Esperanza tras la tragedia. La última vez que Anna, de 13 años, contactó con sus padres de acogida en Barcelona, Laia Morales y Albert Casajuana, lo hizo desde desde Krastatachy, una aldea de los alrededores de Ivankiv, una de las ciudades más afectadas por la guerra de Ucrania, a poco más de 25 km de la capital, Kiev. Era el 5 de marzo. Tras ello, días de silencio y angustia. Nada más se supo de ella. Hasta el pasado lunes. “Laia, estoy bien, estamos en un sitio seguro, llegamos mañana a Polonia en coche”, le dijo Anna a Laia por teléfono.
Algo similar le sucedió a María Teresa Barqué y a Ángela Pizarro con su pequeña Alona, a la que, como Laia y Albert, acogieron en 2014 por primera vez con la asociación És per Tu, que organiza estancias en Cataluña de niños ucranianos afectados por las radiaciones derivadas de la explosión nuclear de Chernóbil, del 26 de abril de 1986. Del más atronador silencio a una llamada que lo cambió todo.
“Hace 5 días nos contactó diciendo que su familia y ella habían salido a las 4 de la mañana caminando hacia Polonia. Nos llamaba desde un albergue en el que habían parado a descansar. Tenían 800 kilómetros por delante hasta llegar a la frontera. Estaban en shock. Dejaban atrás al hermano y al padre, que por ser hombres no pueden abandonar el país, y una vida construida a base de mucho esfuerzo. Les apremiamos a que no pararan y se pusiesen a salvo cuanto antes”, relata Barqué. La siguiente noche llegaron a la frontera, adonde consiguieron llegar finalmente en autocar. Tras cuatro horas haciendo cola para entrar en el país vecino, al otro lado, sus ángeles de la guarda, cuatro miembros de la entidad, para recibirles.
Autocar solidario del RCDE
Y es que quiso la casualidad que justo en ese espacio de tiempo cuatro colaboradores de la asociación És per tu, padres de acogida de otros pequeños, estuvieran en la frontera de Polonia gracias a la ayuda brindada por el RCD Espanyol, que se puso en contacto con la entidad para poner a su disposición un autocar con conductor, que llegó a Polonia cargado de ayuda humanitaria. Vuelve con todas sus plazas ocupadas.
Alona es una de sus ocupantes. Con ella llegan su madre, su hermana, su sobrina y una amiga de la familia con sus dos hijas pequeñas, cuyo destino final será el piso de 130 metros cuadrados en Lleida de María Teresa y Ángela, que ya han acondicionado con colchones nuevos y en el que no faltarán manualidades para las pequeñas. A esta familia se sumarán 10 familias más de niños que han sido acogidos alguna vez por familias catalanas. En total, 40 refugiados ucranianos.
Vuelo humanitario desde Polonia
Anna, la niña de Laia y Albert, su madre, y dos de sus primas --una de ellas de cinco años-- aterrizaron ayer en Madrid tras un vuelo humanitario fletado por la embajada de España en Polonia. Este viaje es fruto de una de las muchas gestiones de Laia, que ha removido cielo y tierra para ayudar a las decenas de familias de los niños acogidos por És per tu. Cuenta que está en contacto con varios campos de refugiados y con conventos de monjas en Polonia que le ayudan a dar cobijo a las familias que se atreven a huir de sus casas para poder llegar a España. También, explica Laia, propietaria de tres escuelas infantiles en Barcelona y madre de dos niñas pequeñas, la ayudan empresas como Tesla, que, con sus coches recoge a las familias en la frontera para trasladarlos a un lugar seguro, ya en Polonia, antes de viajar hacia nuestro país.
Atrapados sin agua, luz ni gas
Laia tiene claro que estas familias no serán las últimas en salir. Aunque, por ahora, la situación lo pone difícil. Los niños acogidos por esta asociación catalana, que ha recibido más de 1200 solicitudes de familias españolas para acoger, son de la zona de Ivankiv y alrededores. Todavía sin corredor humanitario y completamente sitiados por los rusos, estos pequeños y sus familias viven en una situación muy precaria. Sin agua, ni luz, ni gas, sobreviven escondidos en los sótanos de sus casas gracias a la solidaridad vecinal, puesto que ni siquiera pueden sacar el dinero que les envían las familias de acogida de sus hijos, ya que los cajeros están destruidos.
A más de 3.000 km, en el grupo de Whatsapp de És per tu, las más de 80 familias catalanas con niños ucranianos en acogida celebran la llegada de cada una de las familias a Polonia como si de la suya propia se tratara y se animan unos a otros a seguir manteniendo viva la esperanza. Porque saben que una llamada, en cualquier momento, lo cambia todo.