La cotorra argentina y de Kramer pierde presencia en las calles y el cielo madrileños. El ayuntamiento ha puesto en marcha la maquinaria para acabar en dos años –“de manera indolora”, mediante eutanasia— con el 90% de las 13.000 censadas en el municipio, la mitad de la población detectada en España.
El plan para controlar esta ave invasora, llegada a la capital como mascota en los años 80 y multiplicada por siete en 15 años, iba a iniciarse justo hace un año. Pero hubo de retrasarse por una orden judicial, que mandó licitar un nuevo concurso para incluir a empresas que prestan servicios de control de plagas.
Capturas y nidos
La captura con cañones lanza-redes y trampas ha empezado en las zonas de mayor densidad de colonias, como el parque Eugenia de Montijo de Carabanchel y los distritos de Aravaca y Pozuelo. En la zona norte más exclusiva, como Mirasierra y la Moraleja, ya se han apeado de los árboles pesados nidos de hasta dos toneladas. Se espera desmontar antes de Navidad 200 de los 4.000 censados.
Junto la peligrosidad por derribo de estos aparatosos refugios, la corporación que preside José Luis Martínez-Almeida considera a esta especie una verdadera plaga. Argumenta que las cotorras, hermosas para unos, pero un insoportable demonio verde para otros, son vectores transmisores de enfermedades, dañan el medio ambiente y generan problemas para la biodiversidad.
Método cruel y caro
El Partido Animalista-Pacma mantiene su ofensiva ante lo que lo que considera “un cruel plan de exterminio”. Su presidenta, Laura Duarte, insiste en la necesidad de un control ético y no letal, mediante la esterilización. Denuncia que el método elegido “para la matanza” es, además, muy caro para el contribuyente, más de tres millones de euros.
La organización defensora a ultranza de los animales asegura que sigue intentando salvar a las cotorras de la captura y la muerte. “Además de ser cruel, no servirá de nada. Se creará un nicho ecológico que atraerá a otras cotorras de la región y de comunidades vecinas”, advierte una portavoz.
Cautiverio y halcones
Otros colectivos y agrupaciones científicas han planteado otras medidas. SEO/BirdLife, coordinadora de los censos más fiables de cotorras en España, ha propuesto, sin éxito, un método más barato que el municipal y sin sacrificio: mantenerlas cautivas en aviarios de modo que su población estuviera controlada hasta su muerte.
El grupo local de Ciudadanos de Móstoles planteó en primavera el uso de halcones y otras rapaces de cetrería para expulsar a las cotorras. Como se hace en torno a los aeropuertos con las palomas y otros pájaros para evitar colisiones con las cabinas de los aviones.
Los ornitólogos consideran que este método podría funcionar, pero solo en su municipio, ya que “si esas aves se van a otros, la cosa no va por buen camino, más bien todo lo contrario”. Apuestan en cualquier caso por una campaña regional. “Si no, será como ponerle puertas al campo”, advierten.
Esterilización y bienestar
Las empresas adjudicatarias para la descotorrización madrileña, Matinsa y Dypsa, explican que han confeccionado durante tres meses un preciso inventario y un censo de nidos y animales. Y algo más delicado y complicado. En agosto, coincidiendo con el ciclo de puesta y nacimiento de las aves, esterilizaron sus huevos y los volvieron a colocar para evitar nuevas puestas.
Ahora están procediendo a la reducción de la población mediante la captura de ejemplares con jaulas-trampa y redes. “Todos los métodos empleados respetarán la normativa de bienestar animal”, insiste el ayuntamiento.
Eutanasia rápida e indolora
Al tratarse de una especie exótica invasora (EEI), la ley establece que los ejemplares capturados no pueden ser reintroducidos al medio natural. Solución municipal: la eutanasia animal, practicada por un veterinario “de forma rápida, indolora, empleando métodos que garanticen el mínimo sufrimiento y de manera individual”.
El delegado del Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid, Borja Carabante, avanza como objetivo que en el primer trimestre del 2022 “estaremos con un nivel del 10%, unas 1.300 cotorras, con una edad media de entre 15 y 20 años, aceptable para la ciudad”.
Ciudades a la expectativa
Otras capitales en Cataluña, Baleares y Andalucía, como Barcelona, Palma de Mallorca, Málaga y Sevilla debaten cómo abordar el problema. En la práctica, han llevado a cabo acciones aisladas.
Esperan a ver los resultados de Madrid, con un ojo en las próximas elecciones por su impacto en el voto ecologista. De momento, no han ido más allá de desmontar algunos nidos peligrosos en las copas de grandes abetos, cipreses y palmeras, sus árboles preferidos.