estado de salud, su padre reconoce que todavía la notan estresada por lo vivido. “Tardaremos un tiempo en volver a subirla a un bus escolar”, ha asegurado Esteban en declaraciones en TV3, donde se ha mostrado “indignado” porque “podría haber pasado algo mucho más grave”.
Por su parte, el Consejo Comarcal del Garraf ha abierto una investigación al respecto. En este sentido, han reclamado a las empresas que prestan el servicio de monitoraje y el de transporte escolar, un informe sobre los errores que pudieron llevar a olvidarse a la menor.
Según un comunicado de la Fundación Pere Tarrés, "todo apunta a que falló uno o más de los protocolos establecidos por parte del equipo de monitoraje, de la escuela y de la empresa de transporte, que por ley tiene la última responsabilidad de verificar que el autocar quede vacío al acabar el servicio". Asimismo, defiende la profesionalidad de las monitoras: "Dos personas con experiencia. Una de estas monitoras hace más de 20 años que realiza este servicio, y la otra más de tres".