Apenas un mes después del inicio del nuevo curso escolar, algunos de los virus estacionales más frecuentes entre los niños han vuelto también a las aulas. Es el caso de la enfermedad boca-mano-pie, que afecta principalmente a los pequeños de entre cero y cinco años de edad y que invade desde hace varios días algunas guarderías de Cataluña.
La causan diferentes tipos de enterovirus, aunque el más frecuente es el Coxsackie A16, y, como su propio nombre indica, se caracteriza por la aparición de pequeñas llagas en la boca y erupciones cutáneas en las manos y los pies, principalmente. Así lo ha explicado a Crónica Global el director médico del Hospital HM Nens, Xavier Massaguer, que asegura que se trata de una infección vírica “suave” cuya incubación dura de dos a cinco días, mientras que los síntomas permanecen como máximo diez.
Altamente contagioso
Este virus se transmite por vía aérea --mediante contacto directo con secreciones de nariz o boca--, así como a través de la saliva, las heces e incluso al tocar las heridas de un infectado. Con la vuelta al cole y la recuperación de la interacción social es habitual que se den brotes en guarderías o cursos de Educación Infantil, pues se trata de una enfermedad altamente contagiosa. Además, como a los niños de estas edades se les cambia el pañal con frecuencia durante la jornada lectiva, si no se mantiene una higiene adecuada hay más posibilidades de que se propague con mayor facilidad.
“Empiezan con fiebre y la aparición de algún granito en manos y pies --sin picor y similar a la varicela--, así como en la boca. Estos últimos son vesículas que pueden convertirse en aftas, por lo que suelen ser dolorosas y causar molestias”, subraya el doctor Massaguer, que destaca que, por lo general, es un virus benigno que no suele presentar complicaciones y cuyo contagio en adultos se da con muy poca frecuencia. Por ahora no existe ningún tratamiento eficaz ni vacuna para prevenirlo, así que lo único que se les receta son analgésicos o antitérmicos --como ibuprofeno y paracetamol-- para bajar la fiebre y calmar el dolor.
Alteración del apetito y deshidratación
Aunque Massaguer sostiene que las posibles complicaciones de esta enfermedad viral son “prácticamente nulas”, ésta puede conllevar pérdida del apetito, pues las lesiones de la boca suelen generar molestias que hacen que a los niños les cueste comer. Por ello, el doctor remarca la importancia de que beban mucha agua para que no sufran deshidratación, sobre todo si padecen fiebres muy altas.
Es el caso de Alba, una niña de tres años que recientemente ha pasado la enfermedad por segunda vez. “Comía muy poco y solo aquellos alimentos que no le hicieran daño. Por ejemplo, con el zumo de piña le escocían las llagas y tampoco podía comer nada duro porque le provocaba dolor en las heridas de la boca”, ha explicado a este medio la tía de la criatura.
Aislarlos y no llevarlos a clase
En caso de detectar algún contagio, el doctor Massaguer recuerda la importancia de aislar al niño o niña lo máximo posible y no llevarlo al centro durante los días que esté infectado. Asimismo, insiste en que hay que mantener una buena higiene y desinfectar las superficies que podrían estar contaminadas.
Una profesora de una guardería de Tarragona, la cual ha pedido mantener el anonimato, apunta que en el colegio en el que trabaja limpian a diario todo el material de las aulas, pues estos días se han encontrado con varios brotes. “En una clase de 18 se han contagiado la mitad de los niños, pues hay unos nueve con boca-mano-pie, mientras que en otra lo han cogido unas cinco criaturas”, expone.
Preocupación de los padres
No obstante, hay padres que optan por no llevar a sus hijos a clase como medida preventiva, pues muchos se muestran preocupados por esta avalancha de casos. Según ha contado a este medio Carla Cornet, profesora de una guardería de la provincia de Barcelona, en su centro suele haber brotes de la enfermedad al menos unas tres veces por curso escolar. Hace unos días comenzó el primero y, de una clase de 13 niños, solamente dos se han librado de contagiarse. “Esto angustia a los padres porque, al ser un virus con tantas variantes, los pequeños no se inmunizan y pueden cogerlo más de una vez”, lamenta.
Lo ha confirmado Marival Borràs, médica de familia y madre de un niño de un año, que sostiene que comienza a estar preocupada porque en la clase de su hijo ya ha habido tres casos de boca-mano-pie. “Lo pasan muy mal con las pupas y la fiebre, así que a la mínima que lo noto un poco raro le pongo el termómetro y le reviso el cuerpo por si tiene algún granito”, explica. Que su pequeño enfermara le supondría, además, un problema de conciliación laboral y familiar, pues por su profesión no puede teletrabajar y no dispone de nadie que pudiera hacerse cargo de la criatura. Y es que este virus ha regresado a los centros educativos un año más para recordar que el Covid-19 no es el único protagonista, por lo que miles de familias temen que sus hijos sean los próximos en contagiarse y, así, acarrear todas sus consecuencias.