El cáncer silencioso que da la cara cuando ya es tarde
El más mortal de los tumores ginecológicos es el de ovarios, debido a que su diagnóstico se suele dar en fases avanzadas
8 mayo, 2022 00:00Hablar del cáncer de ovario es hacerlo del más mortal de los tumores ginecológicos. Y es que, de cada diez mujeres diagnosticadas de esta enfermedad, sólo cuatro logran sobrevivir. En España, fallecen cada año alrededor de 1.900 mujeres por este tipo de cáncer. Su alta mortalidad se debe, en gran parte, a que el 70% de las mujeres con cáncer de útero suelen ser diagnosticadas cuando se encuentra en una fase avanzada.
Esto se debe a que “la sintomatología es muy anodina: náuseas, vómitos, plenitud con las comidas, diarrea, estreñimiento, dispepsia… Todos estos síntomas pueden aparecer en múltiples patologías, especialmente en las digestivas. Suele suceder que la paciente, en un inicio, no le da importancia y va tomando fármacos como protectores de estómago, restricción de diferentes alimentos hasta que acude finalmente al médico porque los síntomas van aumentando en intensidad”, señala Hortensia García Briz, médico especialista en ginecología y obstetricia en Clínica Anthea.
Alta supervivencia si se detecta pronto
La supervivencia, como indicábamos anteriormente, está directamente relacionada con el estadio en el que se diagnostique, ya que es el principal factor pronóstico.
“Si el cáncer de ovario es diagnosticado en su etapa inicial, cuando está muy localizado en el ovario y no ha tenido una diseminación ni regional ni a distancia, la supervivencia puede ser a los cinco años hasta del 95%”, añade la doctora García Briz.
Aparición en la posmenopausia
Las mujeres que más riesgo tienen de padecerlo son aquellas que se encuentran en la posmenopausia. No obstante, “también en la adolescencia y durante la niñez, hay tumores malignos de ovario germinales a tener en cuenta en los diagnósticos diferenciales de dolor abdominal o molestias intestinales inespecíficas”, advierte esta ginecóloga.
Pese a que se desconocen las causas de padecer este tipo de cáncer ginecológico, sí hay algunos factores de riesgo, como por ejemplo “sufrir obesidad, no haber dado a luz nunca, haber tenido un primer embarazo a edad avanzada, tomar Terapia Hormonal sustitutiva (THS), contar con antecedentes familiares de cáncer de ovario, mama o colorrectal, haber sido sometida a tratamientos de fertilidad o ser fumadora”, detallan desde Clínica Anthea.
Tomas pastillas anticonceptivas, ¿un factor de riesgo?
Tomar pastillas anticonceptivas no es, como se piensa, un factor de riesgo que aumenta las posibilidades de padecer cáncer de ovario. Al contrario. “parece que disminuyen el riesgo ya que mantienen en reposo el ovario durante tiempo”, desmiente García Briz.
La mejor prevención: cambiar hábitos de vida
Si bien hay factores de riesgo “que no podemos modificar, hay otros que sí. Por tanto, la prevención debe ir encaminada a cambiar nuestros hábitos de vida”, afirma esta doctora. “Como en cualquier patología oncológica debemos llevar una vida saludable, evitar tóxicos como el tabaco o el alcohol, y llevar a cabo una práctica regular de ejercicio. Para las mujeres con antecedentes familiares y “mutaciones genéticas como BRCA1, BRCA2, entre otras muchas que predisponen en un alto porcentaje a tener cáncer de ovario, será necesario un seguimiento estricto y, si así lo desean, se pueden someter a cirugías profilácticas realizando anexectomías bilaterales (extirpación de ovarios y trompas) para evitar padecer la enfermedad”, añade.
Aunque durante los últimos 25 años la comunidad científica ha tratado de dar con una prueba de cribado que permita detectar el cáncer de ovario en una fase temprana, los resultados hasta el momento no han sido nada halagüeños.
Por ello, en caso de síntomas como los antes mencionados, desde clínica Anthea recomiendan consultar con un especialista. “El diagnóstico es fácil con una ecografía endovaginal, se ven los ovarios y una vez que localizamos una masa anexial con la ecografía podemos tener muchos marcadores que nos indicarán si esa masa es sospechosa o, por el contrario, es benigna”, concluye la doctora García Briz.