Barcelona ha vuelto a ser, por tercera noche consecutiva, el escenario de macrobotellones. Los agentes blindaron la zona de Maria Cristina y Plaza de España para evitar incidentes como los acontecidos durante la madrugada del sábado, aunque eso solo hizo que los miles de jóvenes se trasladaran a la zona marítima de Bogatell.
En comparación con la batalla campal de la noche anterior, la cantidad de disturbios fue menor, aunque algunos de los congregados también quemaron coches y mobiliario y dañaron algún comercio. El restaurante L'Escamarlà fue saqueado, y algunos de los reunidos rebentaron los cristales y el mobiliario para robar bebidas. A pesar de todo, los Mossos intervinieron en menor medida.
Grupos de ladrones
La fiesta empezó a dispersarse a las 3.00 de la mañana, momento en el que empezaron las peleas, lanzamientos de botellas, amenazas y agresiones de diferente tipo. Un grupo de jóvenes vestidos de negro y encapuchados para que no les reconocieran iniciaron su particular cacería para robar a los congregados usando la violencia.
Estas celebraciones multitudinarias se producen en un contexto en el que toda la oposición y los sectores salpicados por los disturbios han criticado la permisividad de Ada Colau ante lo que algunos han calificado de “terrorismo urbano”, alejado de la celebración y la fiesta.