Este martes ha declarado en la Audiencia Provincial de Barcelona Mariano D. V. A, el hombre acusado de dejar morir a su pareja Susana de una hipoglucemia y grabar su agonía con su teléfono móvil en su domicilio de Viladecans en 2019.
El acusado, que se enfrenta a la petición de la prisión permanente revisable –tanto por parte de las acusaciones particulares como de la Fiscalía—ha comenzado su declaración matizando la relación que mantenía con la víctima. Después de asegurar que solo mantenían relaciones sexuales, ha terminado reconociendo que se veían entre cuatro o cinco veces por semana, lo que demostraría que tenían una relación más estable de lo que inicialmente ha querido hacer creer a los miembros del jurado.
“Me ahogo, ayúdame”
El Fiscal ha recordado que la noche de los hechos, Susana, de 42 años, que sufría malos tratos por parte de Mariano de forma continuada, padeció una crisis física y mental derivada de la depresión en la que estaba sumida. Los malos tratos infligidos por su pareja ya llevaron a aislarse de su entorno, a dejar de trabajar, a descuidar su diabetes de tipo 1 y a consumir cocaína de forma abusiva.
La noche del 17 de junio de 2019, Susana escribió un mensaje de auxilio a Mariano: “Cariño, cariño, me ahogo, ayúdame, tráeme algo. Azúcar, medicamentos, lo que sea… No me encuentro bien...". Mariano, que acudió a la llamada, ha reconocido que su pareja se encontraba en una situación extrema. “La vi por primera vez sin dientes, pasadísima…”, ha recordado. Sin embargo, ha mantenido que la mujer ya había sufrido este tipo de crisis por un consumo excesivo de cocaína y que “se retiraba a la cama hasta que se le pasara”.
Dice que lo confundió con una sobredosis
Sin embargo, el Fiscal sostiene que Susana sufría una hipoglucemia muy grave, que el acusado no podría haber confundido con una sobredosis –dado que tiene conocimientos médicos y también sufre diabetes—y que su estado le impedía valerse por sí misma. La víctima, que agonizó durante cinco horas mientras Mariano la grababa simulando que le ofrecía ayuda, llegó a rogarle que llamara a una ambulancia o que le diera azúcar. Pero él no lo hizo.
Hoy, frente al jurado, el acusado se ha defendido diciendo que ella no quiso que pidiera ayuda y que si quería azúcar podría haberlo cogido ella misma en la cocina. Sobre por qué no llamó a una ambulancia o acudió a la comisaría más cercana –a apenas 200 metros del domicilio—para pedir ayuda, el acusado sostiene que “ella no quería ver a nadie”. En su lugar, se limitó a grabarla para, según su versión, enseñarle cómo se ponía después de consumir cocaína.