El mundo atraviesa una coyuntura crítica marcada por los efectos de una pandemia global, el rápido avance del cambio climático y la aparición de nuevas zonas de conflicto. En medio de este contexto, los expertos alertan del impacto que esta situación puede tener en la alimentación.
Cindy Holleman, economista sénior especializada en Seguridad y Nutrición de la FAO --la agencia de las Naciones Unidas que lidera el esfuerzo internacional para poner fin al hambre-- habla con Crónica Global sobre los retos a los que se enfrentará la humanidad en el futuro y a los que ya hace frente en lo que respecta al acceso, suministro y producción de alimentos.
--Pregunta: ¿Cómo ha afectado la pandemia a nuestros hábitos alimentarios?
--Respuesta: La pandemia ha tenido consecuencias negativas tanto en nuestros hábitos alimentarios como en nuestro acceso a los alimentos. Debido a las medidas que adoptaron los gobiernos para controlar los contagios, muchos negocios cerraron y la gente perdió sus trabajos. Además, subieron los precios porque las cadenas de suministros se rompieron. Todo esto dificultó el acceso a los alimentos.
La comida era más cara y los ciudadanos generaban menos ingresos. ¿El resultado? La gente recurrió a los alimentos baratos, que suelen ser poco saludables, altamente procesados y poco nutritivos. Lo que entendemos por dieta saludable cuesta hasta cinco veces más que una dieta energéticamente suficiente. Por lo tanto, la pandemia también afectó la calidad de nuestras dietas.
--La guerra en Ucrania, ¿está afectando solo al suministro de alimentos en Europa o también a nivel global?
--El problema con la guerra entre Rusia y Ucrania es que son dos de los mayores proveedores de cereales y fertilizantes del mundo. El conflicto ha provocado la interrupción de las cadenas de suministro y en consecuencia los precios de los cereales no paran de subir. El otro gran problema es la energía. El incremento de los precios de la gasolina afecta directamente al transporte de muchos alimentos.
Vivimos en una sociedad tan interconectada que los efectos de la guerra se notan en lugares como Sri Lanka, por ejemplo, donde la alteración de los precios de los alimentos está conduciendo a conflictos e inseguridad civil. También en muchos países africanos, donde la guerra ha provocado la subida del coste de los fertilizantes. La mayoría de agricultores no pueden pagarlos y por lo tanto, se verán obligados a reducir la producción. Así que, no. La guerra en Ucrania no solo está afectando a Europa, sino a todo el mundo.
--¿Qué tipo de problemas causará o está causando el cambio climático respecto a la seguridad alimentaria y la nutrición?
--No es algo del futuro. El cambio climático ya está afectando a la seguridad alimentaria y al hambre en el mundo. Nuestros análisis muestran claramente que los extremos climáticos están provocando problemas de producción en muchos puntos del planeta. Ya hemos empezado a ver cómo el calentamiento global está generando mayores niveles de desnutrición, especialmente en África y Asia.
A nivel mundial, la producción de algunos cultivos está cayendo en picado debido a la variación del clima. Tenemos que tomarlo en serio y de manera urgente. En un futuro cercano nos encontraremos con muchos más problemas a menos que seamos capaces de realizar los cambios necesarios.
--¿Quiénes serán los primeros en sufrir las consecuencias alimentarias derivadas del calentamiento global?
--Como siempre, los primeros en sufrir las consecuencias son los países pobres. Una de las regiones que más nos preocupa es África. Muchos de sus agricultores son de subsistencia, es decir, que dependen de su propia producción para alimentarse. El cambio climático está afectando mucho al continente africano: las estaciones están cambiando y el tiempo es impredecible; las lluvias pueden llegar tarde o ser más cortas de lo habitual. Es un caos en términos de producción, pierden sus cosechas. África es uno de los lugares donde más rápido aumentan las cifras y la prevalencia de desnutrición.
--¿Podemos contribuir a frenar el cambio climático cambiando nuestros hábitos alimentarios?
--Sin duda. Nuestros estudios muestran que los patrones de consumo actuales están contribuyendo a las emisiones de gases de efecto invernadero. La manera en la que nuestros sistemas alimentarios producen es parte del problema. Si optáramos por seguir dietas más saludables podríamos reducir las emisiones de gases contaminantes y por lo tanto, contribuiríamos a reducir el cambio climático. Es parte inherente de la solución.
--¿Todo el mundo puede permitirse seguir una dieta saludable?
--Será necesario un esfuerzo conjunto. El coste de los alimentos nutritivos se encuentra en toda la cadena de suministro, se reparte por todo el sistema. Necesitamos un cambio estructural, un cambio sistemático en nuestros sistemas agroalimentarios que permita producir alimentos saludables y a un bajo coste. Los gobiernos tienen que estudiar la forma de financiar e invertir más en agricultura.
Pero también el sector privado. Las empresas juegan un papel muy importante, ya que contribuyen a que los consumidores sigan consumiendo dietas poco saludables, y por lo tanto, a la contaminación del planeta. También es necesario que cambie la mentalidad de los consumidores. Debemos tomar conciencia de cuál es nuestro papel y no contribuir en la creación de demanda de productos insalubres.
--De acuerdo con la FAO, la industria cárnica es uno de los sectores que más contribuye al cambio climático. ¿Consumimos demasiada carne?
Sí, consumimos demasiada carne en gran parte del mundo, más de lo que nuestro cuerpo necesita. En Europa, América del Norte y partes de América Latina consumimos cantidades de proteína animal que están por encima de lo recomendado. Los países que consumimos carne en exceso estamos generando una cantidad injusta de emisiones de gases de efecto invernadero.
Existen fuentes de proteínas alternativas y mucho más saludables para nosotros y para el planeta. No significa que tengamos que eliminar al 100% la carne de nuestras dietas, pero sí reducirla y buscar fuentes de proteína más sostenibles. Nuestro planeta está desequilibrado: mientras algunos países comen más de lo recomendado y contribuyen a las emisiones, en otros países aumenta cada día más la desnutrición. Tenemos que equilibrarlo, en términos de energía, de salud… y eso incluye cambiar nuestras dietas.