El pasado domingo, sobre las 23.00, varias mujeres de una misma familia regresaban de dar un paseo por la carretera alta de Roquetes (Barcelona), una ruta muy popular entre los vecinos de la zona para realizar caminatas por las increíbles vistas que ofrece de la Ciudad Condal.
Exhaustas por el paseo y el calor que todavía apretaba a esas horas, relata una de ellas, decidieron sentarse sobre la barandilla de madera que separa la calzada de la acera. En ese momento, una furgoneta Renault modelo Máster de color blanco pasó al lado del murete en el que estaban sentadas las mujeres –en dirección Torre Baró-- y se detuvo a unos metros de ellas. Minutos después el furgón dio media vuelta y bajó calle abajo, esta vez con las luces apagadas y en sentido Canyelles.
"No me cuelgues, va a pasar algo"
“Cuando vi que la furgoneta bajaba, cogí a mi sobrina de nueve años, la aparté y llamé a mi hermana”, recuerda angustiada una de ellas. “No me cuelgues, que va a pasar algo”, le gritó. Mientras realizaba esta llamada de auxilio, dos de los tres ocupantes que viajaban en la furgoneta se bajaron del vehículo y preguntaron por la dirección de un camino. Aunque las mujeres les dijeron que no conocían la dirección por la que preguntaban, los jóvenes insistieron.
Uno de ellos utilizó la mascarilla que llevaba puesta para tapar parte de la matrícula del vehículo, mientras que el otro se aproximó a las mujeres con la intención de intimidarlas. Finalmente, se dirigió a la otra niña, de 14 años, y la amenazó: “¡Se acabó, ya está bien! ¡Dame tu celular!”, pronunció mientras le enseñaba una navaja. A pesar de que la adolescente les suplicó que no se lo llevaran, ambos se subieron en el vehículo y huyeron el con el teléfono y lo que la menor llevaba dentro de la funda: la tarjeta de transporte T16, unas fotos personales, veinte euros y dos cromos.
Siguieron el rastro del móvil
Gracias a la app de control parental Zenly que tenía instalada el dispositivo --que permite que los padres puedan conocer en tiempo real la ubicación de sus hijos-- la madre de la menor pudo seguir el rastro del teléfono que acababa de ser sustraído. La app la llevó hasta la furgoneta Renault, que se encontraba perfectamente aparcada en un parking de Canyelles con la mascarilla todavía enganchada en la matrícula. Allí, el móvil dejó de emitir señal. Hasta el lugar se trasladó la Guardia Urbana de la localidad que, mientras las mujeres presentaban la pertinente denuncia en una comisaría de los Mossos d'Esquadra, localizaron al propietario.
La tía de la víctima reconoce que nunca antes habían visto al propietario, aunque podría tratarse del tercer ocupante de la furgoneta, que permaneció en el vehículo mientras se cometió el robo. El hombre alegó frente a los agentes que alguien le había sustraído el furgón, pese a que no había señales de que las puertas hubieran sido forzadas y el vehículo se encontraba perfectamente aparcado a escasos metros de la casa de su novia, como él mismo explicó. Además, la testigo asegura que no les consta que presentara una denuncia por este supuesto robo. Tras dar estas vagas explicaciones a los agentes, el sospechoso abandonó el lugar caminando.
El móvil no tenía seguro
La misma fuente relata que, a pesar de la gravedad de los hechos, que le han provocado “un trauma” a las niñas, los Mossos d’Esquadra pusieron en duda la versión de la principal víctima. “La agente no se creyó la versión de mi sobrina, argumentando que ese tipo de robo no es habitual”, denuncia. Además, asegura que la policía autonómica desacreditó la labor de la Guardia Urbana, alegando que “no habían hecho bien su trabajo”.
“El móvil no tiene ni seguro de robo, ¿qué sentido tendría que una niña de 14 años se inventara algo así un domingo a las once de la noche? Además, estábamos con ella y vimos lo sucedido”, sostiene. Varios días después la menor continúa en shock. "Va por la calle mirando a todos lados, tiene problemas para dormir y no quiere salir con sus amigos por miedo a que le vuelva a ocurrir", relata la familiar. La misma voz lamenta que, si la policía autonómica no da credibilidad a estos hechos, pueda volver a suceder un episodio similar en una zona de gran afluencia de viandantes y ciclistas.