La llegada de un bebé en casa modifica por completo el descanso de toda la familia, que se adaptará a las necesidades del nuevo miembro. Si bien hay excepciones, lo habitual es que un recién nacido se despierte entre dos y tres veces durante la noche hasta aproximadamente los seis meses. Es entonces cuando muchas familias, ya de vuelta al trabajo y agotadas tras haber cambiado todas sus rutinas de sueño, consultan con el pediatra: ¿Por qué no duerme mi hijo?
Responde María Berrozpe, Doctora en Biología y una de las investigadoras que más ha estudiado el sueño infantil. Acaba de publicar La ciencia del sueño infantil (Editorial Oberon), un manual práctico que recoge los conocimientos que la neurociencia ofrece a los padres sobre esta materia.
El sueño es evolutivo
“Tu hijo duerme ya desde que está en el útero. Desde las 24/25 semanas de edad postmenstrual se han observados ciclos de sueño y vigilia”, señala. “Lo que pasa es que el sueño es un proceso evolutivo que cambia a lo largo de nuestra vida, y los bebés no duermen como los adultos”.
“El recién nacido no tiene un ritmo circadiano establecido como nosotros, los adultos, y duerme durante las 24 horas del día en periodos cortos que alterna con momentos despierto y alimentándose”. Esta es su biorritmo, que no casa con el que llevan los adultos de la casa, especialmente tras el fin de las bajas de maternidad y paternidad. “A medida que crece, poco a poco internaliza el ritmo circadiano, a la vez que maduran sus propios relojes internos. Pero este proceso no ocurre de la noche a la mañana, sino que se va desarrollando durante meses”, advierte Berrozpe.
La resistencia de los pequeños a dormir solos
Otro de los aspectos que no se acaban de entender, relacionados con el sueño y con una excesiva idealización de la maternidad, es que el bebé parece negarse a dormir en solitario, en su cuna y sin contacto con su madre. “De hecho, parece que la cuna tenga pinchos”, remarca la experta en sueño infantil, un efecto recurrente en las familias que genera muchas dudas sobre si se está haciendo algo mal. “Cada vez que tratamos de soltar al bebé dormido en nuestros brazos sobre ella, no tarda en despertarse”, indica.
En este sentido, manda un mensaje tranquilizador. Asegura que este fenómeno es perfectamente explicable desde la bilogía evolutiva. “Nuestros hijos, como mamíferos-primates que necesitan estar en contacto continuo con su madre los primeros meses de vida”, relata, “interpretan como un peligro de muerte la soledad de la cuna, ya que el cuerpo de su madre les proporciona no solo alimentación y seguridad, sino también regulación fisiológica y emocional imprescindible para su desarrollo saludable”. De hecho, se tiene constancia de que el piel con piel ayuda incluso a regular la temperatura corporal de los bebés.
Tratamientos conductistas
“Nuestro bebé dormirá perfectamente cuando está en contacto con nosotras, a nuestro lado o sobre nuestro pecho. Es posible que en ocasiones acepte también el regazo y los brazos de otra persona cercana (el padre, la abuela…etc.), pero será muy complicado conseguir que se duerma solo, sin contacto humano, los primeros meses de vida”, mantiene la doctora.
Tras décadas de investigación sobre el sueño infantil, los expertos coinciden en que hay una enorme variabilidad en cuanto a las horas y al ritmo de maduración del sueño de los bebés y niños. Esto imposibilita hacer recomendaciones generalizadas, señala, aunque sí existe “una constante universal” basada en la observación. Y no son buenas noticias para las familias. Berrozpe concluye que existe una “resistencia de los pequeños a dormir solos”. “Algo obvio por encima de lo cual los profesionales de la salud infantil han tratado pasar durante todo el siglo pasado, diseñando tratamientos conductistas para obligar a los bebés a no protestar por esta soledad”, lamenta la autora de La ciencia del sueño infantil.
El colecho como aliado del descanso
El colecho puede ser un gran aliado para lograr un mejor descanso para todos. “Cuando una familia planea el sueño familiar en compañía, adaptando el entorno para practicarlo con seguridad y comodidad, lo más probable es que todos duerman bastante bien, al menos en el contexto de la lactancia materna”, afirma.
“Sin lactancia materna, las tomas nocturnas se convierten en un verdadero obstáculo para que la madre, el padre o los cuidadores principales puedan dormir bien”. La creencia popular es que el biberón dejará más saciado al bebé y dormirá mejor, pero las investigaciones al respecto señalan el contrario. Se ha probado que la leche materna se adapta a las noches e incluye sustancias que facilitan que el pequeño duerma. “Por eso es muy importante un buen asesoramiento postparto para que todas las madres lactantes lleguen a casa sabiendo dar el pecho tumbadas y conociendo perfectamente todas las medidas de seguridad que garanticen unas noches seguras y confortables para ellas y sus bebés”, recomienda María Berrozpe.
Dormir del tirón
La “normalidad” en el sueño de los pequeños --y, en consecuencia también de sus padres-- llegará “hacia los dos o tres años los peque, cuando ya empiecen a dormir “del tirón”, lo que significa que durante sus despertares nocturnos son capaces de dormirse solos de nuevo”.
Cuando los bebés han colechado desde el nacimiento sin sufrir ninguna presión para que aprendan a dormirse solos, esta “normalización” puede llegar antes. “Los niños dormirán solos si así se duerme en la cultura que habitan, cuando estén suficientemente maduros para hacerlo y no hace falta forzar nada para llegar a ese punto”, remarca la profesional.
“Mi experiencia personal, y la de muchas familias que decidimos colechar durante la infancia de nuestros hijos, es que un día ellos mismos piden su propia habitación, de la misma manera que cogen su cuchara para alimentarse solos o se lanzan a caminar unos pasos sin agarrarse a la mano de nadie”, afirma. “Independizarse de la ayuda y la presencia de la madre o figura de apego principal es un proceso natural que se desarrolla a todos los niveles y forzarlo es tan nocivo como obstaculizarlo. Basta con dejar fluir: estar disponible si el niño nos necesita, pero dejarle transitar este camino de separación a su propio ritmo”, confirma Berrozpe.
¿Ayuda el destete a que no se despierten?
Aunque la cultura popular parece creer que al destetar el bebé consolida su sueño, “lo cierto es que las investigaciones científicas parecen demostrar que los bebés se despiertan igual, aunque no sean alimentados por la noche para que se vuelvan a dormir, ya sean de pecho o biberón”.
También existen datos que apuntan a que las madres que dan de mamar son más sensibles al sueño de su hijo y registran más sus despertares. “Seguramente por eso hemos creído que los bebés de pecho se despertaban más. Pero no. Se despiertan lo mismo, o incluso menos a ciertas edades”, sentencia.