Los colegios catalanes cierran sus puertas para las vacaciones de verano. Y lo hacen cuando el conseller de Educación, Josep Gonzàlez-Cambray (ERC), está todavía en el punto de mira al no haber logrado avanzar en el conflicto laboral con unos profesores que se han movilizado durante meses en diez jornadas de huelga. Tampoco ha sido un curso tranquilo en cuanto a lengua se refiere, ya que ha estado marcado por la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) que obligaba a impartir, al menos, un 25% de horas lectivas en castellano.
Este miércoles los centros ponen punto y final a un curso escolar en el que también se han visto los últimos coletazos de la pandemia: el uso de las mascarillas, los confinamientos y los grupos burbuja. Unas limitaciones que, en ocasiones, han llevado al límite tanto a los padres como a los profesores.
La gestión de Cambray
“Indignante y lamentable” son las dos palabras con las que los sindicatos definen la gestión de Cambray al frente de su departamento. Si algo se ha evidenciado es la unión que ha tenido la comunidad educativa para protestar contra un consejero que “ha acabado con la paciencia de los docentes, de las direcciones y de las familias”, al imponer decisiones como el avance del calendario.
“El conseller ha conseguido unificar el rechazo de todos por sus imposiciones y sus medidas que no venían a cuento después de dos años de pandemia. Necesitábamos un poco de tranquilidad”, dicen desde Usoc.
Un nuevo curso polémico
Pero el pulso al consejero no acaba aquí, porque los profesores avisan: el curso 2022-23 no será tranquilo. Las fuentes consultadas por Crónica Global vaticinan un “panorama insostenible” de cara a septiembre protagonizado por varias movilizaciones, que podrían ser a través de huelgas totales o parciales. Y el caos estará marcado, sobre todo, por un “nuevo calendario y por la falta de monitores para cubrir las horas de extraescolares” por las tardes. No habrá normalidad “hasta llegar a un acuerdo con el departamento”, advierten desde CCOO.
Tras el verano volverán a aflorar reivindicaciones como la recuperación de la hora lectiva en primaria y secundaria, el despliegue del decreto de inclusión o la estabilización del personal interino.
"Pasos atrás" de la educación pública
Otro frente abierto para Cambray es el decreto de plantillas, tan cuestionado desde su redacción. Desde UGT consideran que el conseller ha hecho “un ERE encubierto del profesorado”, ya que "sólo el 19% de las personas interinas han podido ir por libre elección a un centro, mientras que el 60% ha sido elegido a dedo por las direcciones”, apuntan.
Por su parte, desde las Asociaciones Federadas de Familias de Alumnos de Catalua (Affac) lamentan también que las decisiones que ha tomado el conseller no hayan “propiciado la calma” tan necesaria tras el Covid, sino todo lo contrario. Su directora, Belén Tascón, considera que su gestión se ha caracterizado por la opacidad en la preinscripción escolar, las decisiones tomadas de manera unilateral y sin contar con nadie y la incapacidad para negociar con los sindicatos. “La educación pública ha dado pasos atrás y, en vez de recuperar la calma, lo único que ha hecho es generar más ruido”, añade.
ERC "sufrirá las consecuencias"
La transformación educativa que defiende Cambray está “lejos de lo que espera y desea la sociedad catalana”. Pero no parece que, a corto plazo, vaya a ser cesado al frente de la Consejería de Educación, a pesar de que es una de las exigencias que desde los sindicatos le hacen llegar al presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, que ha mantenido su apuesta por el conseller.
No obstante, las mismas voces apuntan a que ERC “sufrirá las consecuencias” del conflicto laboral con los docentes cuando se pongan las urnas de las elecciones municipales de mayo de 2023. Esperan que, antes de la fecha, el president remodele su gabinete para “lograr la paz social” en el ámbito educativo.
Con todo, Cambray tiene unas semanas para reflexionar y decidir si ofrece a los sindicatos una alternativa que evite nuevas huelgas. Los padres esperan que sea capaz de gestionar la crisis educativa y que, por fin, en los centros se respire la tranquilidad tan necesaria tras la pandemia.