Un padre presta atención a su hijo / SAVE THE CHILDREN

Un padre presta atención a su hijo / SAVE THE CHILDREN

Vida

Dime cómo es tu padre contigo y te diré cómo será tu pareja

Los niños con un progenitor implicado son menos propensos a abandonar la escuela, pueden tener más autoestima y, en general, son más felices, según expertos

19 marzo, 2022 00:00

La gestación de un bebé dura alrededor de 38 semanas. Sin embargo, según la teoría de la exterogestación, el nacimiento no supone el fin del embarazo ni una separación entre la madre y el bebé, sino una continuación de esa dependencia, pero fuera del útero. El tiempo que dura la exterogestación se estima en alrededor de otros nueve meses. Durante ese tiempo, la mayor parte de los pequeños encuentran en su madre a su principal figura de apego, lo que deja la figura del padre en un segundo plano. Sin embargo, superados los primeros meses, el rol de la figura paterna toma protagonismo y puede llegar a jugar un papel determinante en el futuro afectivo de los hijos. Dime cómo es tu padre y te diré cómo será tu pareja. ¿Qué hay de cierto en ello?

“Estudios revelan que, si desde pequeños nos identificamos con valores, actitudes, creencias, así como comportamientos deseables en la figura paterna, es esperable que decidamos encontrar una pareja con similares características y cualidades”, confirma Irene Calleja, psicóloga en Psicopartner. “Vivimos en una sociedad todavía muy marcada por los estereotipos de género, lo que se espera en determinados contextos de un hombre y lo que se espera de una mujer, y aunque parezca que hemos evolucionado mucho a este respecto, las elecciones futuras de las hijas muchas veces siguen dependiendo del contexto cultural y educacional en el que se han ido desarrollando”, añade Calleja.

Un padre y una madre, paseando con su hija / PIXABAY

Un padre y una madre, paseando con su hija / PIXABAY

Aunque el ser humano es de por sí resiliente y, por tanto, tiene una capacidad innata de sobreponerse a las dificultades, renegar de los referentes de nuestra infancia es ciertamente complicado. Así lo cree esta psicóloga. “Ortega y Gasset afirmó que el hombre es él y sus circunstancias. Por mucho que queramos disociarnos de nuestro legado, éste se antoja inevitable, nuestros padres ayudan a que crezcamos como individuos sanos, libres e independientes, en el mejor de los casos, y esto conlleva asumir e interiorizar valores, actitudes y creencias predominantes en la formación de nuestra personalidad”.

Repetición de roles

Así, si crecemos en un contexto de familia unida, con cariño manifiesto y expresión emocional, lo esperable es que ese niño se autorregule emocionalmente de manera satisfactoria con los demás, no solo dentro del contexto familiar sino fuera del mismo también. “Este hecho favorecerá reproducir esta heterorregulación emocional con su descendencia. En caso contrario, si ese niño ha crecido en un ambiente invalidante e inexpresivo a nivel afectivo y emocional, puede mostrar carencias afectivas a la hora de educar y expresarse emocionalmente con sus hijos”, considera Irene Calleja.

El entorno, sin embargo, puede “neutralizar” esta falta de cariño. “Los seres humanos tenemos la increíble ventaja de nutrirnos de más y diversos ambientes y personas: madre, abuelos, escuela, amigos, trabajo que pudieran compensar la carencia afectiva paterna”, matiza.

Transmisión de valores

Y es que una buena implicación de los padres en la crianza será fundamental para que los hijos no desarrollen conductas dependientes de adultos. “Así como poseer un fuerte vínculo materno, que los niños crezcan con una figura paterna estable influirá en su desarrollo y en su comportamiento como adultos. Para los niños, la participación de los padres en el día a día de su crianza y educación es beneficiosa, ya que es una manera de transmitirles valores como la igualdad, la responsabilidad, la solidaridad o la participación; y en el futuro, ellos mismos serán el mejor ejemplo para su prole”, apuntan Laura González y Susana Conejo, de la empresa de selección de personal de servicio doméstico, cuidado de niños y mayores Nanas & Co.

Imagen de archivo de un padre y un hijo / PIXABAY

Imagen de archivo de un padre y un hijo / PIXABAY

Más autoestima en niños con padres implicados

Los niños criados con un padre implicado “son menos propensos a abandonar la escuela o a cometer delitos juveniles, tienen más posibilidades de tener una alta autoestima y en general, son más felices y confiados. También, suelen mostrar una mayor tolerancia frente al estrés y la frustración, menos dudas ante nuevas situaciones y una gran capacidad para defenderse por sí mismos. Como resultado, los niños con padres más implicados tienden a tener menos problemas de comportamiento y de control de los impulsos, una mayor capacidad de atención y un mayor nivel de sociabilidad”, detallan desde Nanas & Co.

Padres ausentes, conductas dependientes

Por el contrario, “los niños con un padre que presta atención y cariño de manera no constante y ambivalente pueden acabar desarrollando conductas más dependientes, maneras de entender y vincularse de manera tediosa y poco funcional, así como carencias afectivas importantes: dependencia emocional, necesidad de cariño para sentirse validados, frustración, ira, ansiedad y tristeza en las expectativas depositadas en la interacción social y en la relación afectiva consigo mismos”, admite la psicóloga Irene Calleja.

Si estos niños además han sufrido “o han vivenciado violencia física y/o psicológica aun siendo de manera indirecta tienen mayores probabilidades de manifestar conductas violentas como adultos, se asumirían unos valores, creencias y actitudes que legitiman la violencia, los hijos adultos utilizándola como mecanismo de poder y control. En definitiva, son hijos que crecen con la idea de indefensión aprendida, y que en muchos casos se encuentran en contextos de negligencia y abandono. Las niñas a su vez pueden adoptar el modelo de la madre: el de indefensión, miedo y pasividad, al no poder hacer nada, resultando ser una víctima más de este contexto de violencia, ese modelo por parte de las hijas puede generar elegir sin ser se conscientes parejas maltratadoras que validen estos roles aprendidos”, concluye Calleja.