Valentín Moreno Gómez murió ejecutado de un tiro en la nuca el pasado viernes 19 de noviembre en la calle Tarragona de Sant Adrià de Besòs. Según fuentes cercanas a la investigación, su muerte se produjo en un contexto de pugna entre clanes por el control del negocio del narcotráfico de marihuana en la Zona Franca de Barcelona. La disputa tiene lugar en el marco de una reorganización del poder en la gran Barcelona causado, precisamente, por el auge del cultivo del cannabis.
Una de las bandas que se disputan este territorio con algunos de los clanes más poderosos de Barcelona son los Casuals, el grupo criminal vinculado a los Boixos Nois (los hooligans del Barça), de los que Moreno era miembro.
Matones de un gran cártel
“Los Casuals no dejan de ser una pandilla de matones peligrosos que trabajan para un cártel del narcotráfico”, aseguran las fuentes consultadas. La vinculación entre Valentín Moreno y los Casuals se remonta a la época en la que el fallecido y Ricardo Mateo López, líder de este grupo criminal, coincidieron cumpliendo condena. “Han compartido módulo, se han tirado muchas horas en la celda y delinquiendo juntos dentro de prisión”, señalan los mismos interlocutores.
Mateo López, líder histórico de los cuasi desaparecidos Casuals y actualmente en libertad, opera como una franquicia. Los que trabajan para él utilizan su nombre como garantía para cerrar negocios ilícitos. A cambio, cobra una mordida. Según un especialista en grupos urbanos violentos, así fue como un chaval humilde de L’Hospitalet consiguió ingresar una suma millonaria de dinero negro en cuentas opacas de entidades andorranas, pagar las cuotas del mismo abogado que defendió a Samuel Eto’o y enviar a sus hijos a un colegio de élite de Barcelona.
Los ‘drugos’ de la Vila Olímpica
Valentín Moreno, como muchos otros cachorros de los Casuals, hizo el salto evolutivo desde la gran hermandad de hooligans fanáticos de los Boixos Nois, que funciona como una especie de cantera de ideología neonazi y de base extremadamente violenta, hacia el crimen organizado de primera división. “La gente que ingresa en los Casuals ha pasado el filtro de los Boixos, han adquirido un compromiso y son personas de su confianza”, destacan.
La brutalidad de Moreno, que siendo todavía un adolescente asesinó con sus amigos a un joven de una salvaje paliza a la salida de una discoteca de la Vila Olímpica, le sirvió para ganarse el respeto de Mateo.
Zona Franca, territorio comanche
En este universo de las subculturas confluyen hooligans como los Cusos (la versión catalana de los Ultras Sur del Real Madrid), los Boixos Nois, grupos criminales como los Casuals, moteros como los Hell’s Angels y grupos musicales dedicados al proselitismo como los Jolly Rogers.
Algunos de sus miembros, de hecho, pertenecen simultáneamente a varios de ellos. Su nexo es su afición a “salir de caza” en busca de miembros de grupos antagónicos o de colectivos vulnerables. En esta ocasión, el pulso con el clan de clanes ha terminado en derrota. Por ahora, la Zona Franca continúa siendo territorio comanche.
'Vuelcos' por la marihuana
De hecho, la situación en la vecindad del Puerto de Barcelona es mimética a la que tiene lugar en otras zonas residenciales complejas. El lugar donde murió ejecutado Valentín Moreno, Sant Adrià de Besòs, vive una discreta reconfiguración del poder criminal. Lo explican fuentes policiales, que precisan que en La Mina están surgiendo nuevas familias que controlan las plantaciones interiores de marihuana.
"Los comienzas a ver con Mercedes y Audi de alta gama. Y se han multiplicado los vuelcos (robos) de pisos con plantaciones indoor; el último, recientemente", explican estas voces. "En puridad, se trata de una fuente de ingresos para personas que han sufrido con la crisis económica derivada de la pandemia", agregan. El problema es que los nuevos clanes del cannabis disputan el territorio a los antiguos popes del crimen catalán. Y ello deriva en tensiones de consecuencias impredecibles, sea en Zona Franca o en La Mina.