Pau Molins, el abogado de la infanta Cristina de Borbón en el caso Nóos, ha sido el último rostro conocido víctima de un robo. Los ladrones, que lo sorprendieron en el garaje de su propia casa, se hicieron con un reloj de la lujosa firma Rolex. En las imágenes de su página web, se puede ver al letrado posando con su flamante joya.
El conocido abogado no ha sido el primero --ni será el último-- en sufrir un ataque después de hacer ostentación de sus pertenencias en internet. Tras el asalto en la casa de Madrid del futbolista Álvaro Morata en junio de 2019, fuentes policiales confirmaron que los ladrones llevaban meses siguiendo la estela del astro del fútbol y de su mujer, la modelo italiana Alice Campello, en Instagram. Ella, sobre todo, abrió las puertas de su casa a los delincuentes al mostrar rincones de su domicilio y posar ante sus más de dos millones de seguidores con las desaparecidas joyas, valoradas en varias decenas de miles de euros.
Expertos joyeros
En el caso de la cirujana plástica Carla Barber, los ladrones la esperaron en el interior del portal de su casa y la atacaron con extrema violencia. La exmiss canaria se quedó inconsciente después de que un individuo le hiciera la llave del mataleón para desvalijarla. En total, los cacos se hicieron con un botín de más de 40.000 euros en joyas, dinero en efectivo y un bolso de marca que llevaba la modelo. A pesar del susto, la cirujana sigue haciendo alarde ante su casi millón de seguidores de su vida de lujos y opulencias.
Los Mossos alertan de la presencia de estos stalkers tanto dentro como fuera de la pantalla, y advierten de que existen bandas que se han especializado en joyas de gran valor. “Saben detectar un reloj bueno, a dónde tienen que mirar para encontrar a una víctima y conocen el valor de las joyas en el mercado. Es su modus vivendi”, aclaran.
Evitar dar pistas
Presumir en las redes sociales de artículos exclusivos por un puñado de likes puede salir muy caro. Por eso, los Mossos d'Esquadra recomiendan no publicar en tiempo real la ubicación --para no desvelar si el domicilio está vacío-- ni tampoco dar pistas del periodo de tiempo de la ausencia.
Además de estos golpes puntuales en barrios acomodados, explican desde Mossos d’Esquadra, “la mayoría de ladrones no sondean las redes”, sino que, fuera del espacio virtual, peinan determinadas zonas de la ciudad. Eligen épocas de oportunidad, como Semana Santa, para hacer su particular agosto. “Son como pescadores, y cuando hay peces actúan”, expresan desde la policía autonómica.
¿Dónde se mueven en el plano físico?
Sus lugares favoritos son las zonas céntricas de gran afluencia de turistas, especialmente aquellas en las que se concentran los hoteles y locales de ocio nocturno. En ese caso, fuentes policiales explican que seleccionan a las víctimas siguiendo principalmente dos criterios. Por un lado, “el valor de las joyas que llevan encima” y, por otro, “la facilidad que tienen de obtener el botín”.
El modus operandi preferido por los cacos sigue siendo el tradicional: el tirón. En contra de lo que se podría creer, las voces consultadas manifiestan que estos ladrones no actúan solos, sino que se mueven en parejas o grupos, lo que aumenta sus posibilidades de éxito. “La participación de varias personas incrementa el nivel de intimidación y, además, si la víctima opone resistencia, pueden aumentar el nivel de violencia”, expresan.