X. J. se sentará ante el juez del Juzgado de Primera Instancia número dos de Sabadell para declarar por su presunta vinculación con el crimen de Helena Jubany.
Además, el instructor ha admitido el informe pericial elaborado por un perito externo y aportado por la acusación particular para que se investiguen los ficheros hallados en el disco duro del ordenador personal de la fallecida.
Pruebas caligráficas
Después de rechazar la imputación de tres sospechosos por la muerte de la joven bibliotecaria, a un día de que se cumplan 20 años del hallazgo del cuerpo sin vida de la titulada en periodismo, el juez ha solicitado que se le practique una prueba caligráfica al ahora investigado. Busca de este modo esclarecer si tiene algún tipo de vinculación con los anónimos que recibió antes de morir.
El juez entiende que el contenido de un correo electrónico enviado por X. J. y encontrado en el ordenador de la fallecida "presenta una conexión clara y directa con el texto del anónimo recibido por Helena Jubany, el día 9 de octubre de 2001, y que está vinculado (por la presencia de las benzodiacepinas en el zumo de naranja) con su muerte". Según el auto, el email hacía referencia a dos elementos que también aparecían en el texto anónimo, y ha considerado que "la coincidencia podría no ser casual".
Relación con la UES
Estos anónimos que recibió Jubany se considera que eran una especie de juego del presunto asesino (o asesinos) con la fallecida antes de su muerte. Los escritos dejan claro que su autor conocía a la víctima y a su entorno más inmediato en Sabadell y lo relacionan de forma directa con el grupo de Natura de la Unió Excursionista de la ciudad, la UES. De hecho, en los diferentes anónimos que encontró en su casa se le pedía participar en actividades de esta entidad histórica de la cocapital del Vallès Occidental.
La muerte de Jubany tuvo lugar hace 20 años y los delitos que se le podrían imputar a los implicados en esta muerte están a punto de prescribir. Los hallazgos que han salido a la luz en la última instrucción renuevan las esperanzas de la familia de la jóven desaparecida en descubrir los motivos de su muerte y quién estaría implicada en ella. El caso se archivó en 2005 por falta de pruebas tras el suicidio de Montserrat Careta en la cárcel de Wad-Ras de Barcelona en mayo de 2002.