Este lunes ha arrancado en la Audiencia de Barcelona el juicio con jurado popular contra Mariano. D. V. A., el hombre que dejó morir a su pareja y la filmó con su teléfono móvil mientras agonizaba durante horas en la madrugada del 18 de julio de 2019 en Viladecans (Barcelona). La defensa del acusado, que corre a cargo del letrado José Luis Bravo García, ha sido uno de los echos más comentados de la sesión. Ha intentado justificar la agresión al sostener que la mujer no encajaba en el "perfil de mujer maltratada" que se alega en la acusación de su cliente.
Los Mossos d’Esquadra localizaron el cadáver de la víctima, Susana, después de haber sufrido un fallo multiorgánico a causa de un coma hipoglucémico y abrieron una investigación para esclarecer las causas de la muerte, dado que cuando falleció no se encontraba sola en su domicilio. La investigación estuvo motivada, además, por los signos que presentaba el cuerpo. Los agentes consideraron que estaba claro que había sido víctima de una paliza el día anterior a su muerte, ya que presentaba magulladuras en el rostro y el cuerpo.
Solicitan la prisión permanente
La Fiscalía, que solicita la prisión permanente revisable para el acusado, ha recogido en su escrito de calificación provisional el calvario que vivió Susana en los meses previos a su muerte. En abril de 2019,fue víctima de varias palizas e insultos por parte de su pareja, que era “celoso y posesivo”. Según el Ministerio Público, no era consciente de que estaba sumida en una relación tóxica y de dependencia por el “maltrato físico y psicológico” que el acusado ejercía sobre ella. Sin embargo, temiendo por su vida, instaló una app en su móvil para grabar las llamadas telefónicas que evidencian las palizas que sufrió. Además, decidió que su hijo menor se fuera a vivir con su padre para alejarlo de su maltratador.
Avergonzada porque su entorno pudiera enterarse de la situación que padecía y a causa de las palizas, la víctima cayó en una profunda depresión que la llevó a aislarse de su familia, a dejar de trabajar en el bar que regentaba y a descuidar su enfermedad, una diabetes tipo 1 por la que necesitaba medicación. “Su carácter alegre y jovial estaba cambiando, se sentía avergonzada de contarle a su entorno lo que le pasaba, por eso se recluyó en su casa”, explica fiscaía en su escrito. El día 17 de julio, a consecuencia de un empeoramiento de su enfermedad y de un consumo abusivo de cocaína, Susana se derrumbó física y psicológicamente. Al no poder asistirse a sí misma, decidió llamar al acusado para pedirle “ayuda y medicación”.
Una agonía de cinco horas
Su pareja accedió a ir al domicilio para “ayudarle y asistirle lo que precisara”. Sin embargo, sabedor de la enfermedad que padecía y siendo consciente de que la vida de la víctima estaba en sus manos al percatarse de los múltiples síntomas que presentaba, se regodeó en su sufrimiento y la humilló hasta la muerte. “¿Qué quieres, una Fanta, una Coca-cola?", dijo el acusado mientras grababa a Susana agonizando durante horas sin hacer nada para revertir la situación. “La conducta de él le provocó la muerte. No hace falta hacerle algo a una persona, también se puede causar la muerte no haciendo nada en una situación en la que debería actuar: la omisión de socorro”, ha pronunciado el Fiscal.
Según el Ministerio Público, Mariano D.V.A. , que es diabético y que tiene conocimientos médicos dado que era protésico dental, no le hizo ni un solo control de azúcar para saber si necesitaba insulina. Tampoco llamó a emergencias ni acudió a los Mossos, pese a que la comisaría estaba a escasos 200 metros del domicilio. En su lugar, “y en previsión de que la muerte sería investigada, sin consentimiento de la víctima, grabó con su teléfono 15 fragmentos de vídeo en los que ofrecía una ayuda que nunca se produjo”, ha explicado. “Le filmó el rostro y cuerpo atentado en lo más profundo de la dignidad de la víctima, que estaba desnuda y en un estado de extrema vulnerabilidad”.
"Ella declarará en este juicio"
Las tres acusaciones particulares --en representación de varios familiares de Susana-- solicitan, además de la prisión permanente revisable por un delito de asesinato con ensañamiento sobre una persona vulnerable, cuatro delitos de malos tratos y uno de maltrato habitual. Por todo ello, consideran que debe pasar 11 años en la cárcel. Además, piden también que sea juzgado por un delito contra la intimidad por haber filmado la muerte de la mujer. “Le causó una pena inhumana”, ha pronunciado una de las letradas. “Las llamadas y los mensajes acreditarán el trato que le daba el acusado”, ha añadido ante los miembros del jurado popular.
“Fue una muerte cruel e inhumana, por eso está en prisión desde entonces”, ha incidido el otro abogado. “Aunque Susana haya fallecido, va a declarar en este juicio porque se instaló en su teléfono una grabadora de llamadas que registró las conversaciones con el acusado en las que se explicita lo que le hacía”, ha explicado. “El día de los hechos no hizo una llamada, no le dio chocolate ni una Coca-Cola, no hizo caso a sus súplicas de que llamara a una ambulancia. Nada. Sabía que la estaba matando. Ella le pidió Coca-Cola y aunque la tenía, no se la dio por celos, porque descubrió que Susana había abierto un bote de lubricante que él había comprado. Decidió, no que no la ayudaría, sino que la mataría. Y se fue a dormir”, ha espetado el letrado sin suscitar ninguna reacción en el acusado.
"No ha matado a sus hijos"
Por su parte, la defensa alega que el acusado acudió al domicilio e intentó ayudarla. Justifica, asimismo, “que hizo los vídeos para intentar hacerle ver a ella que no podía continuar con el consumo abusivo de cocaína”. También afirman que él se encontraba en estado etílico, por lo que no fue consciente de la gravedad que revestía la situación, porque ya había ocurrido anteriormente y la víctima se había recuperado sin mayor problema. El letrado ha incidido en que su defendido se quedó dormido y que, al descubrir que la mujer había muerto, entró en estado de shock, por eso tardó en comunicarlo.
“No cometió ningún delito y lo digo con serenidad”, ha sentenciado. “No ha matado a sus hijos, no los ha tirado al mar", ha subrayado, restándole importancia a los hechos. "Lo que ha hecho es no ayudar a su pareja porque ella le pidió que no llamara a nadie. Además, le estaba dando una hiperglucemia, que no una hipoglucemia, ¿Cómo iba a darle chocolate?”, ha asegurado. Con todo, este detalle le ha sido rebatido, cuestión que se deberá demostrar durante el juicio.
“Podría haber llamado a mucha más gente. Ahora diremos que padecía el síndrome de la mujer maltratada, pero no era el prototipo de una mujer maltratada, tenía carácter. Nunca refirió que fuera víctima de malos tratos ni presentó una denuncia”, ha sentenciado. Espera, de esta forma, que su cliente se gane la simpatía del jurado popular. La primera impresión que se han llevado ha sido, con todo, la contraria.