Las vacunas contra el Covid de Pfizer y Moderna se pueden volver a congelar una vez preparadas sin que pierdan eficacia. Es la conclusión a la que han llegado varios investigadores del Hospital del Mar, que utilizaron los restos descartados en los centros de vacunación para comprobar que las inyecciones continúan funcionando. Algo que evitaría el despilfarro.
Una parte de las dosis se probaron en ratones de laboratorio en las condiciones habituales y recomendadas por los fabricantes. La otra, se congeló a 20 grados bajo cero durante un mes, antes de administrarla a los animales. Y un tercer grupo se congeló a 80 grados bajo cero durante el mismo periodo antes de inyectarlas.
Avance para minimizar el derroche
En todos los casos los animales desarrollaron la misma respuesta inmunitaria, sin efectos secundarios. Por tanto, los científicos han demostrado que congelar las vacunas “puede suponer un enorme avance”, permitiendo maximizar la potencialidad de todos los viales y minimizar su derroche, tal y como ha explicado uno de los autores del estudio --que publica la revista Vaccines-- y director del Área de Medicamento del centro santario, Santi Grau.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo en Europa y Japón se han perdido 250 millones de dosis. Y es que una parte de las enviadas a los países en desarrollo no se han podido aprovechar por problemas de caducidad, lo que ha derivado en grandes desigualdades.
Aplicable a otras vacunas
“Por este motivo, simplificar su preparación sigue siendo un reto para evitar la pérdida innecesaria de dosis”, añade Grau, que recalca que la opción de volver a congelar los viales posibilita enviarlas al destino para su utilización inmediata, sin necesidad de una gran infraestructura.
Por su parte, la jefa del Servicio de Farmacia del Hospital del Mar, Olivia Ferrández, ha afirmado que las conclusiones de esta investigación pueden ser aplicables a otros tipos de vacunas y también puede “facilitar su distribución tanto en grandes ciudades como en áreas rurales”.